20-S: nace el relato de la violencia
La Fiscal¨ªa sit¨²a el inicio de la violencia en la masiva concentraci¨®n de rechazo a unos registros judiciales pocos d¨ªas antes del refer¨¦ndum
El proc¨¦s ha regalado unas cuantas jornadas para la historia, ninguna como el 1 de octubre de 2017, el refer¨¦ndum peleado hasta el final por el Govern. Los independentistas han escrito un cantar de gesta a prop¨®sito del 1-O, poema de humillaci¨®n policial y dignidad ciudadana que no olvidar¨¢n. Pero hay otra fecha que bien merece negrita, subrayado y cursiva: el 20 de septiembre de 2017. Porque el 20-S explica, incluso mejor que el 1-O, el devenir judicial del proc¨¦s. Lo que ocurri¨® ese d¨ªa ¡ªobjeto de controversia y una de las grandes batallas dial¨¦cticas del juicio¡ª es el ancla al que se aferra la Fiscal¨ªa para sostener el relato de la violencia. Y, con ¨¦l, el delito de rebeli¨®n.
El 20-S, una actuaci¨®n judicial acab¨® provocando otra actuaci¨®n judicial. La Guardia Civil lanz¨® la Operaci¨®n Anubis ¡ªdios egipcio ligado a la muerte, pero tambi¨¦n ligado a la vida¡ª por orden del Juzgado de Instrucci¨®n n¨²mero 13 de Barcelona, que investigaba (a¨²n lo hace) los preparativos de la consulta ilegal. Hasta 14 altos cargos de la Generalitat fueron detenidos y hubo 40 registros en dependencias oficiales. Miles de ciudadanos, indignados por la actuaci¨®n judicial y en un clima efervescente previo a la votaci¨®n, se plantaron frente al Departamento de Econom¨ªa, en el centro de Barcelona. Les convocaron, entre otros, el expresidente de la Asamblea Nacional Catalana, Jordi S¨¤nchez, y el presidente de ?mnium Cultural, Jordi Cuixart.
Permanecieron all¨ª desde primera hora hasta medianoche. En su punto culminante (hacia las 20.00) llegaron a concentrarse frente a Econom¨ªa 40.000 personas. Mientras tanto, en el interior, la Guardia Civil revisaba documentos y funcionarios como Eduard trabajaban m¨¢s curiosos que preocupados, inmersos sin saberlo en el flujo de la historia.
¡°Cuando entr¨¦, antes de las 9, ya hab¨ªa 300 personas. Un guardia civil en la puerta me pidi¨®, muy educado, el carn¨¦. Hab¨ªa escuchado en la radio lo de los registros. Sub¨ª a mi planta y trabaj¨¦ con normalidad, aunque es verdad que ese d¨ªa salimos todos m¨¢s de lo habitual a los balcones que dan a la Rambla¡±, cuenta Eduard. Dice que nunca fue consciente de estar viviendo algo especial. Menos a¨²n, que esa protesta traer¨ªa consecuencias penales. ¡°La gente estaba en actitud festiva. A mediod¨ªa se empezaron a escuchar mejor los gritos: Els carrers seran sempre nostres. Me qued¨® marcado eso¡±.
¡°Todo amabilidad¡±
No sali¨® a comer porque llevaba ¡°el t¨¢per¡± de casa. Dos agentes subieron a su planta, inspeccionaron ¡°el armario donde est¨¢n los cables del tel¨¦fono¡± y volvieron a bajar. ¡°Todo era amabilidad por las dos partes¡±. Se fue a las 20.00. ¡°Sal¨ª por la puerta. Los voluntarios de la ANC ten¨ªan un cord¨®n bastante generoso y no tuve problemas¡±, relata. El funcionario no se qued¨® para ver las dos estampas que acabar¨ªan marcando, en parte, el relato del 20-S. A las 23.45, S¨¤nchez y Cuixart se subieron a un veh¨ªculo logotipado de la Guardia Civil para insistir, con la ayuda de un meg¨¢fono, en que hab¨ªa que dar por finalizada la protesta. Algunos les silbaron. Y se quedaron. Pasada la medianoche, los Mossos cargaron contra 500 personas que a¨²n resist¨ªan en el lugar.
La Fiscal¨ªa cree que, cuando convocaron a la poblaci¨®n a trav¨¦s de Twitter, S¨¤nchez y Cuixart pretend¨ªan ¡°impedir por la v¨ªa de los hechos el cumplimiento de las decisiones judiciales¡±. Sus llamamientos fueron ¡°incendiarios¡±. ¡°Les alentaron dici¨¦ndoles que no podr¨ªan con todos ellos¡± y que las fuerzas del orden ¡°hab¨ªan declarado la guerra a los que quer¨ªan votar¡±. El ministerio p¨²blico relata lo que ocurri¨® despu¨¦s como una jornada de violencia. Los manifestantes lograron ¡°someter a su fuerza la comisi¨®n judicial¡± al ¡°rodear¡± el edificio, acci¨®n que describe como un ¡°asedio¡±. La protesta ¡°entorpeci¨® gravemente¡± las entradas y registros. Y denuncia, en particular, que la Guardia Civil no pudo introducir en el edificio a los detenidos ¡ªque deb¨ªan estar presentes en los registros¡ª y que la comisi¨®n judicial ¡°se vio privada de su libertad de movimientos al tener impedida la entrada o salida del edificio¡±.
Las defensas tienen respuesta para todo ello. El 20-S no fue un intento de impedir los registros, sino ¡°un acto de ejercicio del derecho de reuni¨®n y manifestaci¨®n pac¨ªfica¡±. Los llamamientos de S¨¤nchez y Cuixart pretend¨ªan ¡°expresar la protesta¡± ante una actuaci¨®n que consideraban ¡°desproporcionada¡±. Nada hubo de incendiario, replican, en sus tuits. ¡°Resistamos pac¨ªficamente. Salgamos a defender desde la no violencia nuestras instituciones¡±, escribi¨® el expresidente de la ANC. Los l¨ªderes sociales del independentismo trataron de mediar con la Guardia Civil para que pudieran ¡°efectuar su trabajo sin incidencias¡± ¡ªde ah¨ª, el pasillo humano¡ª, pero tambi¨¦n les comunicaron que desalojar a los concentrados era misi¨®n ¡°imposible¡±. Y recuerdan que los detenidos renunciaron a estar presentes en los registros. Y si subieron al coche patrulla, insisten las defensas, fue para que la gente les escuchara. En ning¨²n caso se les puede atribuir los da?os en los veh¨ªculos, sostienen. Y menos, los incidentes causados por unos pocos alterados cuando la concentraci¨®n ya se hab¨ªa disuelto.
La Operaci¨®n Anubis trat¨® de ser un golpe letal al refer¨¦ndum. Al apartar de la log¨ªstica a sus organizadores, la Guardia Civil crey¨® haber dado con la tecla para frenar la consulta ilegal. No lo logr¨® ¡ªla ciudadan¨ªa se moviliz¨® y el 1-O aparecieron urnas, papeletas y todo lo necesario para votar¡ª, pero el operativo tuvo otra consecuencia no menos importante. Tres d¨ªas despu¨¦s, la Fiscal¨ªa presentaba una denuncia para investigar las movilizaciones de ANC y ?mnium. Subi¨® el tono y, por primera vez, habl¨® de sedici¨®n en el proc¨¦s. Tras el refer¨¦ndum, la Audiencia Nacional cit¨® a los Jordis. El 16 de octubre, antes de la declaraci¨®n unilateral de independencia, les envi¨® a prisi¨®n.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.