¡°La Guerra Civil se comi¨® la flor de mi vida¡±

Son Los ¨²ltimos, como se?ala el t¨ªtulo de la exposici¨®n. Sobrevivieron a la Guerra Civil y hoy rondan los 100 a?os. Entre quienes participaron en aquel desastre nacional estuvo el abuelo materno del fot¨®grafo parisiense Luis Are?as, entonces un hombre que se march¨® como voluntario con 37 a?os, dejando atr¨¢s una mujer y dos hijos, una ni?a de ocho a?os y un ni?o de tres. Nunca regres¨®. Muri¨® fusilado. Lo supieron gracias a una carta que lleg¨® al final del conflicto. Una tragedia grabada en la familia que, mucho tiempo despu¨¦s, impuls¨® a Are?as a recorrer, entre 2015 y 2017, aldeas y pueblos de 17 provincias para localizar a los ¨²ltimos de la Guerra Civil, hablar con ellos y retratarlos en Teruel, Huesca, Soria, C¨®rdoba, Le¨®n, Sevilla¡­ [Pinche para ver la fotogaler¨ªa con im¨¢genes de la exposici¨®n 'Los ¨²ltimos']

"Tambi¨¦n quer¨ªa rendir un homenaje a mi abuelo, Luis Pellicena Bolsa", dice Are?as, de 52 a?os. "Me interesaba escuchar los testimonios, dar voz a estos olvidados y saber lo que vivieron", a?ade Are?as, que muestra todo ello ¡ª31 fotos y un v¨ªdeo de 45 minutos¡ª en el Instituto Franc¨¦s de Madrid, hasta el 13 de diciembre. Un trabajo que el pasado verano estuvo en Zaragoza, dentro de la programaci¨®n de PHotoEspa?a.

Are?as, hijo de espa?oles que emigraron en los cincuenta a Francia, advierte de que no ha pretendido hacer "la labor objetiva de un historiador", sino rescatar "la memoria subjetiva" de unas personas conscientes de ¡°la proximidad del final de sus vidas¡±. Sus retratos, en blanco y negro y con distintos formatos, tienen en com¨²n el fondo blanco y la luz natural. Apenas hay informaci¨®n en las cartelas, el nombre, lugar de nacimiento¡­ "No se explica en qu¨¦ bando estuvieron, quiero que la mirada del espectador se centre en la persona, su rostro y gestos".

El emotivo v¨ªdeo recoge fragmentos de las conversaciones, fruto de la confianza que Are?as teji¨® con los que no mucho antes eran unos extra?os. Como Antonio Fern¨¢ndez Aperador, Isabel Tudela C¨¢novas, Antonio Casaus Bernad, Jos¨¦ Herruzo Caballero, Vicente Col¨ªn Fern¨¢ndez, Juana Mar¨ªa S¨¢nchez Rubio¡­ Una treintena de hombres y mujeres que hablan a la c¨¢mara a coraz¨®n abierto; algunos han fallecido cuando ha llegado la hora de ense?ar la propuesta de Are?as.

"Hab¨ªa mucha hambre y necesidad en el pueblo", dice uno de ellos. "Pol¨ªticamente, yo no sab¨ªa nada", dice otro. Algunas frases resumen en su sencillez y brevedad la situaci¨®n del pa¨ªs: "Espa?a ha sido un pa¨ªs lleno de agujeros porque unos viv¨ªan muy bien y el pueblo se mor¨ªa de hambre. Y yo era de los que sufr¨ªa". Del mosaico de rostros arrugados por el tiempo se desgranan los recuerdos, a veces revividos con dificultad: "Mataron a mucha gente en los pueblos... por las envidias". "Yo qu¨¦ sab¨ªa lo que era un fusil ni una avioneta". Combatientes en las trincheras y civiles de la retaguardia. Al fot¨®grafo le llam¨® la atenci¨®n la ausencia de odio en sus palabras, no hay reproches al enemigo. "Ellos tiraban¡­ y nosotros tambi¨¦n", dice otro de los entrevistados.

El v¨ªdeo prosigue por los distintos caminos tortuosos del conflicto. Como los bombardeos: "Eran por la noche, ten¨ªamos miedo y sue?o". "Lo que se ve hoy en televisi¨®n de los refugiados... era como nosotros". Algunos de aquellos adolescentes fueron enviados a campos de concentraci¨®n; los hubo que se pasaron de un bando a otro. Tambi¨¦n les toc¨® hacerse a la disciplina y las ¨®rdenes de los superiores: "?Ni un paso atr¨¢s! ?Hay que luchar o morir!, nos dec¨ªan". Vivencias espeluznantes, como la del herido de un disparo en la cabeza al que creyeron muerto. "Fue a recogerme un compa?ero para ver d¨®nde me enterraban y dec¨ªrselo a mi familia".

Los ¨²ltimos minutos son, sobre todo, para los derrotados, los que acabaron en la c¨¢rcel o exiliados. "Llegamos a los Pirineos, era la primera vez que ve¨ªa la nieve. Desde entonces no me gusta la nieve", dice una mujer. "Lo de la prisi¨®n no es para contarlo, ?era para verlo!". Y hay quien no puede? evitar emocionarse al recordar aquello 80 a?os despu¨¦s: "La guerra se comi¨® la flor de mi vida".