Los antiperegrinos
Caminar seis horas al d¨ªa, durante m¨¢s de una semana, para llegar a la catedral de Santiago y fracasar
Con el rosario en la mano, una mujer lleva la voz cantante. ¡°Ave Mar¨ªa Pur¨ªsima¡±, farfulla en alto. El resto del grupo repite el rezo. Son todos brasile?os. Adelantar en el Camino de Santiago al resto de peregrinos es siempre un placer, un reto personal. ¡°?Buen camino!¡±, les dices al rebasarlos, sonriente, simulando buena fe. Adem¨¢s de satisfactorio, en el caso de los brasile?os es necesario: no hay quien se concentre en la nada con semejante letan¨ªa de fondo.
La primera vez que topamos con ellos es de noche. Porque a caminar se empieza de noche, con uno de esos frontales que se clavan en la frente (¡°?para 30 kil¨®metros de mierda sal¨ªs con los frontales?¡±, recriminar¨¢ luego un amigo, quiz¨¢ con raz¨®n). El objetivo es ir de un pueblo cercano a Astorga hasta Santiago. 243 kil¨®metros de distancia, indica el primer moj¨®n. ?Eso es mucho o es poco? Ni idea. Es una nebulosa, una distancia sin significado para quien nunca ha hecho el Camino.
A la espalda, una mochila con 7,5 kilos. ¡°?No pesa nada!¡±, dir¨¢n. Bueno, todo depende de qu¨¦ es nada y qu¨¦ es mucho en un plan de viaje que consiste en caminar seis horas al d¨ªa, m¨¢s de una semana, por Le¨®n, Lugo y A Coru?a. Confieso que la mochila acab¨® a hombros de otra persona, en el ¨²nico acto piadoso del Camino. Y eso que hoy en d¨ªa hasta la mochila puede viajar en taxi, por entre tres y cinco euros. ¡°Si dejase la mochila, me sentir¨ªa senderista, no peregrina¡±, me dice una mujer que me saca 30 a?os sin apartar la vista de una televisi¨®n, en un albergue, donde sale Pedro S¨¢nchez anunciando nuevas elecciones.
El Camino de Santiago empez¨® en la Edad Media para rendir tributo a las reliquias del ap¨®stol, que vino a Hispania a propagar la palabra de Jesucristo porque no exist¨ªa Twitter. ¡°Hacer tal viaje aportaba una compensaci¨®n espiritual enorme, adem¨¢s de un caudal de experiencias y una fortaleza f¨ªsica y mental que hac¨ªan del peregrino un aut¨¦ntico h¨¦roe, modelo de valent¨ªa y virtud para sus vecinos¡±, explica el libro Peregrinar a Compostela en la Edad Media, de Jaime Nu?o y Chema Rom¨¢n.
243 kil¨®metros de distancia, indica el primer moj¨®n. ?Eso es mucho o es poco? Ni idea. Es una nebulosa, una distancia sin significado para quien nunca ha hecho el Camino
Rebusco en mi interior durante las seis horas diarias de marcha entre monta?as, r¨ªos, y tambi¨¦n asfalto, pero no encuentro preguntas, tampoco respuestas. Ni la m¨¢s m¨ªnima profundidad de pensamiento o espiritualidad. Solo caminar con ampollas en los dedos gordos del pie, a cinco kil¨®metros la hora a ser posible para estar a la altura de mi veterano grupo. Tampoco veo un reconocimiento en mis vecinos cuando les cuento las vacaciones pasadas: ¡°?El Camino? Eso es de viejunos, ?no?¡±.
En Peregrinar a Compostela en la Edad Media se cuenta que los peregrinos hac¨ªan el camino por tres motivos: porque quer¨ªan, por un voto ante Dios o por cumplir una penitencia. Incluso pod¨ªa ser una ¡°condena judicial impuesta por un delito¡±. El condenado, sigue el libro, ¡°pod¨ªa viajar custodiado, encadenado y hasta desnudo, para mayor escarnio¡±. L¨¢stima que no guardemos las tradiciones, dar¨ªan para muchas transmisiones en directo.
En este caso la peregrinaci¨®n es voluntaria, pero sin la esperanza de grandes milagros. Ni recobrar la vista, ni volver a andar. Hacerlo r¨¢pido y quiz¨¢ perder unos kilos a pesar del primer desayuno (pasta y caf¨¦ con leche), del segundo desayuno (bocadillo de media barra), de la comida (primer plato, segundo y postre), de la merienda (lo que caiga) y de la cena (primer plato, segundo y postre).
A los pocos d¨ªas, los lazos se estrechan entre caminantes. Quien ayer os¨® adelantarte, hoy ha sido adelantado. La lluvia aprieta pero no ahoga, y los compeed sostienen los pies tullidos. Mi padre no los necesita: nueve caminos a sus espaldas y una infancia jugando descalzo han hecho callo y le han bendecido con la velocidad del rayo. Nuestros brasile?os del rosario no se quedan atr¨¢s, pero siempre tiran de rezos. Ya sea en una cuesta infinita, en un camino de pedruscotes en la negra noche o al pasar por delante de una comuna hippie, que tambi¨¦n las hay. Y es comprensible: el 80% de los peregrinos se ha le¨ªdo el libro de Paulo Coelho del Camino, afirma un sabio taxista.
El 80% de los peregrinos se ha le¨ªdo el libro de Paulo Coelho del Camino, afirma un sabio taxista
Otros muchos, sobre todo estadounidenses, han visto The Way, donde Martin Sheen va esparciendo las cenizas de su hijo que ha muerto en el Camino. Un momento especialmente espiritual de la pel¨ªcula es cuando los cuatro amigos de viaje se paran delante de la Cruz de Ferro, que anta?o serv¨ªa de gu¨ªa a los peregrinos. En silencio, sacan unas piedras que han llevado con ellos, leen unos versos y la depositan all¨ª, ceremoniosamente, en comuni¨®n con Dios. ¡°Vaya chorrada es esto¡±, suelta mi imp¨ªa comitiva al pasar al lado de la cruz, sin aflojar el ritmo, clavando los palos en la tierra y sin levantar la cabeza.
Pero no por eso hemos faltado a la cortes¨ªa y hospitalidad del buen peregrino. ¡°Las negras son las buenas¡±, gritamos a unos asi¨¢ticos que nos ven cazar al vuelo moras de las zarzas. Es complicado acertar si son coreanos, la nacionalidad que todo el mundo dice que inunda el Camino despu¨¦s de un reality grabado en la traves¨ªa y el libro de una conocida periodista del pa¨ªs. En realidad, representan el 1,7% de todos los caminantes que llegaron el a?o pasado (327.378), seg¨²n la estad¨ªstica de la Oficina del Peregrino. La mayor¨ªa son espa?oles (44%), italianos (8,2%), alemanes (7,7%), estadounidenses (5,6%), portugueses (4,4%) y franceses (2,6%).
En la Edad Media, una vez se llegaba al monte del Gozo, la alegr¨ªa embargaba al peregrino, que divisaba la catedral de Santiago y acababa los cinco kil¨®metros descalzo. En mi grupo no hay tiempo para par¨¢lisis del alma. Necesitamos estar pronto en la Oficina del Peregrino para recoger la credencial. Tenemos el n¨²mero 584. En la pantalla, como si fuese el turno de renovaci¨®n del DNI, van repartiendo juego. 580, 581¡ Estamos muy cerca. La felicidad acecha hasta que vemos emerger entre la cola a una mujer, rosario en mano. Es el grupo de brasile?os. Tienen el 581. Nos han adelantado. Tambi¨¦n por delante se ha puesto la b¨¢scula: 1,5 kilos m¨¢s. El Se?or pone a cada uno en su lugar.
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