Un arca de No¨¦ en el centro de Madrid
La Polic¨ªa Municipal recupera 925 ejemplares de distintas especies a lo largo de 2018
?Es posible encontrar una culebra en pleno barrio de Salamanca? ?Hay rapaces como cern¨ªcalos o halcones peregrinos en el distrito de Retiro? ?Puede una madrile?a encontrarse una pit¨®n enroscada en una camiseta dentro de un armario? Todas las preguntas tienen una respuesta afirmativa y de ellas ha dado buena cuenta la Unidad de Medio Ambiente (UMA) de la Polic¨ªa Municipal de Madrid que el a?o pasado recuper¨® 925 ejemplares de distintas especies: 760 aves, 81 mam¨ªferos, 71 reptiles, tres ar¨¢cnidos y 10 caracoles gigantes. Los 90 agentes de la UMA han tramitado 329 atestados por posible delito contra la fauna y la flora, lo que supone un ligero incremento respecto a los 304 del a?o anterior.
Uno de los casos m¨¢s llamativos al que se ha enfrentado la unidad son los 10 caracoles gigantes africanos. C¨®mo llegaron a Madrid es un misterio, aunque no fue complicado interceptarlos. Una empresa de mensajer¨ªa contact¨® con la Polic¨ªa Municipal al ver que un env¨ªo catalogado como artesan¨ªa ten¨ªa un envase lleno de agujeros. Los agentes lo abrieron y descubrieron a los 10 enormes moluscos listos para viajar. Pero lo que a priori parec¨ªa un animal inofensivo, encendi¨® todas las alarmas. Este tipo de molusco transporta numerosos par¨¢sitos y puede causar enfermedades graves como peritonitis y meningitis o transmitir pat¨®genos mortales a otros animales. Lo m¨¢s curioso: pueden llegar a pesar hasta un kilo y pone hasta 500 huevos de una sola vez. El env¨ªo del paquete iba con destino a Italia y proced¨ªa de Coslada. El remitente, al ser interpelado por los agentes, asegur¨® que se hab¨ªa confundido y que hab¨ªa cogido los animales del terrario de su hija. De poco le sirvi¨® la excusa. Le abrieron diligencias por un delito contra la fauna y la salud p¨²blica.
Los caracoles fueron remitidos a un centro de recuperaci¨®n de animales salvajes de la Comunidad de Madrid, cuya sede se encuentra en Tres Cantos. All¨ª les montaron un terrario especial y, para evitar males mayores, tuvieron que incinerar todas las superficies que hab¨ªan tocado. ¡°El problema es que estas especies no tienen depredadores naturales y se pueden cargar una zona entera¡±, explica el agente de la UMA, Jorge Piedrahita.
Otras especies han llegado a Espa?a sin necesidad de mensajer¨ªa postal. Transportadas por el propio cambio clim¨¢tico, hay aves que antes anidaban en Espa?a y pasaban el invierno en ?frica que ahora se han mudado, la mayor parte del a?o, a la capital. Entre ellas, el vencejo. En total se recuperaron 306 ejemplares en 2018 de esta ave protegida que a veces sufre de algo tan simple como la desorientaci¨®n. ¡°Son p¨¢jaros con unas alas m¨¢s grandes que su cuerpo y, a veces, entre los edificios de la ciudad se aturden y no pueden volar. Hay que llevarlos a zonas abiertas para ayudarles, aunque sin hacerles da?o porque puedes estar cometiendo un delito¡±, explica Piedrahita. Tambi¨¦n resulta relativamente frecuente ver aves rapaces en medio de la ciudad, como cern¨ªcalos o halcones peregrinos. Algunas de estas especies cr¨ªan en los rascacielos y en edificios altos, como la Torre de Valencia. Las cr¨ªas suelen descansar cuando realizan su primer vuelo. De ah¨ª, que algunos madrile?os las vean y avisen de inmediato a la polic¨ªa. ¡°Nos ha llamado gente asustada porque estaban encima de su coche¡±, reconoce Jos¨¦ Francisco Gallego, que lleva 26 a?os en la Unidad de Medio Ambiente.
El espectro de aves es tan amplio que se han recogido desde un buitre leonado junto a la M-45 ¡ªque se cans¨® del vuelo y se pos¨® un rato para continuar despu¨¦s¡ª hasta cig¨¹e?as o diversas rapaces nocturnas. ¡°Tampoco hay que asustarse. Las rapaces, por ejemplo, hacen una gran labor con las cotorras argentinas, que es una especie invasora¡±, asegura Piedrahita.
Lo mismo pasa con los reptiles, ¡°que aunque den miedo, son animales que no hay que matar, est¨¢n tambi¨¦n protegidos¡±, insiste Gallego. En Madrid se han encontrado culebras escaleras, que pueden alcanzar el metro y medio de longitud, la bastarda, la herradura y la de agua, de hasta dos metros. Algunas pueden ser agresivas, pero no llegan a ser peligrosas para las personas. ¡°Se meten muchas veces en los coches cuando est¨¢n en el campo y por eso, cuando llegan a la ciudad, salen al exterior. No es extra?o verlas en plena calle, como ya nos ha ocurrido en el barrio de Salamanca. Las metemos en un recipiente y las soltamos en su h¨¢bitat¡±.
Vida salvaje
De la convivencia natural con algunos animales ¡ª¡°hay que tener en cuenta que hemos invadido su terreno, ellos siguen ah¨ª y se intentan adaptar como pueden¡±¡ª, a la convivencia obligada a la que algunos desaprensivos someten a otros que disfrutan de una vida salvaje. Un caso llamativo, el de un cervatillo ¡°en medio de la capital¡±. Los agentes de la UMA recibieron una denuncia de un vecino. Una mujer estaba criando a base de biberones ¡°a un peque?o bambi¡±. Lo ten¨ªa dentro de su jard¨ªn, por lo que el animal, una especie protegida, fue incautado y ella, denunciada. ¡°Los cervatillos, cuando est¨¢n en el bosque, se tumban en el suelo mientras esperan a su madre. Y se dejan coger f¨¢cilmente. Seguramente lo vieron, lo metieron en el coche y se lo llevaron a casa¡±. El c¨¦rvido fue trasladado al centro de recuperaci¨®n de la fauna Grefa, en Majadahonda. ¡°Ya no se puede soltar en libertad, ahora estar¨ªa condenado y morir¨ªa seguro¡±.
Curioso tambi¨¦n fue el caso de la mujer que llam¨® ¡°hist¨¦rica¡± porque al abrir su armario vio una boa enroscada en una camiseta. ¡°La se?ora estaba fuera de s¨ª. Cuando conseguimos atraparla preguntamos en su edificio y, efectivamente, una vecina nos contest¨® que llevaba varios d¨ªas sin ver a la serpiente de su hija¡±, cuenta Gallego.
Por distritos, Carabanchel es el que m¨¢s trabajo dio a los agentes el a?o pasado. ¡°Es el m¨¢s amplio¡±, advierten. Le siguen Puente de Vallecas y Villaverde, donde abundan las incidencias con perros, especialmente los potencialmente peligrosos (PPP). ¡°Pero he de decir que el ¨²nico que me ha mordido a m¨ª ha sido un caniche¡±, se r¨ªe Gallego. Para que una persona adquiera un PPP es preciso tener una licencia con validez de cinco a?os. Su incumplimiento se considera una infracci¨®n muy grave y puede acarrear sanciones de entre 2.404 y 15.025 euros. ¡°Claramente la ley que tenemos los estigmatiza. Lo l¨®gico no es hablar de animales potencialmente peligrosos, sino de perfiles de due?os¡±, reconoce Piedrahita.
Ese perfil es el que preocupa, pero no solo en el de los due?os de perros. ¡°Un ciudadano nos llam¨® porque una papelera en mitad de la calle se mov¨ªa sola y cuando la desmontamos vimos una tar¨¢ntula del tama?o de una mano metida en un tarro de cristal. Eso fue alguien que se hab¨ªa cansado de tenerla¡±.
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