Fallece el escritor y traductor Ramon Folch i Camarasa, hijo de Folch i Torres
Autor y responsable de centenares de t¨ªtulos, fue el guionista del Massagran de c¨®mic y dirigi¨® la segunda etapa de la revista ¡®Patufet¡¯
Siempre es dif¨ªcil despegarse de la zona de influencia de la sombra del padre. Y m¨¢s si este se llama Josep Maria Folch i Torres y uno tambi¨¦n ha o¨ªdo la llamada de la literatura. Pero su noveno hijo, Ramon Folch i Camarasa, lo logr¨® sin necesidad de denostarla. Incluso la potenci¨®, llevando el personaje Massagran de su progenitor al c¨®mic o dirigiendo la revista Patufet a finales de los a?os 60. Supo, pues, trazar su propio camino, con m¨¢s de una cincuentena de obras propias que le valieron un buen n¨²mero de prestigiosos premios (desde el Sant Jordi al Ramon Llull, pasando por el Sant Joan o el V¨ªctor Catal¨¤), y centenares de traducciones, capitales para la construcci¨®n de la literatura en catal¨¢n: Huxley, Orwell, Hemingway, Nabokov... Su propia sombra, pues, se desvaneci¨® ayer a los 92 a?os en el hospital de Mollet del Vall¨¨s, donde llevaba tres d¨ªas ingresado tras sufrir un ictus isqu¨¦mico.
Cuando naci¨® Ramon Folch i Camarasa el 30 de octubre de 1926 hac¨ªa casi tres a?os que el multitudinario movimiento promovido por su padre, Pomells de Joventut, hab¨ªa sido disuelto por la dictadura de Primo de Rivera; cuando contaba con dos se trunc¨® la famosa Biblioteca Gentil y cuando cumpli¨® los 12 mor¨ªa el primer En Patufet, todo creado por su progenitor. El azar remach¨® las coincidencias en 1951: cuando ¨¦l mismo estrenaba su primera comedia para ni?os, hac¨ªa un a?o, d¨ªa por d¨ªa, que hab¨ªa muerto su padre, al que en la primera posguerra acompa?aba a los pueblos donde se representaban sus obras. El virus literario lo ten¨ªa inoculado de muy peque?o porque recordaba, con ocho a?os, haber escrito su primer cuento. ¡°Supongo que el ejemplo de mi padre me influy¨®, como el de mi hermano Jordi¡±, subrayaba, recordando a su hermano mayor Jordi, de prometedora carrera frustrada por su prematura muerte.
Folch i Camarasa empez¨® estudiando Derecho, pero ya ayudaba a su padre en menesteres literarios, como tambi¨¦n lo har¨ªa en labores editoriales del m¨ªtico Josep Jan¨¦s, de quien, acabada la carrera, acept¨® un puesto como corrector y retocando o haciendo traducciones, muchas decenas en castellano, que no firm¨®. Todo no eran m¨¢s que semillas de las que brot¨® en 1954 --el mismo a?o en que se cas¨® con Montserrat Pons, con quien tendr¨ªa seis hijos-- su primera novela, Camins de ciutat. Ya la segunda, La maroma (1957), recoger¨ªa el premio Joanot Martorell, el primer de un largo curr¨ªculo que comprender¨ªan los principales galardones de las letras catalanas: el V¨ªctor Catal¨¤ de relatos (La sala d¡¯espera, de 1961), el Sant Jordi (La visita, de 1965, y quiz¨¢ su obra m¨¢s representativa), el Ramon Llull (Estrictament confidencial, 1983) o el Sant Joan (Testa de vell en bronze, 1998).
Que en 1959 empezara su tan notable, por numerosa y brillante, labor de traducci¨®n al catal¨¢n (reconocida con la Creu de Sant Jordi en 1986 y con el Honoris Causa de la Universidad Aut¨®noma de Barcelona) de manera sistem¨¢tica con Diari, de Anna Frank, no debi¨® ser casual: la experiencia personal, el tono realista y el substrato psicol¨®gico que destila esa contundente obra universal tambi¨¦n fueron las se?as de identidad de su propia producci¨®n, honesta, con regusto a compromiso social y con esa siempre dif¨ªcil de conseguir sensaci¨®n de hallarse ante un escritura f¨¢cil por clara y directa, quiz¨¢ fruto de la ense?anza de quien se form¨® bajo los ¨²ltimos influjos del Noucentisme y de leer, am¨¦n de su a padre, la obra de Josep Carner o la de Prudenci Bertrana; el resto de autores catalanes los encontraba, dec¨ªa, ¡°usuarios de un catal¨¢n muy artificioso¡±. As¨ª fueron desgran¨¢ndose, con los a?os, sus versiones de Un m¨®n feli?, de Huxley; Homenatge a Catalunya, de Orwell, Un ad¨¦u a les armes, de Hemingway, o Retorn a Brideshead, de Evelyn Waugh. De una lista extensa pueden entresacarse tambi¨¦n obras de Jack London, John Dos Passos, Patricia Highsmith, Jean-Paul Sartre o Carson McCullers.
Como casi siempre y casi todos, para el sustento tuvo que acabar buscando refugio en la seguridad de un trabajo paraliterario, que en su caso fueron labores de traductor en Ginebra, entre 1970 y 1983, en la Organizaci¨®n Mundial de la Salud. A su regreso cay¨® el premio Llull y el reto de llevar al c¨®mic el mundo del personaje Massagran que su padre creara en 1910. La adaptaci¨®n de la primera parte de la novela Aventures extraordin¨¤ries d¡¯en Massagran arranc¨® una serie que, con sus guiones y dibujos de Josep Maria Madorell, hasta 2002 contabiliz¨® 15 ¨¢lbumes, que llegaron a saltar a la televisi¨®n, emitidos por TV-3.
Mor als 92 anys l'escriptor i traductor Ramon Folch i Camarasa. Que la terra et sigui lleu.
— Lletres catalanes (@lletres) January 3, 2019
La muerte de Madorell en 2004 trunc¨® la serie, pero no el cultivo de Folch i Camarasa de la memoria de la vida y la obra de su padre, que siempre mantuvo. Por retener vivo su recuerdo quiz¨¢ acept¨® la direcci¨®n, entre 1968 y 1973, de la segunda etapa de Patufet (sin el En), donde escribi¨® una serie, Hist¨°ries possibles, 120 textos en los que reflej¨® m¨¢s claramente sus convicciones, de ra¨ªces cat¨®licas y catalanistas, y bonhom¨ªa: ¡°Nunca me he propuesto hacer circular valores. Los que se pueden encontraren mis escritos est¨¢n porque son m¨ªos y porque no podr¨ªa escribir sin que estuvieran¡±, aseguraba. Ya en 1968 redact¨® Bon dia, pare, retrato y recuerdos de Folch i Torres y uno de los tributos literarios m¨¢s honestos que se han hecho a la figura del progenitor en las letras catalanas. Instalado en Palau-solit¨¤ i Plegamans, dirig¨ªa la Fundaci¨® Folch i Torres y su Archivo-Museo, en el castillo de la poblaci¨®n.
Autor tambi¨¦n de teatro juvenil y de cuentos, Folch i Camarasa entr¨® en un silencio que rompi¨® en 1991 con, c¨®mo no, otro premio, el Pere Quart de humor, algo que le caracteriz¨®. El libro: Manual del perfecte escriptor mediocre. Era broma: de aplic¨¢rselo, hubiera sido injusto con su propia sombra.
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