Erykah Badu no se reivindic¨® en el Primavera Sound
La dama del neo soul protagoniz¨® una actuaci¨®n discontinua no mejorada despu¨¦s por el trap de Future
La humedad se extendi¨® como una capa de escarcha cuando cay¨® la noche, pero nada cambi¨® en el ambiente de la primera jornada del Primavera Sound. El p¨²blico, no presente de forma masiva, distando mucho su cantidad de los llenazos que suelen producirse frente a los escenarios m¨¢s grandes, ocup¨® c¨®modamente el recinto, dispers¨¢ndose de manera regular sin llegar a aglomerar pr¨¢cticamente ning¨²n escenario. S¨®lo el inicio del concierto de Nas prometi¨® una aglomeraci¨®n, aunque la actuaci¨®n del legendario recitador de Brooklyn acab¨® esponjando de manera generosa la parte posterior de su anfiteatro. Ni tan siquiera Erykah Badu y menos a¨²n Future despu¨¦s, hicieron pensar en los grandes ¨¦xitos de afluencia del festival, que sin duda llegar¨¢n.
Erykah Badu era la primera de las grandes damas del cartel que este a?o ofrece el festival, y s¨®lo cabe esperar que las que le siguen realicen conciertos m¨¢s convincentes que el suyo. En principio lo ten¨ªa todo a favor, pues su voz, profunda e imperfecta tal como ella misma la define, transmite toda una tradici¨®n de negritud que hunde sus ra¨ªces en el blues. Pero lo que hace es soul, o neo soul, o como quiera denominarse la tradici¨®n puesta al d¨ªa, y esa voz conmueve. Ten¨ªa despu¨¦s a favor una formaci¨®n con mucho acento r¨ªtmico, bajo de seis cuerdas, bater¨ªa y percusi¨®n, teclados, tres voces y ausencia de guitarra, por lo que pod¨ªa esperarse justamente eso, una actuaci¨®n profunda como una mina, densa, carnal y te?ida con graves. Su salida al escenario hizo pensar lo mejor, con un sombrero descomunal y llamativo que recordaba, pero a¨²n m¨¢s erecto, al que usaba Hoss Cartwright en Bonanza, unas ropas y calzado siete tallas mayor de lo aparentemente necesario y una mirada felina que intimidaba. Son¨® Hello y la noche pareci¨® llegar al tu¨¦tano.
Pero fue, lamentablemente, una impresi¨®n pasajera. Pese a su animalidad esc¨¦nica y su presencia perturbadora, acentuada por una cadena que le pasaba por debajo de los ojos, Erykah fue absolutamente incapaz de dar continuidad a su actuaci¨®n, salpimentada con comentarios, introducciones demasiado largas temas, juegos de voces con las tres voces que la acompa?aban y un sinf¨ªn de distracciones sin sustancia que torpedearon la actuaci¨®n. Lejos de hundirse en las aguas de la tensi¨®n, el concierto nad¨® en la autocomplacencia. Es m¨¢s, las aproximaciones que hizo a temas como On & On o Window Seat?hicieron recordar lo buenas que son estas piezas... en disco. Una l¨¢stima porque el contexto era id¨®neo, poca gente y a¨²n menos borrachos, nadie gritaba y ninguna despedida de solteros distra¨ªa de una mirada, la de Erykah, que a la postre resulto lo m¨¢s desafiante de una actuaci¨®n que dej¨® un regusto amargo.
Inmediatamente despu¨¦s, en el escenario opuesto de la explanada, el trap de Future cerr¨® la noche en aquella zona, con un concierto simplemente correcto. De entrada, el recitador de Atlanta estaba algo af¨®nico, problema que no pueden permitirse ni los traperos ni los que trabajan en una t¨®mbola. Despu¨¦s abus¨® con la fragmentaci¨®n de los temas, expuestos en un visto y no visto interrumpido por momentos de vac¨ªo y encima unos bailarines le acompa?aron en unas coreograf¨ªas tirando a ca¨®ticas. As¨ª las cosas, los ojos acababan de todas todas en la pedrer¨ªa de Future, con m¨¢s brillantes encima que Tiffany & CO. Eso s¨ª, los graves retumbantes parec¨ªan herramientas de demolici¨®n, lo que llev¨® al p¨²blico, tirando a escaso dadas las dimensiones del lugar, a botar repetidamente mediante lo que es el paso franco en el baile del trap, esos botecitos como de atleta calentando que ayudan a moverse f¨ªsicamente por encima de las ondas de los graves.
Y hablando de trap, el escenario comisariado por Yung Beef, situado incluso m¨¢s all¨¢ de la zona electr¨®nica a la que se accede por un puente que mientras acababa Nas y comenzaban Guided By Voices casi llega al colapso, el p¨²blico no parec¨ªa del Primavera. De entrada la mayor¨ªa era nacional y su media de edad muy baja, pura chavaler¨ªa. Todos se entregaban al primer grupo de la noche, Goa, un d¨²o espa?ol de emo-trap (traducci¨®n: hablan de sus problemas en clave m¨¢s o menos ¨ªntima con referencias a ansiol¨ªticos) que pese a las modestas dimensiones del espacio parec¨ªan estar actuando en Wembley. Y entre los espectadores Gaby Ruiz, director del festival, acompa?ado por su hija, quien sabe si llevado all¨ª por ella o por la intenci¨®n de introducirla en la que es la m¨²sica de su generaci¨®n. Cantaban algo poco sutil sobre un culo y cuando un tema acababa se percib¨ªa el sonido de los escenarios colindantes, lo que sum¨ªa al personal en un masaje constante que les segu¨ªa incluso a las cabinas de los lavabos, decoradas como si fuesen un estudio de grabaci¨®n con sus bafles. Para el final qued¨® la traca, con Yung Beef en escena dando botes para cantar con Goa Guns N Roses, una pieza que han editado conjuntamente. Puro delirio en uno de los muchos rincones de esta ciudad de sonidos que es el Primavera Sound.
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