Frenazo a la expansi¨®n de ¡®Airbnb¡¯ en el centro de Madrid
Una comunidad de la Plaza de Cascorro se acoge a la normativa por la cual si tres quintas partes est¨¢n de acuerdo se proh¨ªbe la proliferaci¨®n de pisos tur¨ªsticos
La situaci¨®n ya hab¨ªa llegado al l¨ªmite entre varios vecinos y decidieron poner las cartas sobre la mesa en la siguiente junta de la comunidad. ¡°Situaci¨®n: pisos tur¨ªsticos. Cuota. Acuerdos a adoptar¡±. Ese era el punto siete del orden del d¨ªa de la reuni¨®n vecinal de un edificio hist¨®rico madrile?o del siglo XIX en plena plaza de Cascorro. El debate que lleg¨® despu¨¦s, y que se celebr¨® el 9 de julio, dividi¨® al vecindario. Estaba en juego algo importante: frenar la proliferaci¨®n de estos apartamentos de paso en el edificio gracias a un arma que, unos meses antes, el Gobierno de Pedro S¨¢nchez les hab¨ªa otorgado a trav¨¦s de un real decreto: si tres quintas partes del vecindario consegu¨ªan ponerse de acuerdo, se podr¨ªa poner coto a esa pr¨¢ctica. Lleg¨® la junta y las espadas dial¨¦cticas se pusieron en alto.
15 viviendas, tres de ellas tur¨ªsticas, que se ofertan por Airbnb, y tres bandos. Por un lado estaban los vecinos que viven all¨ª y ya est¨¢n ¡°hartos¡± de los inconvenientes que ocasionan los turistas; por otro, los due?os que alquilan sus propiedades a los viajeros y creen que su negocio aporta a la comunidad ¡°beneficios¡±; y, en medio, aquellos que arriendan a terceros de manera indefinida. Y, al final del debate, la votaci¨®n. Pero, sobre todo, una cuesti¨®n de fondo: ?qu¨¦ modelo de ciudad quieren construir? Resultado final: nueve votos a favor de limitar esos negocios, cinco en contra. No habr¨¢ m¨¢s pisos tur¨ªsticos en ese edificio.
Esta grieta que se ha abierto, seg¨²n explica el Colegio Profesional de Administradores de Fincas de Madrid, se ha empezado a ensanchar en la capital, cuyos inquilinos han empezado a llamar a los administradores para informarse. ¡°Es bastante habitual. Es importante que la gente sepa que es para los nuevos, es decir, los pisos que ya son tur¨ªsticos no puedes impedir que sigan si¨¦ndolo, pero puedes limitar o condicionar lo que pase en un edificio a partir del momento en que sali¨® el real decreto¡±.
En el edificio de Cascorro se informaron y se organizaron. ¡°Estos alojamientos ocasionan molestias de todo tipo, y decidimos ponerlo sobre la mesa para que todos tengan conocimiento de lo que pasa, porque lo desconocen. Ellos se creen que tienen un filtro que les permite clasificar qu¨¦ tipo de turistas entran y cu¨¢les no, pero no tienen control sobre los visitantes¡±, explica Gema Parrellada, presidenta de la comunidad, donde vive desde hace siete a?os y una de las personas que lideraron el encuentro vecinal para frenar lo que ¡°se ha convertido en un problema de convivencia¡±.
La cuesti¨®n de la votaci¨®n es clave para explicar lo que ocurri¨® en esa reuni¨®n, donde el personal es tan heterog¨¦neo como el propio barrio: empresarios que invirtieron hace a?os en rehabilitar un piso para sacarle rentabilidad, personas de mediana edad que se casaron con el banco para poder vivir en el centro y ancianos que han envejecido junto a las escaleras de madera centenaria del edificio que crujen con cada paso. Todos ellos llegaron a la junta con una idea entre ceja y ceja: la del p¨¢rrafo a?adido en el real decreto ley 7/2019, del 1 de marzo, donde se otorgaba m¨¢s poder a las comunidades de vecinos: si tres quintas partes de los propietarios de una comunidad se ponen de acuerdo, pueden rechazar el uso de una vivienda como tur¨ªstica y denegar m¨¢s permisos a partir de ese momento. Hasta hace unos meses se exig¨ªa unanimidad.
La plaza de Cascorro, entre Tirso de Molina y La Latina, es un reclamo tur¨ªstico no solo porque los domingos y los festivos se planta ah¨ª el Rastro. Ah¨ª convergen bares castizos como el m¨ªtico Los Caracoles, teatros como El Pav¨®n-Kamikaze. Y, a tres minutos andando, la Plaza Mayor.
¡°Los turistas, como es normal, vienen de vacaciones, tienen horarios diferentes y los due?os de esos pisos, al margen de la buena voluntad, tienen la prioridad del negocio¡±, se queja la presidenta. Por todo eso, los ejemplos que se pusieron sobre la mesa en la junta fueron varios y diversos: un hincha de f¨²tbol que, tras la ¨²ltima final de Champions, acab¨® desnudo a altas horas de la ma?ana y aporre¨® las puertas del vecindario. Una persona que, al no encontrar las llaves del portal, llam¨® insistentemente al telefonillo de los vecinos. V¨®mitos en el portal. El traqueteo de las ruedas de las maletas de madrugada. Risas y fiesta cualquier d¨ªa de la semana.
En el otro lado de la mesa, Guillermo, uno de los due?os de un piso ofertado por Airbnb, se muestra conciliador ante el malestar vecinal. ¡°A nosotros que se regule todo nos parece excelente, porque tiene que haber un equilibrio. Lo que est¨¢ pasando con las viviendas tur¨ªsticas responde a un cambio global, es un modelo nuevo y hay que adaptarse, legalmente hay que proteger los derechos de los dos lados¡±, argumenta el propietario, integrante de la plataforma Madrid Aloja, la mayor organizaci¨®n de propietarios de viviendas tur¨ªsticas.
Guillermo, que prefiere que no salga su apellido y lugar exacto de su apartamento por miedo ¡°a que los v¨¢ndalos lo destrocen¡±, no ve nada negativo en que los turistas modifiquen la manera de configurar el barrio. ¡°Yo entiendo que se hable del modelo de ciudad, pero la conversaci¨®n no es factual. Cuando se dice que el centro se est¨¢ despoblando, es mentira, cada vez hay m¨¢s gente empadronada¡±, asegura. Aunque a?ade: ¡°Puede ser que se est¨¦ cambiando un poco el modelo de ciudad, pero a mejor. Por ejemplo, con la expansi¨®n del turismo y la gentrificaci¨®n, se acaba con los narcopisos o la prostituci¨®n. Tambi¨¦n digo que se usa el concepto del negocio tradicional de forma populista, est¨¢ idealizado, y a veces el cambio tambi¨¦n es necesario¡±.
Decisi¨®n sentimental
Entre medias de Parrellada y Guillermo se encontraba el caso de Sonia. Ella tampoco quiere que aparezca su apellido y cuenta que ha experimentado un debate interno con este tema. Vivi¨® en ese mismo edificio siete a?os y lo dej¨® en 2014, cuando naci¨® el segundo de sus tres hijos. ¡°Siempre que lo pongo en alquiler hay varias empresas que me ofrecen tres o cuatro veces m¨¢s de lo que gano haci¨¦ndolo por mi cuenta. Pierdo bastante dinero¡±. Pero a pesar de que ¡°econ¨®micamente¡± su familia va ¡°ajustada¡±, su decisi¨®n de alquilarlo de manera indefinida responde a cuestiones ¨¦ticas. ¡°Ten¨ªamos muy buena relaci¨®n con todos en el edificio, era una comunidad multicultural y multigeneracional y a m¨ª me gusta cuidar eso. Al final se trata de tener empat¨ªa como a m¨ª me hubiera gustado que la tuvieran conmigo¡±, explica.
¡°Pero tambi¨¦n¡±, contin¨²a, ¡°por una cuesti¨®n de identidad, por la sensaci¨®n de barrio que se respiraba. Es una cuesti¨®n de responsabilidad y de sentirte bien contigo mismo por seguir tus principios¡±, subraya.
Tres Administraciones y un problema sin resolver
Las competencias de turismo en Espa?a est¨¢n transferidas a las comunidades aut¨®nomas. Pero el Ayuntamiento de Madrid consider¨®, con el Gobierno de Carmena, que era necesario tener una normativa propia, y recurri¨® a Urbanismo, ya que la regulaci¨®n de los usos del suelo es municipal. El ?rea de Desarrollo Urbano Sostenible estim¨® que existen entre 10.000 y 12.000 pisos tur¨ªsticos, con una alta concentraci¨®n en el centro. "El porcentaje es demasiado peque?o para tener un impacto material. En Madrid, las viviendas que se alquilaron por m¨¢s de 90 noches en 2018 representan solo el 0,4% del total de viviendas en la ciudad, mientras que hay 153.100 casas vac¨ªas, que suponen el 10% del total", explican fuentes de Airbnb.
La ¨²ltima normativa del Ejecutivo de Carmena ¡ªque estableci¨® que las viviendas de uso tur¨ªstico suponen una actividad econ¨®mica y, por tanto, requieren licencia¡ª remarc¨® el requisito de tener un acceso independiente al del resto de las viviendas.
Pero, ahora, Jos¨¦ Luis Mart¨ªnez-Almeida ha anunciado que ya est¨¢ trabajando en la elaboraci¨®n de una nueva regulaci¨®n basada en ¡°criterios objetivos¡±. Entre otras cuestiones, estudiar¨¢ la posibilidad de eliminar ese requisito.
Fernando Bardera, del colectivo Lavapi¨¦s ?D¨®nde vas?, considera, por tanto, que se perdi¨® una gran oportunidad de cerrar pisos tur¨ªsticos y cree que el real decreto de S¨¢nchez ¡°es un brindis al sol¡±. ¡°Un 70% de esos pisos est¨¢ en manos de grandes empresas hoteleras o de multipropietarios o grandes inversores que tienen diversificado el negocio y que los ponen como hoteles encubiertos¡±.
Isabel Bajo, presidenta del Colegio de Administradores de Fincas de Madrid, asegura que ¡°el turismo es una parte importante de la vida econ¨®mica de una ciudad, pero no puede poner en riesgo la propia idiosincrasia y fisonom¨ªa de la misma¡±.
Los empresarios avisan de que el arma que otorg¨® el presidente del Gobierno est¨¢ recurrida ¡°en los tribunales¡±. No hay sentencia a¨²n.
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