Protectores de los menores no acompa?ados
Ismail El Majdoubi es mediador de la Cruz Roja en el Centro de Primera Acogida de Hortaleza e impulsa una asociaci¨®n junto a otros j¨®venes exMENA
Tras ser descubierto por la tripulaci¨®n del barco mercante con el que pretend¨ªa llegar a la costa de Algeciras,?Ismail El Majdoubi asisti¨® desde la cubierta al despliegue de luces azules pertenecientes a la polic¨ªa portuaria. Aquella imagen, una noche de marzo, parec¨ªa suponer el final de su viaje, pero fue tan solo el primero de los muchos movimientos que le condujeron a siete centros de acogida y residencias de menores diferentes. El suyo es un historial de fugas sin delito y centenares de kil¨®metros recorridos a pie.
En Castillejos, la ciudad marroqu¨ª m¨¢s cercana a la frontera de Ceuta, abundan las proezas de j¨®venes que han migrado. Todo el mundo conoce a alguien que lo ha hecho, incluso sin el consentimiento familiar. Desde muy peque?os asumen los riesgos y persiguen a tientas el sue?o europeo. ¡°Cog¨ªa los cuadernos y el bol¨ªgrafo y les dec¨ªa a mis padres que iba clase, pero no era verdad. Me dedicaba a matar el tiempo, estaba desmotivado con el futuro¡±, confiesa Ismael. A sus 20 a?os propugna un grupo activista de j¨®venes migrantes que llegaron solos a nuestro pa¨ªs. Tambi¨¦n es uno de los cuatro mediadores de Cruz Roja que el Ayuntamiento de Manuela Carmena contrat¨® para templar los ¨¢nimos en el Centro de Protecci¨®n de Menores de Hortaleza, aunque este es de competencia regional.
Hortaleza es un centro de primera acogida para menores de entre 15 y 17 a?os tutelados por la Comunidad de Madrid. El espacio cuenta con 52 plazas, pero ha llegado a acoger a 173 chavales. Ninguno cumple condena y no todos vienen de fuera; tambi¨¦n hay espa?oles. El hacinamiento azuza las rencillas que se fraguan a fuego lento.El Majdoubi describe un ambiente tenso y deteriorado, donde ¡°todo el mundo se grita¡±. Su labor all¨ª es la de apoyar al menor, servirle de referente. Tambi¨¦n arbitra las diferencias entre educadores, personal de seguridad e internos. De existir antes una figura as¨ª, cuenta, quiz¨¢ ¨¦l no habr¨ªa huido de tantos centros donde la soledad le sobrevino avasallando.
A sus protegidos les ense?a caligraf¨ªa ¨¢rabe con pinceles de tinta. O comparte su gusto por el flamenco mestizo. ¡°Muchos inhalan pegamento porque no tienen otra cosa que hacer durante el d¨ªa, nadie les propone actividades, como clases de castellano o mec¨¢nica¡±, dice El Majdoubi. Las sustancias dificultan la convivencia en el centro y los problemas alcanzan incluso el parque colindante, donde algunos pasan la noche. Se quejan de los colchones en el pasillo y los insultos. La ley limita la estancia en Hortaleza a tres meses, despu¨¦s los chicos deber¨ªan ser reubicados en otros dispositivos, pero eso a veces no sucede, denuncia El Majdoubi: ¡°La Comunidad de Madrid tienen un problema con el sistema de protecci¨®n al menor. Y lo peor es que nadie nos pregunta, cuando nosotros somos sus principales usuarios¡±.
El centro de Hortaleza est¨¢ en liza. El lugar fue se?alado hace unas semanas con pancartas por un grupo de ultraderecha, que relaciona la presencia de los internos con un incremento de la delincuencia en la zona. Durante la campa?a electoral, Javier Ortega Smith, candidato de Vox al Palacio de Cibeles, se sirvi¨® del mismo relato al visitar estas instalaciones. Con aquel gesto, dijo entonces, quer¨ªa ¡°apoyar a los trabajadores de los centros que soportan cada d¨ªa la violencia de los menores extranjeros no acompa?ados (mena)¡±. A este respecto, El Majdoubi se pregunta d¨®nde radican las reacciones col¨¦ricas que suceden en los centros: ¡°Los chicos han tenido experiencias muy duras, como vivir en la calle, donde han podido pasar hambre o ser agredidos. Eso forja el car¨¢cter y a veces los educadores no tienen herramientas para afrontarlo¡±, zanja.
Aunque su formidable sonrisa sugiera lo contrario, en la odisea de El Majdoubi se entremezclan toda esa clase de horrores. Hoy tiene un contrato de trabajo, paga el alquiler de su habitaci¨®n en el barrio de la Concepci¨®n y el curso que viene va a formarse como azafato de vuelo. La asociaci¨®n que est¨¢ impulsando busca dar voz a los menores extranjeros no acompa?ados: ¡°Nos han negado la palabra. Todo el mundo habla de nosotros sin dejar que seamos nosotros los que hablemos¡±. El proyecto acaba de echar a andar y en su segunda reuni¨®n ya superaban la treintena, cuenta. Lo ocurrido en el municipio barcelon¨¦s de El Masnou, donde un centro de mena fue atacado tras la presunta agresi¨®n sexual cometida por un chico tutelado a una joven del municipio, se le antoja ¡°otro s¨ªntoma de lo mucho que hay que trabajar para acabar con la criminalizaci¨®n del colectivo¡±.
Barcelona ya acoge una asociaci¨®n de menores extranjeros tutelados que han cumplido la mayor¨ªa de edad. Emiten comunicados de prensa para posicionarse p¨²blicamente ante hechos que les ata?en ¡ªcomo novedades en la pol¨ªtica migratoria o manifestaciones xen¨®fobas, por ejemplo¡ª y orientan a otros chicos reci¨¦n llegados al pa¨ªs. El Majdoubi se mira en ese espejo activista y recalca la importancia de crear una suerte de think tank que divulgue discursos alternativos: ¡°Con la ultraderecha en el Ayuntamiento de Madrid esto va a ser m¨¢s necesario que nunca¡±, declara. ¡°Queremos lanzar un mensaje optimista y servir de referente. Somos el vivo ejemplo de que podemos integrarnos, aunque hace falta voluntad social para lograrlo¡±, agrega.
En esta andadura le acompa?a Anouar El Mehdi, que acaba de cumplir la mayor¨ªa de edad, dejando la residencia de Manzanares donde vivi¨® el ¨²ltimo a?o. Se ha instalado en un piso compartido para j¨®venes sin recursos y trabaja cargando y descargando bultos en una gran superficie. Tras cursar un ciclo de mantenimiento, se prepara por las noches para acceder a la Educaci¨®n Secundaria Obligatoria y en el futuro querr¨ªa dedicarse a la intervenci¨®n social: ¡°Los buenos educadores pueden salvar vidas¡±. En su nuevo hogar puede llamar a su madre un d¨ªa a la semana; hace dos a?os que no se encuentran cara a cara. ¡°Siempre digo que estoy bien, aunque no sea cierto del todo¡±, apostilla.
Tambi¨¦n forma parte de la iniciativa Bouzaina Aljanati. Sus cejas palpitan cuando cuenta c¨®mo sali¨® con 17 a?os de Larrache, una ciudad portuaria de estilo colonial al noroeste de Marruecos. Llevaba consigo un visado de estudiante en regla y decidi¨® no regresar: estaba enamorada. Como sus padres se opon¨ªan a la relaci¨®n, no quisieron ayudarla econ¨®micamente y termin¨® entreg¨¢ndose en el Centro de Hortaleza. Despu¨¦s la derivaron a una residencia de monjas y estudi¨® cosm¨¦tica. Trabajando como comercial de esta clase de productos, le ofrecieron incorporarse a una inmobiliaria de lujo y mostrar viviendas a las grandes fortunas ¨¢rabes que buscan afincarse en la capital.
Ahora Bouzaina tiene 32 a?os, vive sola, habla cinco idiomas y le ha cogido el gusto a montar en bici por el Anillo Verde madrile?o. Los a?os de mena resuenan en ella como un eco lejano: ¡°Yo no pod¨ªa volver a mi pa¨ªs y aqu¨ª encontr¨¦ un refugio. Entonces los centros no estaban atestados. En estos momentos llegan muchos m¨¢s ni?os y, sin embargo, no se ha ampliado la oferta de recursos¡±, recalca. En su entorno laboral algunos desconocen esta historia y ella se toma la entrevista como una forma de acabar con el tab¨²: ¡°Mi jefe lee todos los d¨ªas el peri¨®dico y va a alucinar. Pero me da igual, no me averg¨¹enzo de quien soy¡±.
Concentraci¨®n en el centro de Hortaleza
El s¨¢bado 27 de julio, la asociaci¨®n de exmena a la que pertenecen Ismail, Anouar y Bouzaina convoca una concentraci¨®n a las 19:30 frente al Centro de primera acogida de Hortaleza. ¡°Tras los ataques sufridos en varios centros de menores, las constantes noticias para generar miedo y las campa?as de odio contra los menores inmigrantes, nos citamos para brindarles nuestro apoyo a estos chavales¡±, reza el mensaje que circula en cadena por WhatsApp.
El n¨²mero de menores no acompa?ados registrados en Espa?a el diciembre pasado era de 13.012, de los que el 68% son marroqu¨ªes. El Defensor del Pueblo, Unicef y Save the Children, tres de las organizaciones m¨¢s implicadas en la protecci¨®n de la infancia, han expresado a EL PA?S su profunda inquietud por la criminalizaci¨®n de los ni?os inmigrantes. El intento de asalto a un albergue de menas en El Masnou (Barcelona), jaleado por grupos xen¨®fobos y partidos, ha encendido las alarmas. ¡°Tenemos que protegerlos a ellos, no protegernos de ellos¡±, advirti¨® el Defensor del Pueblo en funciones, Francisco Fern¨¢ndez Marug¨¢n.
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