Confesiones de un butronero
Flako colabor¨® desde los 16 a?os en los atracos que ideaba la banda de su padre y se especializ¨® en horadar el subsuelo madrile?o. Explica que, al igual que sucede con los barrios, hay alcantarillados ricos y alcantarillados pobres
La epidermis de la ciudad no se corresponde con el trazado de las cloacas. Bajo una avenida ampl¨ªsima puede haber estrechos pasillos ramificados o que en los cimientos de un chafl¨¢n se abra paso el agua formando cataratas. Las profundidades son un laberinto que Flako conoce bien, aunque para recorrerlas nunca tuviera un mapa: lo dibujaba ¨¦l.
Flako tiene 33 a?os y se oculta bajo una m¨¢scara blanca que encarg¨® para el documental Apuntes para una pel¨ªcula de atracos el director El¨ªas Le¨®n Siminiani (San Sebasti¨¢n, 1971) . ¡°A m¨ª me da igual, pero no quiero causarle problemas a mi hijo¡±, explica al tiempo que sorbe un aquarius de lim¨®n. Apuntes para una pel¨ªcula de atracos, nominada a los premios Goya, es una historia de espejos que recoge la amistad entre dos hombres de universos opuestos. Fascinado por su figura, Siminiani le escribi¨® a prisi¨®n con la intenci¨®n de que protagonizara una pel¨ªcula y pronto encontraron puntos en com¨²n. Solo les alejaba el cristal blindado del vis a vis. Ahora, el que era conocido como "el Robin Hood de Vallecas" publica sus memorias Esa maldita pared (Libros del K.O.),? a las que dio forma cuando estaba en prisi¨®n.
Durante a?os se dedic¨® a localizar las salidas de aguas que conectaban con el s¨®tano de un banco, donde entraba a robar tras perforarlo. Fue la culminaci¨®n de un aprendizaje iniciado en el a?o 2000, cuando particip¨® en el primer atraco junto a su padre. Flako informaba del ambiente en la calle desde una cabina telef¨®nica: fue la primera vez de las incontables ocasiones en las que ver¨ªa a su progenitor emerger de las entra?as de la ciudad.
Al igual que sucede con los barrios, hay alcantarillados ricos y alcantarillados pobres. Los subterr¨¢neos abovedados de las zonas nobles no se parecen en nada a las galer¨ªas que atraviesan de punta a punta el extrarradio. Bajo las embajadas de la calle Serrano no hay telara?as ni cucarachas; ¡°el ambiente es h¨²medo y huele a lej¨ªa¡±, cuenta Flako, vallecano hasta la m¨¦dula. ?l debut¨® en esos corredores con 25 a?os. Para orientarse se acuclillaba con disimulo y arrojaba al colector un tornillo que encontrar¨ªa despu¨¦s mientras transitaba las catacumbas. ¡°Muchos t¨²neles llevan el nombre que ten¨ªan antiguamente las calles de encima. Apuesto a que ah¨ª abajo siguen las placas retiradas de los generales franquistas¡±.
Sujeta al tobillo, Flako lleva la pulsera telem¨¢tica del tercer grado, un dispositivo electr¨®nico que alerta a la polic¨ªa si, llegadas las 22:30, no se encuentra en su domicilio. Le acusaron de siete robos a entidades bancarias y ha cumplido condena por dos: cuatro a?os entre Soto del Real y Estremera. ¡°Este vaso de cristal es un lujo. En la c¨¢rcel, olv¨ªdate; es todo de pl¨¢stico y nada sabe igual¡±. Su padre tambi¨¦n estuvo preso cuando ¨¦l apenas ten¨ªa unas semanas de vida. Hoy evoca el recuerdo de un hombre con bigote que ¡°no trabajaba nunca y siempre ten¨ªa dinero¡±. Y una pistola.
Con seis a?os Flako aprendi¨® a disparar y con 16 participaba en los atracos familiares, requeridos de una planificaci¨®n compleja que pod¨ªa durar meses. Estudi¨® mec¨¢nica, alba?iler¨ªa y fontaner¨ªa y fue uno m¨¢s de la banda. Estas peripecias ocupaban toda su atenci¨®n y abandon¨® el instituto. Ten¨ªa dinero y pagaba comidas, copas y prostitutas con las monedas de dos mil pesetas del bot¨ªn. Hoy es un mileurista que no repetir¨ªa todo aquello: ¡°La libertad vale oro¡±. Tiene sendas cuentas en Twitter e Instagram.
¡°Solo pod¨ªa salir al patio tres horas al d¨ªa, as¨ª que me afan¨¦ en escribir. Al principio sobre mi infancia, despu¨¦s sobre los atracos. Era una forma de matar el tiempo¡±. Cuando obtuvo uno de los primeros permisos penitenciarios, Flako conoci¨® al que hoy es su editor: Emilio S¨¢nchez Mediavilla. Sus vidas ya se hab¨ªan cruzado sin advertirlo: cuatro a?os antes, el periodista se dispon¨ªa a montar caseta en la Feria del Libro, cuando tropez¨® con el operativo policial que buscaba a Flako tras su ¨²ltimo golpe, en la calle Alcal¨¢. Ya era conocido por la prensa como "el Robin Hood de Vallecas".
Apuntes para un libro de atracos
Esa maldita pared, la novela de Flako editada en Libros del K.O, toma prestado su nombre de una canci¨®n de Bambino. Aquel tema aflamencado sonaba en el coche tras los atracos, cuando hab¨ªa que pisar a fondo el acelerador y de tanto correr el dulzor de la sangre salpicaba el paladar: "Esa maldita pared, que separa t¨² vida y la m¨ªa", dice una estrofa. En su caso, los muros no le separaban de ning¨²n amor, si no del tesoro. Animado por predecesores que tambi¨¦n escribieron en prisi¨®n, como Edward Bunker o Sergius Piasecki, esta es una novela castiza y detallista.
Los butroneros tienen su propio santoral, donde brilla Albert Spaggiari, el franc¨¦s que desvalij¨® en 1976 la c¨¢mara acorazada del banco Soci¨¦t¨¦ G¨¦nerale de Niza. Trabaj¨® durante meses en un t¨²nel que part¨ªa de las alcantarillas y entr¨®, finalmente, durante un festivo. Se pas¨® all¨ª el fin de semana entero y revent¨® centenares de cajas acorazadas que conten¨ªan la fortuna en efectivo de afamados empresarios. Tambi¨¦n bonos al portador y valores. Fue una operaci¨®n calmada que celebr¨®, a¨²n en el interior de la entidad, con vino y queso. Y antes de marcharse dej¨® una consigna sobre la pared: "Sin armas, sin odio y sin violencia".
Otro espa?ol firm¨® atracos de guante blanco: Arturo G¨®mez Vidal, el alba?il que encend¨ªa un carburo y bajaba al subsuelo en busca de objetos de valor que revender. ¡°He limpiado m¨¢s alcantarillas que el Ayuntamiento de Madrid¡±, asegur¨® en una entrevista concedida en 1994 a este diario. Aquel pasatiempo le permiti¨® conocer secretos del alcantarillado y decidi¨® asaltar bancos. El butr¨®n a una oficina de la Plaza de Cascorro en 1986 fue su golpe m¨¢s sonado: rob¨® un bot¨ªn equivalente a 12 millones de euros y no utiliz¨® pistolas.
Cuando muri¨® su padre, Flako abandon¨® el negocio del crimen por un tiempo, hasta que un antiguo socio le contact¨® para volver a las andadas. Era el a?o 2010 y la crisis se hac¨ªa notar en el empleo. Flako apost¨® de nuevo la furgoneta junto a una alcantarilla discreta para adentrarse bajo el suelo, esta vez sin el respaldo paterno. La polic¨ªa tard¨® tres a?os en identificarle porque no cumpl¨ªa el perfil habitual de un delincuente: ni ten¨ªa antecedentes ni era adicto a las drogas y tampoco llevaba una vida ostentosa. ¡°Est¨¢ claro que tener dinero era importante, yo quer¨ªa vivir bien, para viajar y darme caprichos, pero siempre he sido un obrero de Vallecas. Ahora toda esa energ¨ªa la vuelco en proyectos creativos como el documental o el libro.¡±
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