La bomba nuclear del alquiler
No se encuentran pisos asequibles ni en el espacio exterior
Habr¨¢n le¨ªdo que los terraplanistas, esos que todav¨ªa piensan que la Tierra es plana, han fletado un barco para navegar la mar oc¨¦ana hasta llegar a los confines del planeta (o lo que sea) y comprobar la existencia de un gran abismo que se derrama en las profundidades del Universo, o un enorme muro de hielo. Ya ver¨¢n qu¨¦ chasco. Tambi¨¦n hemos sabido recientemente que la sonda Voyager 2, que parti¨® de la Tierra en 1977, ha abandonado ya la periferia m¨¢s lejana del Sistema Solar y se adentra en las oscuridades insondables del espacio interestelar, en pos de nuevos descubrimientos.
No se crean todo lo que lean en esta ¨¦poca de fake news. No est¨¢n escarbando en los secretos del cosmos o comprobando la planitud de la Tierra: en realidad est¨¢n buscando un pisito a precio decente, que en Madrid no se encuentra ni en el centro, por supuesto, ni tampoco en la periferia m¨¢s lejana, all¨ª donde Madrid deja de ser Madrid y se abre un gran abismo en el suelo.
Contaba el otro d¨ªa en esta secci¨®n el compa?ero Daniel G¨®mez que dif¨ªcilmente se puede alquilar ya de manera razonable ni en Villa de Vallecas, en el extremo sudeste. Los precios han subido un 13,1% en el ¨²ltimo a?o y ya no son una baratura en un barrio obrero tradicionalmente barato. Estos son los efectos de la avaricia inmobiliaria y el vuelo del buitre, de la gentrificaci¨®n y las turistificaci¨®n, que empiezan a especular en el centro pero se propaga como una onda expansiva a todos los confines.
Imaginen una piedra que cae en la superficie pl¨¢cida de un estanque. Hace chof y, a partir de ese punto central, se empiezan a generan ondas circulares que se expanden de manera conc¨¦ntrica. As¨ª pasa con la vivienda: que se expulsa a los habitantes del centro y esos habitantes del centro se van a buscar piso a los barrios exteriores y a su vez desplazan a esos vecinos que se tienen que ir m¨¢s hacia afuera, hasta que al final alguien se cae por el borde del disco. Es frecuente que en las megal¨®polis contempor¨¢neas muchos de los trabajadores, precisamente los m¨¢s pobres, se pasen media vida en el transporte p¨²blico para ir y volver del tajo, de tal manera que se vive para trabajar en vez de trabajarse para vivir. Eso es tendencia.
As¨ª que mejor olviden ustedes la met¨¢fora del estanque en calma y la piedra y bla, bla, bla, e imaginen mejor una bomba nuclear que cae en el puro centro de Madrid, levanta un temible hongo encima de la Puerta del Sol y genera una onda expansiva que llega a todos los madriles.
Probablemente tengamos que dejar esta ciudad vac¨ªa a nuestras espaldas. Hay esperanza: los astrof¨ªsicos creen haber encontrado un chollo de 30 metros cuadrados m¨¢s all¨¢ de Ori¨®n, cerca de la puerta de Tannh?user.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.