Epitafios curiosos en Madrid: ¡°Menos flores y m¨¢s JB¡±
Un paseo por cementerios madrile?os en busca de epitafios que arrancan sonrisas y aligeran la tristeza por el adi¨®s a los seres queridos
En el ¨²ltimo pulso que echamos a¨²n en vida siempre gana quien apuesta del lado de la muerte. No hay mayor determinismo para la existencia. Todo tiene su fin y el nuestro es un sue?o eterno. Nacemos llorando, ?por qu¨¦ no marcharnos riendo? Las ¨²ltimas palabras del finado, o de los afortunados que le sobreviven de momento, componen esas sentencias llamadas epitafios que para el escritor madrile?o Ram¨®n G¨®mez de la Serna, aficionado a pasear por las necr¨®polis, son un g¨¦nero tan espa?ol "que podr¨ªa decirse que todo el Don Juan [Tenorio] est¨¢ escrito en epitafios".
"Nos vemos en las Seychelles" es uno de los epitafios con mejor rollo del cementerio de La Almudena. Acompa?a a los restos de un var¨®n de 64 a?os, aficionado a los para¨ªsos terrenales al tiempo que ten¨ªa clar¨ªsimas las coordenadas del cielo. No lejos de all¨ª, alguien rinde tributo con esta enigm¨¢tica expresi¨®n: "Eras cerilla de palillo corto, pero encendiste un fuego eterno".
Los marmolistas son los encargados de perpetrar las inscripciones. O¨ªr, ver y esculpir. Seguimos en La Almudena. "Era marchoso y muri¨® con marcha". El marmolista que lo grab¨® recuerda que fue una mujer de unos 50 a?os quien hizo el encargo. "Estaba muy interesada en esa frase, porque el marchoso le hab¨ªa gui?ado un ojo antes de morir". Y fruto de un jocoso malentendido es la inscripci¨®n en una l¨¢pida de un pueblo turolense en la que bajo el nombre del difunto dice "Sin comentarios", que fue la respuesta de los familiares a la pregunta del marmolista de si quer¨ªan poner algo.
El escritor y periodista Luis Carandell, en su libro Tus amigos no te olvidan, habla de la familia de un difunto empe?ada en la siguiente inscripci¨®n: "Sus hijos Francisco, Carlos Ram¨®n y Soledad le dedican este recuerdo (menos Eusebio, que no dio nada)". En esta ocasi¨®n, el operario se neg¨® a colaborar en la venganza fraternal contra la oveja negra de la familia.
Humor contra rigor mortis
?Miramos a la parca con m¨¢s descaro ahora que antes? Miguel Valero tiene 48 a?os y conoce el traj¨ªn del muerto al hoyo desde los 18, edad en la que comenz¨® a trabajar en los cementerios de Madrid. Aprendi¨® el oficio sobre el terreno, primero como exhumador sacando sepulturas que hab¨ªan cumplido ya 10 a?os. Ha manejado los ata¨²des de personajes ilustres como Marcelino Camacho y su mujer, Josefina Samper, Santiago Carrillo, Fernando Mart¨ªn, Jes¨²s Gil, Lola Flores y su hijo Antonio¡
Recientemente le ha tocado dar sepultura a los restos del dictador Francisco Franco en Mingorrubio, ceremonia que, por discreci¨®n, prefiere no detallar. Asegura que las costumbres funerarias est¨¢n cambiando. ¡°Ahora hay m¨¢s cremaciones, hemos perdido el miedo al fuego y mucha gente prefiere que se esparzan sus cenizas en lugares donde fue feliz. En 20 a?os los entierros tradicionales han bajado a la mitad, lo mismo que las visitas el D¨ªa de los Santos¡±
La experiencia convierte a Miguel Valero en un erudito del paisaje y paisanaje que rodea a las ¨²ltimas moradas. Gracias a ¨¦l conseguimos localizar uno de los epitafios frente al rigor mortis m¨¢s chistosos del Cementerio Sur, en Carabanchel. En la piedra de granito un soporte contiene una botella de?whisky con la inscripci¨®n "Menos flores y m¨¢s JB". Desconocemos si el nicho est¨¢ patrocinado, y en el momento de visitar la tumba, el lunes pasado, la botella estaba vac¨ªa. No menos hilarante resulta otro epitafio de esta misma necr¨®polis, "Aqu¨ª est¨¢ Paco tumbao y que le quiten lo bailao".
"Hace 15 a?os apenas ve¨ªamos epitafios humor¨ªsticos. Yo creo que tiene que ver con un peso mucho menor de la religi¨®n en el comportamiento social en general", opina Valero. Para tranquilidad de los miedosos, nuestro enterrador no se ha cruzado con ning¨²n fen¨®meno sobrenatural en ning¨²n cementerio. ¡°S¨ª es habitual que nos encontremos objetos t¨ªpicos de las ceremonias del rito vud¨²¡±.
La venganza del finado
Regresamos al cementerio de La Almudena. "Aqu¨ª yace el Gran Laudelino, el hombre que tanto trabaj¨® y tanto desprecio recibi¨® de toda su familia incluida su esposa" es uno de los epitafios que mezclan el autobombo y la venganza. En el tiempo que lleva como enterrador, Valero solo ha visto otros dos epitafios parecidos: "Olvidado por todos" y "Por fin". Queda la duda de si lo eligi¨® el fallecido o se lo puso la familia, que es quien suele ocuparse la mayor¨ªa de las veces, inspirados por frases que el difunto sol¨ªa manejar. Recuerda un caso en el que quisieron escribir, "Cop¨®n Bendito", pero finalmente la familia se arrepinti¨®. Cerca de Laudelino, la septuagenaria Ana nos deja dicho "Que os pique un pollo. All¨ª nos vemos". En algunas tumbas, los familiares dejan postales escritas con mensajes como ¡°No te olvidar¨¦ jam¨¢s cu?ado¡±, que muestra que los c¨®nyuges de nuestros hermanos s¨ª son familia.
"Habr¨ªa que saber qui¨¦n redacta esas frases", coincide Ram¨®n Adell Argil¨¦s, profesor titular de Sociolog¨ªa de la UNED, donde imparte la asignatura de Cambio Social. Adell Argil¨¦s se refiere a la sociolog¨ªa de lo trascendental citando al escritor Norbert El¨ªas (1897-1990): "Solo para los humanos la muerte es algo dif¨ªcil".
Del luto a Halloween
Para Adell Argil¨¦s el asunto entra dentro de la sociolog¨ªa de lo trascendental. "La vida es una pulsi¨®n entre Eros y Tanatos y gana siempre la muerte, tradicionalmente tratada entre el silencio y la m¨¢xima higiene, hasta el punto que los tanatorios parecen aut¨¦nticos spas". As¨ª, la vida transcurre sin que nadie nos explique que es la muerte para evitar que entremos en p¨¢nico. "Las ceremonias, la arquitectura y otros factores que creemos trascendentes, podr¨ªan acercarnos ligeramente a la inmortalidad. De ah¨ª s¨ªmbolos como los epitafios".
Durante el franquismo, el 1 de noviembre era de luto y recogimiento. Ni bares, ni cines ni discotecas. Solo visitas a los cementerios, l¨¢grimas y oraciones. Hasta que de la mano de las grandes superficies llega la costumbre de celebrar Halloween al modo anglosaj¨®n, con calabazas luminosas, esqueletos, brujas, zombis y disfraces. ¡°Hay pa¨ªses que llevan mucho m¨¢s tiempo burl¨¢ndose de la muerte. M¨¦xico por ejemplo, que con semejante tasa de violencia, morir all¨ª es muy f¨¢cil¡±, concluye Ram¨®n Adell Argil¨¦s. En todo caso, se agradece esa pizca de humor que aligere el viaje a la otra vida, tanto si conf¨ªas en tu cita a ciegas con San Pedro, como si en el m¨¢s puro estilo Raskay¨², t¨² ser¨¢s un cad¨¢ver nada m¨¢s.
Adell no ha redactado todav¨ªa su epitafio, pero le viene a la cabeza el de Cantinflas. "Parece que se ha ido, pero no es cierto".
19 esquelas curiosas
Normalmente, estas noticias sirven para avisar del fallecimiento de un ser querido, pero hay quien aprovecha esta publicaci¨®n para lanzar una ¨²ltima broma o reproche. 'Gracias, lo he pasado muy bien', y otras 19 esquelas curiosas con las que despedirse del mundo. Sigue leyendo aqu¨ª.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.