Pisito precario y con humedades en Fuencarral
Una familia habita una vivienda a la espera de que la Agencia de Vivienda Social de la Comunidad de Madrid les atienda; su historia evidencia el abandono de la vivienda p¨²blica


Por el hogar de la familia Borja Hern¨¢ndez la suerte pasa de largo. Los siete residen en un piso alquilado de unos 50 metros cuadrados, apretados en tres oscuras dependencias que asedia la humedad. Un informe del Servicio Madrile?o de Salud desaconseja que la hija menor ¡ªafectada de otitis recurrente y asma cr¨®nico¡ª conviva con las filtraciones. Pero la adjudicaci¨®n de un inmueble de promoci¨®n p¨²blica que mejore sus condiciones no termina de llegar. Y eso que llevan m¨¢s de un lustro luchando por ello, como otros 7.000 ciudadanos en situaci¨®n de extrema necesidad, seg¨²n datos del Grupo Parlamentario Socialista en la Asamblea.
El sol del mediod¨ªa azota la fachada del edificio, coloreado con estallidos de ropa tendida. La luz se desliza solo hasta la cocina, dejando en penumbra el resto de estancias, donde apenas hay detalles personales a la vista, pero destaca un retrato de Camar¨®n. Eugenio Borja, el padre de 46 a?os, duerme en un jerg¨®n extendido sobre el suelo: ¡°Lo prefiero a ver a alguno de mis hijos sin cama¡±, declara. Varios de ellos nacieron en el antiguo cuartel de la Guardia Civil de Fuencarral, a escasos metros de su actual hogar. Cuando los desalojaron en 2012, junto a otra treintena de inquilinos, la Agencia de Vivienda Social de la Comunidad de Madrid (AVS) les impuso un bienio de sanci¨®n por ocupaci¨®n. Tras cumplirlo, la familia no ha dejado de rellenar impresos y visitar a la trabajadora social. Aunque la burocracia no parece dar frutos.
El piso de transici¨®n en el que viven hoy est¨¢ da?ado. Para entender el problema, basta leer las telegr¨¢ficas conclusiones a las que llega el Instituto de Salud P¨²blica al visitarlo: ¡°Problemas estructurales. Hacinamiento. Iluminaci¨®n y ventilaci¨®n escasas. Carencia de instalaciones b¨¢sicas. Existencia de plagas¡±. Con todo, los padres pagan puntuales cada mes el alquiler de 450 euros. Supone una heroicidad, pues la familia cuenta para sobrevivir tan solo con dos Rentas M¨ªnimas de Inserci¨®n (RMI), que suman algo m¨¢s de 700 euros. Pero ahora se a?ade otra pieza al mosaico de calamidades: el propietario requiere la vivienda para un familiar en apuros. Y presiona a Borja para que los suyos abandonen el domicilio, llam¨¢ndoles por tel¨¦fono varias veces al d¨ªa o plant¨¢ndose frente a la puerta.
¡°Es muy agobiante: la Comunidad no nos concede un piso y el propietario de la casa en la que vivimos quiere echarnos. Con cinco hijos yo no puedo quedarme en la calle. Antes le pego una patada a una puerta¡±, zanja Borja. Si lo hace, perder¨¢ la candidatura que le abrir¨ªa las puertas de un piso con alquiler reducido. ?l es consciente. Aunque es posible, dice, que no le quede otro remedio. Habr¨¢ un d¨ªa en que todo salte por los aires: ¡°Si no nos dan una soluci¨®n, me estar¨¢n empujando a ocupar y cometer una ilegalidad¡±.
La rueda gira sin contar con Borja. Cada a?o la AVS realiza el sorteo en base a un sistema de puntuaci¨®n, que califica las circunstancias familiares y sus necesidades. Aquellas solicitudes que se acompa?an de sendos informes, m¨¦dicos y sociales, tienen prioridad: los papeles incrementan la calificaci¨®n. Pero, como explica Cristina Gonz¨¢lez, portavoz socialista en la Comisi¨®n de Vivienda de la Asamblea, el procedimiento no siempre considera la antig¨¹edad de las peticiones, que han de renovarse con la llegada de cada nuevo curso: ¡°Los solicitantes se enfrentan al mismo tr¨¢mite una y otra vez¡±.
Seg¨²n los socialistas madrile?os, el organismo aut¨®nomo mantiene vac¨ªos el 3% de sus inmuebles: m¨¢s de 700 pisos en total. Las cifras oficiales lo niegan y hablan de un aprovechamiento total del parque inmobiliario. ¡°Solo hay que preguntar en las comunidades de vecinos para saber que hay muchos pisos p¨²blicos sin habitar. Nosotros hicimos un muestreo y ese fue el resultado¡±, apunta Gonz¨¢lez. Y agrega: ¡°Ahora mismo, la AVS es el caos. Por eso hemos pedido la comparecencia de Jorge Urrecho, su gerente. Queremos que explique esta dejadez¡±.
Al sureste de la ciudad, en el casco hist¨®rico de Vic¨¢lvaro, tiene lugar un ejemplo del abandono al que se refiere Gonz¨¢lez. Los vecinos de la Calle de Villablanca denuncian el deterioro de varias propiedades de la Comunidad, enclavadas en un complejo de trazado curvo, que el antiguo Instituto de la Vivienda de Madrid (IVIMA) levant¨® hace ahora casi tres d¨¦cadas.
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