La sala para adictos que est¨¢ salvando a La Mina
El centro de consumo supervisado de drogas de Sant Adri¨¤ de Bes¨°s duplica en tres a?os el n¨²mero de usuarios
Jeringas, gomas, ampollas vac¨ªas, toallitas de alcohol usadas y cacerolas para diluir droga se esparcen por las v¨ªas del tren a su paso por la Mina. El material procede de la sala de venopunci¨®n que hay en este barrio de Sant Adri¨¤ de Bes¨°s. A cada adicto que atienden en este centro p¨²blico le entregan un sobre con dos jeringas nuevas y otros utensilios, una medida que ha conseguido reducir la transmisi¨®n de virus com el VIH y la hepatitis C. Pese a estos testimonios de consumo en las v¨ªas del tren o en descampados y plazas del barrio, Josep Maria Monferrer, veterano activista social de La Mina, lo tiene claro: ¡°Si no fuera por la sala de venopunci¨®n, en la calle encontrar¨ªamos como m¨ªnimo diez veces m¨¢s jeringas¡±.
Monferrer recuerda cuando en las d¨¦cadas de los ochenta y noventa mor¨ªan chavales que hab¨ªan sido alumnos suyos cuando era maestro en el Colegio Tirso de Molina: ¡°La sala de venopunci¨®n ha sido muy importante, antes se nos mor¨ªan muchos j¨®venes y el descenso de estas muertes ha sido dr¨¢stico. Pero el barrio contin¨²a siendo el vertedero de problemas de los dem¨¢s¡±. La sala de consumo supervisado de drogas de Sant Adri¨¤ ¨Csu nombre t¨¦cnico es Centro de Reducci¨®n de Da?os, REDAN¨C es un servicio que los expertos destacan como fundamental para amortiguar las consecuencias del aumento del tr¨¢fico de estupefacientes en la zona tras el gran operativo policial contra narcopisos en el centro de Barcelona en 2018. ¡°Los vecinos tienen la sensaci¨®n de que ha habido un retroceso a los ochenta¡±, asegur¨® el pasado enero en el parlamento catal¨¢n el alcalde de Sant Adri¨¤, Joan Callau.
Poco m¨¢s de 3.900 personas utilizaron la sala de venopunci¨®n de la Mina en 2018, seg¨²n datos aportados por Callau, el doble que en 2015 y m¨¢s que las siete salas que hay en Barcelona juntas. El Departamento de Salud de la Generalitat indica que en 2017 se realizaron 124.709 consumos de drogas ¨Cesencialmente, de coca¨ªna y de hero¨ªna¨C en los once centros de venopunci¨®n de Catalu?a; la Mina atendi¨® el 69% del total. Callau precis¨® que el 67,2% de los drogodependientes que atiende la sala de la Mina proceden de Barcelona, un 2,5% de Sant Adri¨¤ y el resto, de otros municipios del ¨¢rea metropolitana. ¡°A veces cuando Barcelona aprieta, recibimos los dem¨¢s. En Sant Adri¨¤ tenemos la sensaci¨®n de que a todo el mundo le va bien que todo se concentre en la Mina¡±, dijo Callau. David Pic¨®, educador del proyecto social Desde la Mina, coincide en que sin la sala de venopunci¨®n ¡°el impacto en el espacio p¨²blico ser¨ªa brutal¡±. Pic¨® lamenta que no se apliquen estrategias de fondo para acabar con el tr¨¢fico de drogas: ¡°Lo que sube m¨¢s son las plantaciones de marihuana. La marihuana no se queda en el barrio. La Mina tiene una venta de drogas muy concreta, la de consumo inmediato, no la de ocio¡±.
La actividad es incesante desde primera hora del d¨ªa. Dos toxic¨®manos salen de la estaci¨®n de metro de Bes¨°s Mar, coincidiendo con el periodista, a primera hora de la ma?ana de un d¨ªa de abril. Se pierden juntos por las calles la Mina y una hora m¨¢s tarde, poco antes de las diez, ya esperan frente a la sala de venopunci¨®n de la Mina junto a otros usuarios. En otras dependencias del mismo edificio se encuentra el Centro de Atenci¨®n y Seguimento (CAS), el servicio de tratamiento de adicciones de la Generalitat: antes de que abra la sala de venopunci¨®n, el CAS ya est¨¢ en plena actividad con ciudadanos recogiendo la metadona que les permite iniciar el d¨ªa. ¡°Hay estudios que indican que el consumo se produce unos diez minutos despu¨¦s de conseguir la droga¡±, explica Noem¨ª Gonz¨¢lez, coordinadora del centro de reducci¨®n de da?os de la Mina. Joan Colom, subdirector general de drogodependencias de la Generalitat, subraya que es por esto que las salas deben estar en los puntos de tr¨¢fico de narc¨®ticos: ¡°El objetivo es que los adictos no se mueran, y que no se droguen en la calle¡±.
El adicto no dejar¨¢ de consumir porque le cierren su punto de compra: se trasladar¨¢ a otro lugar, dice Gonz¨¢lez. Las redadas contra el narcotr¨¢fico en la Mina de 2016 redujeron aquel a?o un 9% el consumos en la sala de venopunci¨®n del barrio; en cambio, el consumo en la sala m¨®vil de Badalona casi se triplic¨® y el de la sala Baluard, en Barcelona, creci¨® un 69%. El equipo de Gonz¨¢lez visita a vecinos para informar sobre el servicio. ¡°Al principio, los vecinos no quer¨ªan la sala, ahora piden que est¨¦ abierta m¨¢s horas¡±, explica Gonz¨¢lez. Callau ha reclamado que se ampl¨ªe el horario de funcionamiento. Gonz¨¢lez a?ade que tambi¨¦n es finalidad del servicio ¡°la reducci¨®n de riesgos para la comunidad¡±.
Dos d¨ªas por semana, los usuarios de la sala hacen una batida en el barrio, con t¨¦cnicos del centro, para recoger jeringas usadas, para mantener la v¨ªa p¨²blica limpia pero tambi¨¦n para concienciarlos. En 2017 se recogieron en las calles de la Mina m¨¢s de 24.500 jeringas; entre enero y octubre de 2018 la cifra era de 26.491, seg¨²n datos publicados por el diario El Mundo. Un estudio del pasado septiembre del Instituto de Desarrollo Urbano (IAU) de Par¨ªs indicaba que, gracias a la expansi¨®n de los CAS y de las salas de consumo, el n¨²mero de jeringas recogidas en las calles de Barcelona cay¨® de 12.500 unidades en 2004 a 1.800 en 2016. Par¨ªs ha puesto el foco en la capital catalana porque Francia tiene en marcha un proyecto de prueba de salas de venopunci¨®n. El IAU a?ad¨ªa que si las muertes por sobredosis en Barcelona fueron en 1992 de 160, en 2014 hab¨ªan descendido a 34.
180 sobredosis, ninguna muerte
El 85% de los adictos son hombres
El 85% de las personas atendidas en los quince centros de tratamiento de adicciones y en las once salas de consumo supervisado de Catalu?a son hombres, seg¨²n la Generalitat. El informe de la Comisi¨®n Europea sobre drogas de 2018 indica que el 79% de las v¨ªctimas mortales por consumo de drogas en la UE son hombres. El informe subraya que las salas de venopunci¨®n han reducido notablemente las muertes por sobredosis y la transmisi¨®n de enfermedades, sobre todo del virus VIH: el VIH entre drogadictos ha descendido en la UE un 51% entre 2007 y 2016, y hoy fallecen por el sida una cuarte parte de los que lo hac¨ªan hace diez a?os.
En Europa existen 91 salas de venopunci¨®n en 64 ciudades, seg¨²n el IAU. La primera sala de venopunci¨®n se inaugur¨® en Suiza en 1986; luego fueron introducidas en Alemania, Holanda y Espa?a. La sala de venopunci¨®n de la Mina entr¨® en funcionamiento en 2004. Hasta 2017, las instalaciones se situaban en un barrac¨®n. La sala pas¨® a depender de la Generalitat en 2017, ubic¨¢ndose en el nuevo edificio del ambulatorio (CAP) de la Mina, el ¨²nico caso en Catalu?a de integraci¨®n en un mismo edificio de los servicios m¨¦dicos y de la atenci¨®n integral a adicciones. Gonz¨¢lez apunta que en 2018 asistieron en 180 casos de sobredosis, ninguno acab¨® en muerte.
La sala de la Mina cuenta con un m¨¦dico propio nou horas a la semana, adem¨¢s de un proyecto del Hospital Cl¨ªnic que trata a enfermos de hepatitis C. Antes de inyectarse, el personal pide al usuario, para actuar en caso de sobredosis, qu¨¦ sustancia y qu¨¦ dosis consumi¨® en la ¨²ltima vez y qu¨¦ va inyectarse en esta ocasi¨®n. Tambi¨¦n dan formaci¨®n sobre c¨®mo actuar en una emergencia. La habitaci¨®n en la que se consume la droga consta de seis pupitres de acero, con dispensadores de papel y papeleras para tirar el material. El adicto se coloca mirando a la pared. En todo momento se respeta el anonimato, pero no hay intimidad.
El lugar m¨¢s importante de la sala de venopunci¨®n es la cafeter¨ªa, un peque?o comedor en el que se ofrecen bebidas y boller¨ªa. Es en la cafeter¨ªa donde los adictos esperan a entrar en la sala de venopunci¨®n y donde pasan un rato tras consumir el narc¨®tico, seg¨²n Gonz¨¢lez: ¡°Es el espacio donde podemos analizar sus necesidades y h¨¢bitos. Hay educadores que realizan terapia, les asistimos si tienen que realizar tr¨¢mites administrativos. Cada d¨ªa organizamos actividades que deciden ellos, como proyecci¨®n y debate de pel¨ªculas, talleres, partidos de f¨²tbol en el pabell¨®n de deportes del barrio¡±. Xavier Ferrer, director del m¨¢ster en drogodependencias de la UB, cree que este tipo de gesti¨®n comunitaria, ¡°m¨¢s all¨¢ de una tarea meramente funcionarial¡±, es clave para evitar conflictos en el espacio p¨²blico y que estas salas no generen rechazo entre los vecinos.
En un informe de 2018, la Comisi¨®n Europea destacaba que las salas de consumo supervisado tambi¨¦n son importantes porque ¡°suelen ser las primeras en recabar datos sobre las pautas de consumo de una nueva droga¡±. Tras d¨¦cadas de suspicacias, la Comisi¨®n Europea resum¨ªa el ¨¦xito de este servicio: ¡°Se ha conseguido una mejora inmediata de la higiene y un consumo m¨¢s seguro para los clientes, as¨ª como unos beneficios m¨¢s generalizados en materia de salud y orden p¨²blico¡±.
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