Ya no se multa al cliente en la calle
Las denuncias que la polic¨ªa tramita en casos de prostituci¨®n bajan de 658 en 2017 a 17 en lo que va de a?o
La lucha contra las mafias de la prostituci¨®n languidece. Desde que en 2015 la normativa espa?ola incluyera las multas a los clientes, el n¨²mero de denuncias ha ido descendiendo hasta pr¨¢cticamente desaparecer. La polic¨ªa solo ha multado a 17 personas en los primeros ocho meses de este a?o, seg¨²n los datos de la Delegaci¨®n del Gobierno en Madrid.
La Ley Mordaza persgui¨® por primera vez a los clientes en la calle. Basta con que un conductor pare su veh¨ªculo junto a una prostituta para que los agentes levanten la sanci¨®n. Esta medida fue promovida por la entonces delegada del Gobierno en Madrid, Cristina Cifuentes, que la propuso al ministro del Interior de la ¨¦poca, Jorge Fern¨¢ndez D¨ªaz, y la incluy¨® en el nuevo texto legal. La sanci¨®n est¨¢ tipificada como grave y su cuant¨ªa puede ir desde los 601 euros a los 10.400. Generalmente se pone la menor cuant¨ªa, sin que llegue a superar los 1.000 euros.
Solo en los seis primeros meses de la entrada en vigor de la norma se pusieron 419 multas. El n¨²mero fue creciendo y en 2017 se lleg¨® a los 658. Ya el a?o pasado, baj¨® la cifra un 61%, con solo 256 expedientes. Sin embargo, el mayor descalabro se est¨¢ produciendo este a?o, donde las infracciones no llegan a la veintena.
El motivo de este descenso, seg¨²n la Delegaci¨®n del Gobierno, es que las prostitutas del pol¨ªgono de Marconi en el distrito de Villaverde, el principal foco de denuncias tramitadas por la Polic¨ªa Nacional, se han trasladado a otros puntos de la regi¨®n. Sobre todo, a la periferia, porque precisamente all¨ª se produce menor acoso policial a los clientes y se mantiene una clientela m¨¢s o menos fija. Sin embargo, un recorrido durante una ma?ana por el pol¨ªgono permite comprobar que el n¨²mero de prostitutas es bastante alto y que se mantiene casi invariable respecto a otras ¨¦pocas en las que hab¨ªa un gran control policial. Nada ha cambiado en exceso. Un censo de hace tres a?os cifr¨® que hab¨ªa 400 prostitutas en esta zona.
En Marconi, a pleno sol, la actividad no cesa. Lorena, rumana de 27 a?os, lleg¨® a Espa?a hace una d¨¦cada. Comenz¨® a trabajar como camarera en restaurantes y hoteles de Marbella, pero despu¨¦s se qued¨® en paro. Afirma que ella ejerce por libre y que no depende de ninguna mafia. Una amiga la anim¨® a meterse en el negocio y, desde entonces, no quiere cambiarlo. ¡°Cada servicio cuesta 20 euros. Al d¨ªa me puedo sacar hasta 500 euros. Depende de c¨®mo se d¨¦ y del tiempo que le dedique¡±, afirma con cierto acento. Su horario es de nueve de la ma?ana a diez de la noche. En invierno, a veces lo reduce por el fr¨ªo. ¡°Aqu¨ª viene todo tipo de clientes. Desde j¨®venes casados a mayores de 80 a?os¡±, a?ade.
La mujer no quiere hablar mucho porque sus compa?eras siguen trabajando y ella puede perder clientes. Mientras se desarrolla la conversaci¨®n, un enorme cami¨®n blanco de transporte de mercanc¨ªas para junto a la mujer que est¨¢ m¨¢s pr¨®xima. La mujer, vestida con un top rosa p¨¢lido, se sube a la cabina y el tr¨¢iler arranca con cierto ruido.
¡°Yo lo que quiero es conseguir mucho dinero y dentro de un tiempo marcharme a mi pa¨ªs, donde montar¨¦ alg¨²n negocio. Los a?os pasan r¨¢pido y no voy a estar con este trabajo toda la vida¡±, reconoce Lorena.
Una compa?era suya, Carmela, afirma que lleva unos dos a?os y medio y que jam¨¢s se le ocurrir¨¢ trabajar en Marconi. ¡°All¨ª hay muchas chicas y mucha competencia. No se gana tanto porque aqu¨ª a algunos clientes se les puede cobrar hasta 50 euros¡±, a?ade. La falta de limpieza en las calles adyacentes a las avenidas resulta patente. Est¨¢n repletas de preservativos usados y de toallitas esparcidas por la calzada y las aceras.
Fuentes de la Jefatura Superior de Polic¨ªa de Madrid reconocen que la polic¨ªa no tiene una explicaci¨®n para ese descenso tan brutal de las multas a clientes. Este cometido lo ha ejecutado en este tiempo la Brigada Provincial de Extranjer¨ªa y Fronteras. Era una f¨®rmula para luchar contra las mafias de prostituci¨®n. Se pretend¨ªa que al frenar al cliente, bajara la actividad. Sin embargo, la medida ha ca¨ªdo en el olvido.
Un turismo estaciona a unos 100 metros de Carmela. Se baja un cincuent¨®n en pantalones cortos y se monta junto a una mujer en los asientos traseros. Ponen varios parasoles en los cristales en busca de intimidad. A los siete minutos de reloj, se abren las puertas y cada uno retoma su puesto en la parte delantera. El veh¨ªculo arranca tras haber tirado a la calle algunas toallitas en el aparcamiento.
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