La ca¨ªda de un violador en serie
La polic¨ªa detalla en el juicio c¨®mo detuvo a Pedro Luis Gallego, un criminal peligroso y reincidente escondido tras matr¨ªculas y tel¨¦fonos a nombre de otros
Ha pasado horas retenida en alg¨²n lugar al que lleg¨® con los ojos tapados. Est¨¢ exhausta despu¨¦s de una noche larga, pero saca fuerzas para denunciar en una comisar¨ªa de polic¨ªa. Se vale de su desarrollado sentido del espacio como arquitecta para dibujar un croquis de la guarida secreta del hombre que la secuestr¨® la noche anterior a punta de pistola. La llev¨®, seg¨²n dibuja a mano, a un garaje comunitario, en los bajos de un edificio. Cruzaron dos puertas ign¨ªfugas y dos tramos de escaleras, hasta llegar a un apartamento situado en una primera planta.
La polic¨ªa no lo sabe todav¨ªa, pero la v¨ªctima ha descrito la casa de Pedro Luis Gallego, un agresor sexual en serie que lleva tres a?os en libertad. Se le conoci¨® en su d¨ªa como El violador del ascensor porque se hac¨ªa pasar por t¨¦cnico para acorralar a mujeres en el peque?o habit¨¢culo de un elevador, pero su historia est¨¢ olvidada despu¨¦s de que cumpliera condena por dos asesinatos y 18 violaciones. Entonces, diciembre de 2016, el rastro del hombre con gafas de sol que asalta a mujeres de noche y se las lleva en el maletero del coche es el de un fantasma.
La primera pista s¨®lida del autor de dos violaciones y dos intentos de rapto en la zona norte de Madrid, en las inmediaciones del hospital de La Paz,?entre diciembre de 2016 y abril de 2017,?es un coche blanco. All¨ª tambi¨¦n las deja despu¨¦s de retenerlas durante horas, a veces toda la noche. La b¨²squeda de aquellos d¨ªas la detall¨® este jueves una investigadora de polic¨ªa en el juicio que se celebr¨® en la Audiencia Provincial de Madrid, que qued¨® visto para sentencia despu¨¦s de que el violador, de 61 a?os, se declarara culpable y el fiscal solicitara una pena de 25 a?os ¨ªntegros en prisi¨®n. Las v¨ªctimas declararon a puerta cerrada.
El coche blanco, despu¨¦s de revisar las c¨¢maras de las calles donde se han producido los ataques, resulta ser un Toyota Auris. La polic¨ªa le pide a la DGT el nombre de los propietarios de este coche en toda Espa?a y reciben un informe descorazonador: 75.000 registros. Comprobar uno a uno llevar¨ªa a?os. Sin embargo, hay un atajo. Cruzan informaci¨®n con la polic¨ªa municipal y con la propia DGT, y dan con el nombre del due?o del coche, un tal Eliseo Guti¨¦rrez, de Valladolid. Mayor, casado y con dos hijos, no casa con el perfil del agresor descrito por las v¨ªctimas.
?Hay forma de avanzar? S¨ª, con el tel¨¦fono fijo de Eliseo. Al meter su n¨²mero en la base de datos de la polic¨ªa, aparece que alguien lo us¨® como n¨²mero de contacto cuando renov¨® el DNI. Se trata de Pedro Luis Gallego, lo que el sistema describe como un preso institucionalizado. Los que viven m¨¢s tiempo dentro que fuera de la c¨¢rcel. ?l ha pasado en prisi¨®n 32 a?os, m¨¢s de media vida. Eliseo es su cu?ado, est¨¢ casado con la hermana del violador.
Bridas, gafas, capucha
No es la primera vez que usa el coche de otro. Esa premeditaci¨®n da idea de que sus actos no son impulsivos. De joven utiliz¨® un Fiat Bravo a nombre de su padre. Y ahora toca demostrar que ¨¦l era quien iba al volante aquellos d¨ªas. La polic¨ªa lo sigue, en sus idas y venidas por Segovia, acompa?ado de una mujer, en cuya casa duerme, y comprueba que, como sospechaban, conduce el veh¨ªculo de su cu?ado. Consultando al seguro refuerzan esa tesis: hace unos meses el violador llam¨® para gestionar un parte por el pinchazo de una rueda.
El tel¨¦fono m¨®vil que usa, a nombre de una sobrina, tambi¨¦n deja rastro. Las antenas de recepci¨®n m¨®vil lo localizan en Madrid y alrededores los d¨ªas de las agresiones. Por ¨²ltimo, los agentes colocan un dispositivo de seguimiento en los bajos del coche. El edificio tiene un garaje para todos los vecinos. Para acceder a las viviendas hay que traspasar dos puertas sin llave, dos puertas construidas para evitar la expansi¨®n de un incendio. A continuaci¨®n, un primer tramo de escaleras, y despu¨¦s un segundo. Ah¨ª vive Pedro Luis Gallego. La descripci¨®n encaja con el plano a mano alzada hecho por una arquitecta. La polic¨ªa sabe entonces que lo ha atrapado.
Dentro, encuentran bridas con las que ataba las manos de las mujeres. Las gafas de sol con las que trataba de ocultarse como un personaje del juego Qui¨¦n es Qui¨¦n, la ropa oscura con capucha. Se niega a que le tomen una muestra de ADN y hay que esperar a la orden judicial que le obliga. Coincide con los restos esparcidos en la ropa de las v¨ªctimas. Una de ellas lo reconoce sin ninguna duda en una rueda de reconocimiento.
Dos a?os y medio despu¨¦s, tiempo que ha pasado en prisi¨®n, se sienta ante el tribunal, de espaldas al p¨²blico, con las mismas gafas de sol y el aspecto de querer pasar de inc¨®gnito de cuando atacaba a las mujeres cuando ca¨ªa el d¨ªa. Al incorporarse despu¨¦s de o¨ªr de lo que se le acusa deja a la vista un cintur¨®n verde chill¨®n. Y pone fin a esta historia:
¡ªMe considero culpable.
¡°Mi vida ha sido un fracaso desde que ten¨ªa 19 a?os¡±
Con una leve cojera, el violador Pedro Luis Gallego lleg¨® ayer al juzgado. Escuch¨® inm¨®vil y sin gesticulaci¨®n un juicio muy breve en el que se declar¨® culpable. Antes de dar por finalizada la sesi¨®n, el juez le dio la posibilidad de tomar el turno de palabra. Sorprendi¨® a todos porque hizo uso de ¨¦l. Nunca antes se hab¨ªa dirigido a sus v¨ªctimas. En esta ocasi¨®n habl¨® durante cinco minutos, en un discurso regado de supuesto arrepentimiento, autoindulgencia y culpabilizaci¨®n del sistema. Este es un extracto de lo que dijo: ¡°Efectivamente, todas las pruebas que la acusaci¨®n del fiscal ha planteado son as¨ª. Desde los 19 a?os he tenido una problem¨¢tica psicol¨®gica. Mi vida no ha sido normal. Soy v¨ªctima de m¨ª mismo. He tenido un problema psicol¨®gico que nunca he podido resolver. Instituciones Penitenciarias siempre me ha rechazado una terapia. Acud¨ª a una ONG. Una psic¨®loga a nivel particular entendi¨® mi problema. Estuvo aplicando una terapia en base a mi problema. Segu¨ª yendo (despu¨¦s de prisi¨®n), pagando sus honorarios pero no pudo resolver mi problema. Tengo un problema psicol¨®gico. Una obsesi¨®n que no puedo controlar. No lo comprendo. Me siento arrepentido lo que he hecho durante toda mi vida, no solo esta vez. Pido perd¨®n a las v¨ªctimas, a todas. Mi vida ha sido un fracaso desde que ten¨ªa 19 a?os (cuando cometi¨® sus primeros delitos). Nunca he podido tener armas psicol¨®gicas para contrarrestar esta obsesi¨®n, impulsos que no he podido controlar. No sab¨ªa de qu¨¦ se trataba. Mi vida ha sido un desastre de vida. 32 a?os en prisi¨®n. Ahora llevo 2 a?os y medio. Mi vida va a acabar en prisi¨®n (tiene 61 y el fiscal pide 25 a?os ¨ªntegros) pero s¨ª pido y solicito que se me aplique un tratamiento¡±.
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