¡®La Mallorquina¡¯ salta a la calle Vel¨¢zquez 125 a?os despu¨¦s: ¡°Hay que limpiar el vaho de los cristales¡±
La m¨ªtica pasteler¨ªa madrile?a inaugura su segundo en local coincidiendo con su 125 aniversario
Ricardo Quiroga se chupa los dedos, se cambia la chaqueta gris por una verde, sonr¨ªe y suelta: ¡°Mejor as¨ª, ?no?¡±. Antes, por si acaso, ordena a uno de sus 24 empleados que termine de acomodar los pasteles: ¡°Paco, por favor, vamos colocando esto¡±. 125 a?os despu¨¦s, la emblem¨¢tica pasteler¨ªa La Mallorquina de la Puerta del Sol tendr¨¢ una hermana en el n¨²mero 39 de la calle de Vel¨¢zquez esquina con Hermosilla. El local es amplio: luminoso, acogedor, con ventanales gigantes, con suelo de m¨¢rmol, con dos estancias, con mesas altas, bajas, con taburetes tapizados en azul celeste y rosa palo, con 17 l¨¢mparas de bolas blancas colgadas del techo. En resumen: ¡°La Mallorquina. Desde 1894¡±, dice su letrero estampado en la pared con una tipograf¨ªa que recuerda a los cuadernillos Rubio. El sitio es alquilado y, seg¨²n Idealista, los precios oscilan entre los 4.000 y 13.000 euros al mes. ¡°La casera es la due?a del edificio y, la verdad, est¨¢ a un buen precio¡±. Por si las moscas, Quiroga tambi¨¦n la ha invitado a la inauguraci¨®n.
¡°Yo desayuno todos los d¨ªas un caf¨¦ con leche con un bollo diferente¡±. Este gerente, de 56 a?os, dice que para quemar todas estas kilocalor¨ªas que se zampa de buena ma?ana se ejercita con un poco de p¨¢del y un poco de golf. ¡°No estoy tan mal¡±.
¡ª?Cocina en casa?
¡ªNo he cocinado en mi vida.
¡ª?Tiene Thermomix o la m¨¢quina del Lidl?
¡ª(R¨ªe) Thermomix. Y aqu¨ª, un equipo fant¨¢stico.
Dice que tiene dos hijos: una es odont¨®loga y otro trabaja para el banco Santander. Por las dudas, no se declara pastelero, sino gestor. Y tanto. Hace unos a?os Quiroga se dedicaba a vender juguetes por el todo mundo con Toys ¡°R¡± Us. ¡°Pero me vine a Madrid, mi casa, tras la muerte de mi padre (el antiguo jefe)¡±.
Mientras concede esta entrevista, numerosas se?oras reci¨¦n salidas de la peluquer¨ªa, madres con carritos de beb¨¦ y hasta dos turistas se paran ante las puertas de cristal. Algunas, incluso, meten primero el cuello en el local, como si fueran jirafas curioseando por la sabana. Sorpresa. ¡°Hola, se?ora, estamos cerrados¡±. ¡°Hola, se?ora, ma?ana [por hoy] abrimos¡±. ¡°Hola, se?ora, estamos con las presentaciones¡±. Algunas se marchan resignadas. L¨®gico. No entienden que est¨¦ abierto un jueves por la ma?ana solo para la prensa. No es el caso de la madrile?a Isabel Garc¨ªa ¡ª¡°a las mujeres no se le pregunta por la edad¡±¡ª, que se enter¨® hace unas semanas de la apertura. ¡°La Mallorquina es La Mallorquina y no hay otra. Suelo consumir sus pasteles muy a menudo. ?Me encanta!¡±.
Adentro, M¨®nica, Jennifer, Morelia y Gladys se colocan tras la barra de cristal con el uniforme blanco de botones enormes. ¡°Recordad¡±, insiste Quiroga, ¡°hay que limpiar el vaho de los cristales cada poco tiempo¡±. Del obrador ¡ªque se puede ver desde dentro del local¡ª irrumpe Alberto Bartolom¨¦, de 41 a?os, con un alzacuello del color de la bandera de Espa?a. ¡°A los 18 a?os entr¨¦ a fregar en el local de Sol. Empec¨¦ ba?ando bollos, luego hice masas y ahora soy el encargado¡±. Isabel D¨ªaz ¡ª¡°de 62 a?os y un poco m¨¢s¡±¡ª lleva 46 trabajando. Es la jefa de personal. ¡°No me falla la cuenta porque como entr¨¦ con 16 siendo una ni?a... Los a?os de antes no son como los de ahora¡±.
Quiroga, muy cuco, insiste en que los periodistas prueben todos los s¨¢ndwiches y cruasanes posibles:
¡ª?Ha probado el due?o de La Mallorquina los famosos manolitos?
¡ªMe gustan m¨¢s los nuestros.
¡ª?Se enter¨® de que algunos eran congelados?
¡ª (R¨ªe) No me gusta la pol¨¦mica.
¡ª?Qu¨¦ tal los s¨¢ndwiches del Rodilla?
¡ªLos nuestros son fant¨¢sticos.
Desde este viernes, ya s¨ª, estar¨¢ abierto al p¨²blico. La carta es sencilla y clara: el caf¨¦ con leche, a 1,30, como en la puerta del Sol; la napolitana, diez c¨¦ntimos m¨¢s, a 1,40. Y la bamba de nata, el bartolillo y el merlit¨®n, a 2. ?Lo m¨¢s caro? Una ensaimada con huevo, jam¨®n de york y queso que vale 4,50. ¡°Nosotros siempre tenemos un precio justo: no somos ni baratos, ni caros¡±, dice Quiroga. ¡°Una vez me contaron que en una mesa del local de Sol estaba sentada Sara Montiel y, en la otra, un obrero¡±.
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