Un crimen sin resolver en Parla: la soledad de Zhen Yu Jiang tras el mostrador
El due?o chino de una tienda de alimentaci¨®n reabre al p¨²blico mientras el asesino de su mujer sigue libre
La se?ora entra en la tienda con una permanente reci¨¦n hecha en la peluquer¨ªa de enfrente. Sus rizos resplandecen bajo un foco de luz que le ilumina el pelo de lleno. Parece la aparici¨®n repentina de una virgen que ha bajado a hacer un mandado.
¡ªSiento mucho lo de su se?ora. Yo la conoc¨ªa, la apreciaba mucho. Me he quedado fr¨ªa, con lo buena que era. Parece que la estoy viendo ah¨ª en el mostrador, con la sonrisa, con el cari?o. La quer¨ªa todo el mundo. No tiene perd¨®n de Dios.
Zhen Yu Jiang, el due?o de la tienda, asiente. No puede reprimir las l¨¢grimas. Su espa?ol no es fluido, pero por el contexto, el tono y la gestualidad de la se?ora intuye que se trata de un p¨¦same sentido y un poco sobreactuado por el asesinato de su esposa, Jia Ye, ocurrido hace dos semanas. La mujer sal¨ªa de noche de la tienda de alimentaci¨®n, en un barrio de Parla, cuando trataron de robarle el bolso. Jia Ye se aferr¨® a ¨¦l y, durante el forcejeo, que apenas dur¨® unos segundos, el asaltante sac¨® un cuchillo y se lo clav¨® cerca del coraz¨®n.
¡ªElla estar¨¢ en la gloria porque era muy buena persona. La gente del barrio llor¨® y le encendi¨® velas ¡ªcontin¨²a la clienta con la conversaci¨®n¡ª. Por cierto, ?tiene cambio de 10 euros en monedas? Es para la peluquera.
¡ªS¨ª, responde Zhen.
El comerciante chino busca durante unos segundos las monedas en la caja registradora y las apila de golpe en el mostrador. Antes de irse, la clienta tiene una ¨²ltima cosa que decir:
¡ªHay que seguir adelante. No queda otra.
La tienda ha permanecido cerrada 15 d¨ªas. Pero, hoy, Zhen lleg¨® temprano, retir¨® los ramos de flores que los vecinos hab¨ªan dejado en la puerta y levant¨® por fin la persiana. Dentro, el polvo de las cajas apiladas amenazaba con conquistar todos los rincones del local. El hombre barri¨® y guard¨® las pertenencias de su esposa en unas bolsas que regal¨® a unas amigas de ella. "Todo me recuerda a Jia Ye", dice Zhen en chino. Un traductor contratado por el comerciante escucha sus palabras a trav¨¦s del altavoz del m¨®vil y las traduce al espa?ol.
La polic¨ªa cre¨ªa que hab¨ªa encontrado al responsable a las pocas horas del crimen. Ayudados por los agentes de la comisar¨ªa de Parla, el grupo VI de Homicidios detuvo a un chico de 15 a?os de nacionalidad ucrania. No es un desconocido para las autoridades ni para sus vecinos. En el barrio es muy conocido por sus andanzas. Se le teme por alborotador y agresivo. Las autoridades creen que ni siquiera est¨¢ escolarizado. Era habitual que molestara a los due?os de la tienda, donde entraba fumando y se llenaba los bolsillos de productos que despu¨¦s no pagaba. No mostraba ning¨²n respeto hacia sus due?os. En una ocasi¨®n, el hijo del matrimonio que a veces atend¨ªa en la tienda, un chico de 21 a?os, no pudo aguantar m¨¢s y le hizo frente. El ladronzuelo agarr¨® una botella de cristal y se la estrell¨® en la cabeza.
El muchacho cay¨® inconsciente. En el hospital le dieron cinco puntos de sutura. La madre, Jia Ye, denunci¨® por agresi¨®n al chico ucranio. La polic¨ªa lo detuvo, pero al ser menor dej¨® el caso en manos de la Fiscal¨ªa Especial. A las 24 horas sali¨® a la calle, mientras la denuncia segu¨ªa su curso. No fue dif¨ªcil para los investigadores relacionar este asunto con el asesinato: el menor era el principal sospechoso. Lo volvieron a detener y registraron a fondo su casa. La polic¨ªa dice que encontr¨® en la cocina un cuchillo con restos de lo que podr¨ªa ser sangre. Lo mandaron a analizar al laboratorio.
En libertad
Mientras los resultados de esa prueba llegan, el juez ha dejado al menor en libertad. El chico es muy alto y corpulento. Sin embargo, los testigos aseguran que quien forceje¨® y mat¨® a Jia Ye era un hombre de talla mediana. Esa incoherencia le dej¨® en la calle. La polic¨ªa no actuar¨¢ de nuevo hasta conocer la evaluaci¨®n de los expertos en ADN. El abogado Jos¨¦ Enrique Rodr¨ªguez, del bufete Quorum Asesores, se ha hecho cargo de la acusaci¨®n particular.
El retrato de Jia Ye, en blanco y negro, dentro de un marco plateado, corona el horno de pan. Zhen Yu Jiang atiende tras el mostrador. Hay curiosos que miran a trav¨¦s de los cristales y ven a un hombre alto, calvo, de rostro expresivo, quieto como una momia. Cuchichean y se?alan con el dedo. El hombre hace como si no los viera. Su actitud es de una gran dignidad profesional. Domina t¨¦rminos que har¨ªan dudar a un nativo: maicena, alcayata, t¨ªpex. No duda si alguien los pide. Coge el producto y regresa a la caja. Si lo pedido no est¨¢ a la vista, va al almac¨¦n. El almac¨¦n de una tienda de alimentaci¨®n china es un espacio profundo conectado con las entra?as del capitalismo: ah¨ª se encuentra todo.
¡ª?Ah¨ª tienes todo lo que se pueda necesitar?
¡ªS¨ª, claro ¡ªresponde.
El comerciante se ha guardado de contar lo ocurrido a los padres de su esposa, dos ancianos de 90 que viven en Wenzhou, una ciudad de nueve millones de habitantes que las autoridades chinas han cerrado a cal y canto por el coronavirus. ¡°Son mayores. Podr¨ªan sufrir del coraz¨®n¡±, razona. Su hija de 10 a?os, al cuidado por las tardes de una au pair brasile?a, no quiere ni o¨ªr hablar de la tienda. Su hijo, tampoco. Desde la muerte de la madre no salen de casa. ¡°Sus mentes no est¨¢n bien. Necesita la ayuda de un psic¨®logo. Viven en sombras¡±.
Cerrar el negocio no es una opci¨®n: abri¨® siete meses con pr¨¦stamos de compatriotas que ahora tiene que devolver. Adem¨¢s, arrastra algunas deudas de un negocio de moda fallido. Entonces tuvo la ayuda de su compa?era de vida. Ahora est¨¢ solo, piensa para s¨ª mismo. No se ve con fuerzas para empezar de cero.
Zhen, a media tarde, cuelga en la puerta un cartel de "vuelvo enseguida" y va a tomarse un caf¨¦ al bar de al lado, El Aguado. All¨ª, en una pared tras la barra, los camareros han levantado un peque?o altar improvisado a la memoria de su esposa, Jia Ye. Su retrato en blanco y negro cuelga de la pared, junto a un cresp¨®n rojo.
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