El ¡®pendrive¡¯ que destap¨® el espionaje sexual en una cl¨ªnica dental
Una mujer gana en el Supremo la batalla judicial contra su jefe, condenado por grabarla mientras se cambiaba de ropa
"No daba cr¨¦dito. No daba cr¨¦dito", repite Arancha (nombre ficticio) al recordar el escalofr¨ªo que le recorri¨® el cuerpo al descubrir el contenido del pendrive que dio un vuelco a su vida. Era febrero de 2016 cuando encontr¨® un USB en el suelo de la recepci¨®n de la cl¨ªnica dental de Alcorc¨®n (Madrid) donde trabajaba. Crey¨®, en ese momento, que alg¨²n paciente lo habr¨ªa perdido, que se le habr¨ªa ca¨ªdo mientras aguardaba su turno. As¨ª que ingenuamente, dice, lo introdujo en el ordenador con la intenci¨®n de hallar alguna pista sobre el due?o. Y, entonces, su coraz¨®n se aceler¨®: alguien la hab¨ªa grabado con c¨¢mara oculta mientras se cambiaba de ropa. "Fue mi jefe", remacha la mujer, despu¨¦s de llevar su batalla hasta el Tribunal Supremo, donde acaba de obtener su ¨²ltima victoria.?
Los magistrados de la Sala de lo Social han rechazado el recurso presentado por el dentista, J. A. R. R., contra las sentencias del Juzgado de lo Social n¨²mero 2 de M¨®stoles y el Tribunal Superior de Justicia (TSJ) de Madrid, que dieron la raz¨®n a la v¨ªctima. En un auto fechado el pasado 24 de enero, el Supremo rechaza las pretensiones del condenado de anular los dict¨¢menes anteriores y, adem¨¢s, confirma la sanci¨®n de 62.500 euros que se le impuso. "La resoluci¨®n ya es firme y ratifica que se produjo una vulneraci¨®n de derechos fundamentales", detalla el abogado Juan Antonio Jim¨¦nez-Piernas, que ha defendido a la afectada en este proceso: "Ahora, estamos a la espera de que llegue la indemnizaci¨®n".
El triunfo ha aliviado a Arancha. Pero relata que a¨²n sufre los efectos de aquel episodio. "Durante mucho tiempo me sent¨ª fatal y, a cada sitio que iba, me obsesionaba con que me pod¨ªan estar grabando. Ahora ya no lo padezco tanto, pero sigo sospechando a veces", cuenta esta mujer, que apenas llevaba unos meses trabajando en la cl¨ªnica cuando encontr¨® el pendrive. Explica que despu¨¦s "de pincharlo y ver su contenido", decidi¨® dejarlo en el suelo, donde lo hab¨ªa encontrado. Y, como era el propio USB el que grababa, se fij¨® en el ¨¢ngulo de c¨¢mara para saber d¨®nde lo pod¨ªa estar colocando. Entonces, seg¨²n a?ade, encarg¨® uno igual y los intercambi¨® cuando tuvo la oportunidad.
La sentencia de primera instancia, confirmada despu¨¦s por el TSJ y el Supremo, consider¨® probado que J. A. R. R. era el autor de las im¨¢genes tomadas en un peque?o laboratorio-almac¨¦n de la cl¨ªnica, que Arancha utilizaba para cambiarse de ropa y ponerse el uniforme del trabajo. "Al menos en seis ocasiones, antes de la hora de incorporaci¨®n de [la v¨ªctima], el demandado accionaba un aparato de grabaci¨®n de imagen y sonido, que dejaba conectado", explica la resoluci¨®n: "Al salir ella del almac¨¦n, el demandado volv¨ªa y pon¨ªa fin a la grabaci¨®n". En uno de los v¨ªdeos se escucha incluso al dentista pronunciar la palabra bragas. Y decirle a la afectada: "?Me puedo quedar? Me hace ilusi¨®n". La pregunta obtuvo un no rotundo.
"El hecho est¨¢ claramente constatado", subray¨® el juzgado de M¨®stoles, que destac¨® que se hab¨ªa vulnerado el derecho a la intimidad y a la propia imagen de la afectada. "Un derecho fundamental ¨ªntimamente ligado a los derechos de la persona derivados de la dignidad humana", apostill¨® el ¨®rgano judicial, que describi¨® c¨®mo el condenado dirigi¨® el tiro de c¨¢mara hacia "la parte inferior del cuerpo humano": "Lo que revela que su intenci¨®n era grabar a la demandante mientras se cambiaba".
Pese a la victoria, Arancha cuenta que todav¨ªa queda batalla por ofrecer. La v¨ªctima tambi¨¦n ha denunciado al dentista por la v¨ªa penal. En lo Social ya ha ganado. De hecho, el TSJ arremeti¨® duramente contra el demandado tras recurrir la sentencia. Los magistrados del tribunal incidieron en que el condenado no se present¨® a las tres vistas fijadas por el juzgado de M¨®stoles. Y, ante la petici¨®n de que se anulara la sentencia porque, seg¨²n ¨¦l, la grabaci¨®n se hab¨ªa sustra¨ªdo ilegalmente de la empresa, los jueces respondieron: "Se han quebrantado gravemente y reiteradamente derechos fundamentales de la trabajadora por su empleador, a trav¨¦s de grabaciones no consentidas y efectuadas mientras se cambiaba de ropa, no existiendo atisbo alguno de que la prueba haya sido obtenida il¨ªcitamente".
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