La Filosof¨ªa del capricho
Un libro invita al paseante del parque del El Capricho a departir con su creadora, la duquesa de Osuna

El Capricho, situado en la Alameda de Osuna, es uno de esos parques que representa, felizmente, las inquietudes de la sociedad ilustrada. El esfuerzo ¨²nico y sostenido ¨Ctard¨® 30 a?os en terminarlo¨C de su creadora, la duquesa de Osuna, dio ocasi¨®n a un parque que fue el no va m¨¢s de la ¨¦poca. Instal¨® un laberinto de arbustos, un riachuelo y un lago artificial, un casino donde celebraba timbas (dicen que era excelente jugando a las cartas) e, incluso, pag¨® a un hombre para que fingiera ser un ermita?o, se dejara crecer el pelo y las u?as y residiera en una casa situada en el parque.
"Vamos a hacer algo que no debe hacerse en un parque: explicarlo. No se puede explicar la Poes¨ªa igual que un parque no est¨¢ pensado para entender su mensaje, sino para la evocaci¨®n y la contemplaci¨®n", sostiene D¨¢maso L¨®pez Garc¨ªa, profesor de literatura inglesa, catedr¨¢tico en la Universidad Complutense de Madrid y reciente autor de Silva Ilustrada (Guillermo Escolar Editor). En su ensayo, L¨®pez Garc¨ªa propone un "itinerario pedag¨®gico y tem¨¢tico" en el que poder apreciar algunas de las grandes cuestiones que inquietan a la Espa?a ilustrada, y que se opone radicalmente a una posible primera impresi¨®n de que el jard¨ªn no es m¨¢s que el fruto del antojo de una se?ora adinerada.
El nombre del paraje confunde las intenciones de la duquesa. Con una larga lista de t¨ªtulos nobiliarios, Mar¨ªa Josefa de la Soledad Alfonso-Pimentel y T¨¦llez-Gir¨®n no fue una arist¨®crata caprichosa, sino m¨¢s bien, "una intelectual con un gusto exquisito, una figura femenina que en Francia ya hubieran ensalzado", seg¨²n el catedr¨¢tico. En una de las p¨¢ginas de su Cuaderno de Bit¨¢cora, Ortega y Gasset escribi¨®: "Vistos desde la vida los productos de la raz¨®n son caprichosos, como lo son los de la vida vistos desde la raz¨®n" y a L¨®pez Garc¨ªa le pareci¨® que estas palabras, en las que el fil¨®sofo lamenta la carencia de Ilustraci¨®n en Espa?a, eran muy propias para describir el parque de la Alameda de Osuna, un "capricho tenido por la raz¨®n".
La musa de Goya, duquesa y condesa de Benavente dio all¨ª rienda suelta a sus voluntades intelectuales. Fue protectora de artistas, toreros y pensadores, y para departir con ellos cre¨® su casa de recreo. Por el parque desfilaron las personalidades m¨¢s ilustres del momento. Una placita de toros les recib¨ªa, donde la duquesa activaba el protocolo de recepci¨®n. "Si alguien cree que el antitaurinismo es cosa del siglo XX se equivoca: ya en el XVIII era un asunto a debate". En 1785, Gaspar de Jovellanos ya respalda la prohibici¨®n de las corridas de toros, ¡°por ello esta plaza es peque?a y est¨¢ situada en una zona liminal". L¨®pez Garc¨ªa cree que la duquesa probablemente quer¨ªa mostrarse prudente y, por ello, la deja fuera del parque.

Siguiendo el eje principal que arranca de la entrada, hallamos dos columnas "cuya posici¨®n tiene esp¨ªritu de telenovela". Se trata del "desaf¨ªo" o "los enfrentados" y son, tal y como describe el profesor, dos figuras d¨¢ndose la espalda, dispuestos a volverse y descerrajarse a tiros por un asunto de honor. Esto entronca, de nuevo, con otro ensayo de Jovellanos, El delincuente honrado, donde reflexiona sobre los castigos, que deber¨ªan estar en proporci¨®n con el delito. Estas dos figuras invitaban a recapacitar sobre la supervivencia del duelo, cuya desaparici¨®n en 1900 era todav¨ªa un deseo en Espa?a.
Seguidamente encontramos una exedra con el busto de la duquesa de Osuna en el centro, rodeado de efigies o mujeres-le¨®n y rostros emperadores romanos. "Esta es la plaza a la que acud¨ªa la condesa cuando se sent¨ªa melanc¨®lica y quer¨ªa meditar o debatir sobre la naturaleza hist¨®rica del ser", explica el profesor. "Quer¨ªa que sus invitados se plantearan preguntas como ?qu¨¦ fue mejor, la Antig¨¹edad o la Modernidad? ?El ser humano progresa o decae?". A la historia se consagra esta Plaza de los Emperadores y al tiempo invita a pensar la Rueda de Saturno.
Tambi¨¦n adquiere este car¨¢cter filos¨®fico el extenso laberinto de laureles como met¨¢fora de la mente humana y la b¨²squeda frugal, t¨ªpicamente ilustrada, de la inextricable soluci¨®n. No obstante, la falta de documentaci¨®n hace dif¨ªcil saber el momento exacto de la ejecuci¨®n y si la autor¨ªa le pertenece o no a la duquesa. S¨ª se sabe que los duques de Osuna se dedicaban a tomar chocolate mientras observaban c¨®mo trabajaban las abejas, a trav¨¦s de un cristal, en El abejero. Esta estancia "representa ese deseo de igualdad, orden y esfuerzo coercitivo, propio de la ¨¦poca", explica el autor de Silva ilustrada. A pesar de que Voltaire negara la evidencia emp¨ªrica de que la abeja reina era hembra, la duquesa se sent¨ªa fascinar, al igual que polit¨®logos de la ¨¦poca, por el modelo de sociedad que ofrece este insecto.
Su residencia, no obstante, es cualquier cosa menos impresionante. "La duquesa quiere que pase inadvertida" para no eclipsar los focos de debate. Escondidos entre la maleza, estos peque?os folies o caprichos "fueron, ciertamente, el antecedente del parque tem¨¢tico", sonr¨ªe L¨®pez Garc¨ªa. As¨ª, la enumeraci¨®n de estos espacios que realiza el catedr¨¢tico no debe confundirse con una ruta: "El Capricho no fue concebido para ser recorrido de acuerdo a un trazado, sino para perderse".
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