El tiempo no perdido
Cuenta mi madre que nuestra vecina se sac¨® la selectividad dando vueltas en la circular de la l¨ªnea 6
El tiempo que disfrutaste perdiendo no fue perdido. Hay algo m¨¢gico en los lugares de tr¨¢nsito en Madrid. Espacios donde esperamos, donde se decelera el tiempo y contemplamos la vida pasar sin hacer nada en particular. Cuenta mi madre que nuestra vecina se sac¨® la selectividad dando vueltas en la circular de la l¨ªnea 6. Tras haber estado pegada a sus apuntes durante un largo periodo de tiempo, se desahogaba baj¨¢ndose al metro. Le relajaba el ruido del vag¨®n, las voces bajas y altas de los pasajeros, la luz blanca pero tenue de las barras del techo y las canciones populares versionadas e interpretadas por m¨²sicos ambulantes. Prefer¨ªa los antiguos vagones, dec¨ªa que ol¨ªan a memoria. Y mientras ve¨ªa de reojo c¨®mo desenvolv¨ªan las vidas de las personas ajenas quienes seguramente jam¨¢s coincidir¨ªan de nuevo, ella se quedaba envuelta en sus pensamientos, hasta que llegase la hora de la cena y de volver a su casa.
¡°?Qu¨¦ curioso, en el vag¨®n del tren!¡±, dije en Spanchinglish, mezcla de espa?ol, ingl¨¦s y chino mandar¨ªn que solamente utilizamos entre mi familia. No solemos hablar mucho durante las reuniones familiares desde que nos abrimos cada una una cuenta de Netflix. Adem¨¢s, nunca coincidimos con las series ¡ªYo, Big Mouth; mis padres, Please Like Me¡ª, lo cual hac¨ªa que iniciar una conversaci¨®n fuese a¨²n m¨¢s complicado.
Y es que llevo menos de un a?o trabajando como aut¨®nomo y paso la gran mayor¨ªa del tiempo en mi casa y, no s¨¦ los dem¨¢s, pero a veces trabajar desde casa puede ser un arma de doble filo ya que la frontera entre tu vida laboral y tu vida social se borra. Qu¨¦ obsesi¨®n tener que rellenar todos los minutos, los segundos de nuestras vidas siendo constantemente productivos, sentir que siempre estamos corriendo detr¨¢s de fechas de entrega o compromisos con retraso.
De repente me acord¨¦ del art¨ªculo de Carles Geli No hay que tener miedo a no hacer nada productivo, hablando sobre Andrea K?hler (periodista y escritora alemana) y su ensayo El tiempo regalado, sobre la importancia de reivindicar la lentitud y la espera en tiempos donde prima la producci¨®n, o El Entusiasmo, de Zafra, sobre la precariedad de los trabajos creativos.
Es cierto que suelo, y con mucha regularidad, ir a trabajar a cafeter¨ªas, tanto que tengo archivado en mi imaginario un cat¨¢logo de los c¨®digos de ba?os de muchas de ellas. Me gusta trabajar en el Matadero, la Casa Encendida o el coworking de Centro Centro en Cibeles, luchando por el ¨²ltimo enchufe para el ordenador, para evadir de vez en cuando el trabajo solitario en casa asegur¨¢ndome de que no ha habido un apocalipsis zombi y que no soy la ¨²nica persona viva en el mundo. Pero nunca se me hab¨ªa ocurrido hacerlo sin nada entre manos. Sin hacer nada en particular, viviendo el presente, perdiendo el tiempo no perdido.
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