Madre y asesina de un beb¨¦ sin nombre

En los pasillos del juzgado a veces se escuchan risas. Provienen de las salitas de los abogados y los funcionarios, que ese d¨ªa pueden estar celebrando un cumplea?os o una jubilaci¨®n. La solemnidad del sistema judicial espa?ol a menudo queda en suspenso por la rutina del d¨ªa a d¨ªa. En la sala donde se guardan las togas se discute el funcionamiento del VAR. Los guardas de seguridad bostezan despu¨¦s de ver pasar cientos de bolsos y mochilas por el esc¨¢ner de rayos X. Los estudiantes de Derecho llegan por la ma?ana muy ceremoniosos, como si entraran en una iglesia, pero a lo largo de la ma?ana se relajan y acaban flirteando entre ellos. Las hormonas se esparcen por la sala. La intervenci¨®n ingeniosa de un abogado o las explicaciones disparatadas de un detenido despiertan carcajadas. Pero hoy no, hoy no cabe nada de eso. Nadie se atreve a hacer un mal chiste. En el banquillo se sienta una mujer acusada de asesinar a un beb¨¦ durante sus primeras horas de vida.

La fiscal que lleva el caso hizo este martes un relato minucioso de lo que ocurri¨® hace dos a?os exactos en un viejo apartamento de Alcal¨¢ de Henares (Madrid). Los miembros del jurado popular se revolv¨ªan nerviosos en sus asientos. Frente a ellos ten¨ªan a Sonia Bedoui, llorosa, empeque?ecida en la silla, como si quisiera volverse invisible. En febrero de 2018, cuando acababa de cumplir los 18, la mujer rompi¨® aguas de madrugada. Estaba sola en el piso en el que viv¨ªa con su novio y la familia de ¨¦l. Ellos no sab¨ªan nada del embarazo porque ella lo hab¨ªa ocultado. La ni?a naci¨® viva, midi¨® 48 cent¨ªmetros y pes¨® casi 3 kilos. Seg¨²n los m¨¦dicos, respir¨® espont¨¢neamente fuera del vientre de su madre, aferr¨¢ndose a su vida reci¨¦n estrenada.

La mujer cort¨® el cord¨®n umbilical, y seguramente con las mismas tijeras, apu?al¨® nueve veces a la reci¨¦n nacida. En tres ocasiones le perfor¨® el coraz¨®n, en una el diafragma y en otra el pulm¨®n izquierdo. Cuando el beb¨¦ dej¨® de respirar, de acuerdo al relato de la fiscal, la madre limpi¨® la sangre con papel de cocina y toallitas h¨²medas. Despu¨¦s introdujo los papeles manchados, la placenta y el cad¨¢ver en bolsas de pl¨¢stico. Todo eso lo guard¨® en una mochila que dej¨® colgada en una silla de su habitaci¨®n.

A esas alturas del relato, sobraba una explicaci¨®n m¨¢s detallada. Cada palabra parec¨ªa una mancha innecesaria. La fiscal, que pide 22 a?os de prisi¨®n por el asesinato, le record¨® al jurado que no se sabe qui¨¦n era el padre biol¨®gico de la beb¨¦ asesinada y que los abuelos, los padres de la acusada, no han querido ejercer la acusaci¨®n popular. Nadie estaba all¨ª para defender su memoria. Salvo ella, el Estado en may¨²sculas:

¡ªPensad que yo soy la abogada de esa ni?a que no ha llegado a tener una vida, que ni siquiera tuvo un nombre porque su madre se lo impidi¨®.

La reflexi¨®n dej¨® poso en la habitaci¨®n, coronada por un retrato de Felipe VI de Espa?a. Era el turno del abogado defensor. Jaime Sanz de Bremond, pelo largo cano, una toga que le cae hasta la cintura, lleg¨® envalentonado: hace dos semanas consigui¨® que los 22 a?os de prisi¨®n que le iban a caer a un miembro de una banda latina por matar a su hermano se quedaran solo en tres, reducida la condena a homicidio imprudente. "Les voy a sorprender", arranc¨® dirigi¨¦ndose al jurado, "aqu¨ª no vamos a discutir que Sonia fue la causante de la muerte de su hija".

El jurado popular abri¨® los ojos con sorpresa. Los estudiantes de Derecho sentados en las primeras filas se miraron entre ellos. ?Se ha vuelto loco este se?or? Sanz de Bremond, que recorre los pasillos del juzgado con un sombrero de ala y un fular, como un aventurero de la cuerda de De la Quadra-Salcedo, desvel¨® a continuaci¨®n su estrategia procesal: "Los m¨¦dicos consultados y los forenses certifican que existe una causa por la que Sonia no es plenamente responsable de sus actos".

El abogado reconoci¨® que a cualquiera le llama la atenci¨®n este crimen. ?C¨®mo es posible que "una cr¨ªa de 18 a?os" llegue a hacer algo as¨ª? "Esa cr¨ªa", continu¨®, "ya tiene un hijo de dos a?os, al que adora y ¨¦l la adora a ella". ?C¨®mo es posible?, se pregunt¨® de forma ret¨®rica. "Ese es el quid de la cuesti¨®n". Nadie est¨¢ justificando nada, advirti¨®. Solo quer¨ªa una explicaci¨®n, un por qu¨¦, que los especialistas puedan dar respuestas a estas preguntas que abrumaban a los presentes en la sala.

Entonces el abogado sac¨® toda la artiller¨ªa: "?Saben lo que es una depresi¨®n? ?Conocen a gente que tenga una depresi¨®n? Puede que sea algo leve, pero tambi¨¦n que sea algo m¨¢s grave y requiera un ingreso. Si adem¨¢s esa expresi¨®n tiene caracter¨ªsticas psicop¨¢ticas el c¨®ctel es explosivo. Eso fue lo que sucedi¨® en el caso de Sonia. Ella padeci¨® una depresi¨®n grave con caracter¨ªsticas psic¨®ticas y amnesia disociativa. Nos dir¨¢n algunos testigos que ella hac¨ªa una vida normal, pero quiz¨¢ eso es lo grave. Quien sufre una depresi¨®n no tiene un cartel luminoso anunci¨¢ndolo".

A su lado, Sonia continu¨® con la misma expresi¨®n compungida y ausente. Su abogado explic¨® que tiene comportamientos err¨¢ticos y extra?os desde el instituto. Dorm¨ªa en el suelo, hablaba con su imagen frente al espejo y dec¨ªa notar la presencia de sombras. Sacaba fotos de esos puntos vac¨ªos para demostrar a sus conocidos que no ment¨ªa. En el momento del crimen trabajaba en la discoteca Magna, en Torrej¨®n de Ardoz. Viv¨ªa con su familia pol¨ªtica.

Dos d¨ªas despu¨¦s de dar a luz, Sonia ingres¨® en el hospital aquejada de un sangrado vaginal. La familia de su novio, al revisar sus pertenencias para llev¨¢rselas a la habitaci¨®n en la que estaba ingresada, dice que descubri¨® la mochila con el cad¨¢ver. Lo llevaron al hospital, donde se le hizo la autopsia. El ADN demuestra que el padre no era su actual pareja. Sonia no ha desvelado qui¨¦n es. Ella fue ingresada en la unidad psiqui¨¢trica y m¨¢s tarde enviada a la c¨¢rcel de Alcal¨¢ Meco.

Sanz de Bremond aprovech¨® esas partes inconexas del relato para sembrar la duda: "Evidentemente, aqu¨ª hay algo que no funciona. Un beb¨¦ muerto colgado de una silla durante dos d¨ªas. En la misma habitaci¨®n donde duerme con su novio y su cu?ada. ?Creen que eso es un comportamiento normal? Con contarles ese detalle ver¨¢n que hay algo que no encaja, que no va bien. Por eso la ley establece, como as¨ª solicitamos, que sea condenada a estar ingresada en un centro donde se cuide de s¨ª misma".

La primera jornada del juicio no dio para m¨¢s. Puede que el mi¨¦rcoles las partes lleguen a un acuerdo, pero mientras tanto debe continuar con la declaraci¨®n de los testigos. Al acabar, dos polic¨ªas se llevaron del brazo a Sonia, que durmi¨® en prisi¨®n. El jurado se fue al bar de enfrente, donde hab¨ªan reservado una mesa para almorzar el men¨² del d¨ªa. Ah¨ª comenz¨® su deliberaci¨®n.