Libertad¡ ?para qu¨¦?
La oposici¨®n dijo que Madrid Central es ¡°liberticida¡±
Lleg¨® Madrid Central y a¨²n estamos esperando a los cuatro caballeros del Apocalipsis. La oposici¨®n le dijo de todo: lo m¨¢s sorprendente fue la grandilocuencia de los que lo tacharon de proyecto ¡°liberticida¡±. Asesino de la Libertad. La libertad de ir en coche por donde a uno le venga en gana, se entiende.
Libertad es una palabra en boga con la que a todo el mundo le gusta llenarse la boca, sobre todo a la derecha m¨¢s neoliberal. Tiene sentido: ?qui¨¦n puede estar en contra de la libertad? ?Es de locos!
Sin embargo, libertad, as¨ª a palo seco, quiere decir poca cosa. A la derecha le interesa sobre todo la libertad econ¨®mica para maximizar beneficios; la izquierda entiende que los pobres nunca son libres, y no es lo mismo nacer en La Moraleja que en San Crist¨®bal. La libertad total es la selva donde siempre ganan los m¨¢s fuertes.
Nuestra sociedad es valiosa por sus libertades pero tambi¨¦n por sus prohibiciones, que nos protegen: la de robar, asesinar u orinar en la calle. Tambi¨¦n, ahora, la del coche irracional. Nunca se es libre a gusto de todos: la libertad de unos es la molestia de otros. Por ejemplo, la libertad de contaminar con algunos tubos de escape destruye la libertad ciudadana de respirar aire limpio. 93.000 personas han muerto en un decenio en Espa?a por respirar porquer¨ªas. Y, como dec¨ªa Al Gore, el dilema entre medioambiente y econom¨ªa es falso: sin lo primero no puede haber la segunda.
Una amiga argumentaba que?si ten¨ªa coche deber¨ªa poder utilizarlo como quisiese, por ejemplo, para ir el viernes a cenar al Centro, sin restricciones. Al fin y al cabo, lo hab¨ªa pagado. La propiedad, la libertad, esas cosas. Pero poseer algo no permite hacer cualquier uso de ese algo. Yo el otro d¨ªa me compr¨¦ un cuchillo de cocina por la teletienda, de esos que cortan tornillos: est¨¢ bien si lo uso para cortar verduras en juliana, no tanto si apu?alo con ¨¦l al vecino (razones no me faltan). Hay quien no entiende que deber¨ªa regularse la subida del alquiler; al fin y al cabo el piso es suyo. Lo dice un anuncio de champ¨²: hago lo que quiero con mi pelo.
Aznar cont¨® una vez que no le gustaba que limitasen las copas de vino que pod¨ªa beber antes de ponerse al volante o la velocidad m¨¢xima de circulaci¨®n. La libertad de conducir a toda hostia con el puntillo le parec¨ªa m¨¢s importante que el derecho de los dem¨¢s a la seguridad vial.
El inter¨¦s com¨²n es una incomodidad para algunos, una traba para la ¡°libertad¡± (la suya). Cuando en discursos nos vendan la palabra libertad siempre debemos preguntarnos: ?para qu¨¦? ?para qui¨¦n? ?contra qui¨¦n?
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