D¨ªa y medio al raso para que sus hijos estudien en el colegio de Aznar y Rubalcaba
Decenas de padres se disputan el pu?ado de plazas disponibles en Santa Bernardita, un centro infantil que abre la puerta a El Pilar, el afamado centro de los marianistas en el madrile?o barrio de Salamanca
Cae la noche y una treintena de personas se agolpa ante el n¨²mero 10 de la calle Pr¨ªncipe de Asturias de Madrid. Van pertrechados con ropa de abrigo ¡ªalgunos incluso con prendas de esquiar¡ª, mantas, hamacas, cargadores y bater¨ªas de tel¨¦fono, comida, bebida y altas dosis de ¨¢nimo. La escena, como uno de ellos comenta, parece la del acceso a un comedor de C¨¢ritas. Tambi¨¦n recuerda a la cola de fans que quieren entrar los primeros al concierto de su estrella favorita de rock. Pero no.
El n¨²mero 10 de la calle Pr¨ªncipe de Asturias, en el exclusivo barrio de Salamanca, es la sede del colegio Santa Bernardita, un centro privado cat¨®lico?cuyo precio base es de 450 euros al mes, a los que se suman comedor, horas extras, etc¨¦tera. Y los que esperan de manera ordenada pero amontonada en la acera son padres y madres que tratan de conseguir una de las escas¨ªsimas plazas libres que quedan para el pr¨®ximo curso. Entrar aqu¨ª es clave para el futuro escolar de sus hijos, ya que les puede abrir la puerta a El Pilar, el afamado centro concertado de los marianistas situado en el mismo barrio donde han estudiado alumnos de prestigio.
En una espiral impulsada por los consejos de padres que trataron de conseguir hueco en Santa Bernardita en a?os anteriores, muchos han querido ser los primeros de la cola. Todos aseguran que las 16 plazas que hubo disponibles en 2019 son muchas menos este 2020. Cinco o seis, calculan.
Las dem¨¢s se las han llevado mayoritariamente los que ya disponen de hermanos en el colegio: el baremo de Madrid otorga el mayor n¨²mero de puntos, 10, a esta circunstancia?tras la llamada zona ¨²nica educativa introducida por Esperanza Aguirre, que dejaba de primar la cercan¨ªa al centro. La llegada esta vez del primer aspirante se ha adelantado unas 12 horas con respecto a lo ocurrido hace un a?o.
Ese puesto lo ocupa Santiago. Reci¨¦n aterrizado de sus vacaciones la tarde del lunes 6 de enero, decide plantarse ante el colegio. Quedan 36 horas para que a las ocho de la ma?ana del mi¨¦rcoles 8 de enero se abran las puertas. No hab¨ªa todav¨ªa nadie pero, precavido, Santiago decide dejar a una persona encargada durante la noche para asegurarse el primer puesto hasta que ¨¦l regrese a las siete de la ma?ana. Quince o veinte minutos despu¨¦s llega el siguiente, Guillermo. Quedan m¨¢s de 24 horas para que en Santa Bernardita les den la bienvenida. A partir de ah¨ª, un goteo de padres y familiares de aspirantes a conseguir que sus hijos sean admitidos.
En un primer momento les permiten acceder al recibidor pero, tras algo m¨¢s de media hora, son obligados a salir a la calle. ?rdenes de arriba, sospechan, que ejecuta diligente la se?ora de la limpieza. La estrella del colegio en tantas horas de espera es esa se?ora enjuta, de pelo corto y servicial a la que todos llaman ¡°la monjita¡±. Ella es la que, de alguna manera, se apiada de todos los que soportan el lento goteo de los minutos. ¡°A ver ?hay bastantes sillas? ?Y las embarazadas?¡±. En efecto, algunos han llegado de su casa pertrechados con las sillas de la playa. Otros reciben con los brazos abiertos las que la religiosa saca del interior del centro escolar. Con la llegada de la noche, mantas. Y hasta un sonajero para un beb¨¦.
¡°Esta noche me la como enterita aqu¨ª¡±, asegura firme Guillermo cuando lleva casi 12 horas en la cola. Se dispone a pasar por casa para ducharse y cenar antes de regresar. Le guarda el turno su esposa, una de las embarazadas por las que se preocupa ¡°la monjita¡±. Lo que le queda por delante parece que es una noche clave para el futuro de esta familia con un hijo en el mundo, otro en camino y el tercero en mente. Porque Guillermo tiene bien echadas las cuentas: tres hijos a 500 euros al mes cada uno durante 18 a?os¡ ¡°t¨² calcula lo que ser¨ªa un centro privado. Es cuesti¨®n de rentabilidad¡±. ¡°Es un esfuerzo de 24 horas. Nunca hab¨ªa hecho una cola pero ser¨ªa capaz de estar aqu¨ª 72 horas si fuera necesario¡±, afirma.
Desde la acera de enfrente, el mec¨¢nico de un taller asiste al espect¨¢culo. ¡°Si parece que rifan jamones¡±, comenta se?alando la cola desde debajo de un coche. ¡°Ver¨¢s la nochecita que van a pasar¡±. El edificio contiguo es una comisar¨ªa de Polic¨ªa Nacional. El ir y venir de agentes y furgonetas no altera la rutina de espera ante el Santa Bernardita.
¡°?Y no hay otra forma de organizar esto en 2020? ?Es necesario que toda esta gente est¨¦ aqu¨ª al raso tantas horas?¡±. La pregunta del periodista a la monja, que no para un segundo, se queda sin explicaci¨®n. ¡°Yo no lo decido¡±, zanja por toda respuesta la se?ora mientras saca a la calle otra silla. ¡°Me parece demencial, pero aqu¨ª estamos¡±, comenta una madre que prefiere no ser citada. ¡°Si la gente est¨¢ horas a la cola de un concierto, ?c¨®mo no voy a hacer yo la cola cuando lo que est¨¢ en juego es la educaci¨®n de mi hijo?¡±, a?ade otra.
?Pero qu¨¦ tiene este colegio para despertar tanto inter¨¦s? Todos los padres consultados coinciden: Santa Bernardita, adem¨¢s de la ni?a pastora de Lourdes canonizada hace 87 a?os, es la pasarela que puede llevar a sus hijos al colegio cat¨®lico concertado Nuestra Se?ora del Pilar, de la Compa?¨ªa de Mar¨ªa, los marianistas. Estudiar en Santa Bernardita, que imparte el ciclo de infantil completo de 0 a 6 a?os,?da un punto extra a los ni?os de cara a entrar en El Pilar, cuya etapa de infantil no empieza el primer curso sino a partir de los dos a?os. Este centro est¨¢ situado en el n¨²mero 56 de la cercana calle Castell¨® en un edificio inaugurado en 1921 y por ¨¦l han pasado decenas de celebridades. Diplom¨¢ticos, banqueros, periodistas, artistas, empresarios, pol¨ªticos de diferentes colores¡ Estos padres quieren que sus hijos sean educados en las mismas aulas que Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, Alfredo P¨¦rez Rubalcaba,?Agust¨ªn de Fox¨¢ o Juan Abell¨®.
Con el citado sistema de zona educativa ¨²nica, en caso de que el padre o la madre sean antiguos alumnos los solicitantes de plaza logran sumar 1,5 puntos m¨¢s y hay un punto de libre disposici¨®n que los centros suelen otorgar a los que vienen de unas guarder¨ªas seleccionadas, como es el caso del Pilar con Bernardita. Los padres que han hecho cola no eran antiguos alumnos del Pilar, por eso peleaban con su tiempo para lograr ese punto de libre disposici¨®n a la guarder¨ªa.
Con el paso de las horas de convivencia en la acera, la confianza se estrecha. Los corrillos sirven para intercambiar experiencias vitales y hasta alg¨²n trago de vino o pisto casero. Muchos saben que tienen complicado hacerse con una plaza, pero nadie abandona. Y hablan los unos de los otros no utilizando su nombre sino el n¨²mero que ocupan en la cola. ¡°Esto parece Gran Hermano¡±, dice esbozando una sonrisa el del puesto tercero. Cada hora se pasa lista y entonces ninguno se olvida de que solo Santiago tiene el honor de encabezarla con el n¨²mero uno.
Se acercan las ocho de la ma?ana entre el cansancio y los nervios. ¡°Estoy que ahora mismo no me reconoce ni mi iPhone¡±, bromea uno de los ¨²ltimos de la cola cuando est¨¢n a punto de abrir las puertas. ¡°Ahora para que nos quiten la educaci¨®n concertada¡±, remata refiri¨¦ndose entre risas al nuevo Gobierno de coalici¨®n en Espa?a. Una mujer llega por detr¨¢s preguntando por la famosa lista. En un relevo con su marido ha tenido un problema con el ni?o y no ha podido regresar, explica. ¡°Un descuido de siete horas¡±, comenta por lo bajo alguno mientras la mujer pasa a ocupar el ¨²ltimo lugar. En cabeza del pelot¨®n, Guillermo y sus compa?eros de las ¨²ltimas 24 horas. Ven c¨®mo la puerta se abre a las ocho y tres minutos. ¡°Ha sido una buena noche¡±, se?ala con tono satisfecho al ver mucho m¨¢s cerca de El Pilar a su hijo.
?Escuela de ricos, escuela de pobres? C¨®mo la concertada y la p¨²blica segregan por clase social
En Espa?a hay 20.000 colegios p¨²blicos de primaria y secundaria y otros 9.000 entre concertados y privados. Pero los estudiantes no son iguales en todas partes: las brechas de renta y clase social que encontramos entre pueblos y barrios se reproducen ¡ªsi no se amplifican¡ª dentro de los colegios. Los centros educativos est¨¢n segregados por las caracter¨ªsticas de sus padres, como su riqueza o sus estudios, y lo normal en cada escuela es encontrar ni?os de or¨ªgenes sociales parecidos. Este fen¨®meno lo vemos cuando comparamos escuelas p¨²blicas y concertadas, pero no solo ah¨ª: los datos del informe PISA demuestran que en la red p¨²blica tambi¨¦n se segrega. Sigue leyendo aqu¨ª el an¨¢lisis de todos los centros de Espa?a y la renta de sus vecindarios, que explica c¨®mo la desigualdad afecta al sistema educativo.
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