¡°El juego engancha tanto como las drogas¡±
Manoli Ramajo se uni¨® a las Madres contra la Droga hace 34 a?os, tras advertir que su hija consum¨ªa hero¨ªna. Hoy su batalla es contra el negocio del azar y las apuestas
La p¨¦rdida solo pudo afianzar el compromiso de Manoli?Ramajo. Cuando su hija falleci¨® a causa del sida ella llevaba nueve a?os implicada, junto a otro millar de mujeres, en Madres contra la Droga. Antes de todo aquello, esta cacere?a emigr¨® en dos ocasiones: primero a Madrid, en la infancia, y despu¨¦s a Alemania, para ganarse la vida. A su vuelta a nuestro pa¨ªs, ya como madre, la hero¨ªna comenzaba a hacerse ostensible, pero a¨²n no exist¨ªa, siquiera, el Plan Nacional sobre Drogas. Hoy, en el umbral de los 80 a?os, su batalla es contra el negocio del juego. En la regi¨®n, seg¨²n datos de la Consejer¨ªa de Econom¨ªa, Empleo y Hacienda, los locales de apuestas se han cuadriplicado durante el ¨²ltimo lustro y los salones dedicados al azar han aumentado un 50%. Junto a su casa, en la Ciudad Lineal, varios de ellos lucen letreros luminosos y esl¨®ganes persuasivos.
?C¨®mo se uni¨® a Madres contra la Droga?
Llegu¨¦ buscando respuestas. Al principio, pensaba que yo hab¨ªa hecho algo mal con mi hija. Me cost¨® mucho desprenderme del sentimiento de culpabilidad y entender lo que ocurr¨ªa como un problema social. Todav¨ªa seguimos reuni¨¦ndonos cada martes.
Hace dos a?os les concedieron la Medalla de Oro de Madrid. La alcaldesa dijo entonces que ustedes hab¨ªan salvado muchas vidas.
Fuimos nosotras quienes informamos en los barrios. Reclam¨¢bamos medidas sociales y no solo policiales. Nos recorrimos todos los poblados de la ciudad para denunciar que all¨ª se vend¨ªa droga; hicimos concentraciones frente a decenas de comisar¨ªas porque se deten¨ªa a los toxic¨®manos, pero no a los traficantes; nos encadenamos delante del Ministerio de Sanidad, contra el cierre del Hospital Penitenciario de Carabanchel; tambi¨¦n acampamos en el Paseo del Prado, pues las personas seropositivas mor¨ªan en prisi¨®n, a pesar de que el c¨®digo penal permite excarcelar a los enfermos terminales. La medalla nos hizo ilusi¨®n, porque es el reconocimiento a muchos a?os de lucha. Se la dedicamos a quienes ya no est¨¢n.
?Qu¨¦ rescatar¨ªa de aquellos a?os?
Los alemanes tienen un dicho: gl¨¹ck im Ungl¨¹ck, tener suerte en la desgracia. Eso es lo que me ha pasado a m¨ª: conoc¨ª a mujeres maravillosas, valientes y buenas, que ahora son como familia para m¨ª.
Hoy conservan tres pisos propios.
S¨ª, en Vallecas. Nos los concedi¨® el Instituto de Vivienda de Madrid (IVIMA) hace muchos a?os y pagamos el alquiler de nuestro bolsillo. Los utiliz¨¢bamos para pasar el mono con los chavales. Ahora viven personas en situaci¨®n de vulnerabilidad, como inmigrantes, sin techo o expresos. Seguimos activas en la medida en que podemos, porque ya somos todas mayores.
?Por qu¨¦ le preocupa la proliferaci¨®n de locales de azar y apuestas?
Las adicciones se alimentan de la desesperaci¨®n y la pobreza. Por eso la hero¨ªna golpe¨® con mayor dureza a los barrios obreros. El juego, no nos enga?emos, engancha tanto como las drogas y est¨¢ destruyendo a muchas familias. Sin embargo, se anuncia en la televisi¨®n y los locales aparecen por doquier. Los que hay por aqu¨ª antes eran cines. Entran muchos j¨®venes.
?Deber¨ªan las administraciones intervenir?
Este es un negocio y los negocios no entienden de l¨ªmites ¨¦ticos. M¨¢xime cuando el sector se felicita por los buenos resultados cosechados. Desde luego que no se va a regular solo.
?Qu¨¦ les dir¨ªa a esos j¨®venes que ve entrar?
Que no se f¨ªen de ninguna salida f¨¢cil a sus problemas, porque no la hay. Yo encontr¨¦ la felicidad en el amor y la solidaridad.
Una jueza sensibilizada con la causa
Manuela Carmena era jueza de vigilancia penitenciaria cuando Marif¨¦, la hija de Manoli, estaba en prisi¨®n. ¡°Siempre me escuch¨®, yo le debo muchas cosas¡±, cuenta. La alcaldesa ayud¨® a que estas mujeres presentaran escritos y alegaciones a Instituciones Penitenciarias. Les daba cita, individualmente, para que explicaran su caso, y se fragu¨® una relaci¨®n especial que dura hasta hoy. Debido a eso, en Para que no me olvides (Editorial Popular, 2012), el libro que narra la historia de las Madres contra la Droga, hay un cap¨ªtulo reservado a la magistrada, escrito de su pu?o y letra.
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