Littr¨¦ Quiroga, el compa?ero de muerte de V¨ªctor Jara que espera justicia 50 a?os despu¨¦s
El director de Prisiones de Allende y el cantautor chileno pasaron sus ¨²ltimas horas en manos de militares en el Estadio Chile, aislados y torturados. La Corte Suprema se prepara para emitir el fallo final
De los m¨¢s de cinco mil detenidos que fueron llevados al Estadio Chile en Santiago -hoy Estadio V¨ªctor Jara- tras el golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973 que encabez¨® el general Augusto Pinochet (1973-1990), hubo dos, el cantautor chileno V¨ªctor Jara (40) y el abogado Littr¨¦ Quiroga Carvajal (33), director general del Servicio de Prisiones del ...
De los m¨¢s de cinco mil detenidos que fueron llevados al Estadio Chile en Santiago -hoy Estadio V¨ªctor Jara- tras el golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973 que encabez¨® el general Augusto Pinochet (1973-1990), hubo dos, el cantautor chileno V¨ªctor Jara (40) y el abogado Littr¨¦ Quiroga Carvajal (33), director general del Servicio de Prisiones del derrocado presidente socialista Salvador Allende (1970-1973), que pasaron juntos sus ¨²ltimas horas de vida. Ag¨®nicos, aislados de los dem¨¢s prisioneros en un camar¨ªn, al menos durante tres d¨ªas sufrieron patadas adem¨¢s de golpes de pu?os y de culatas de armas, seg¨²n constan las decenas de testimonios del expediente judicial que hace una semana revis¨® la Corte Suprema, que se apresta a dictar el fallo final, a 50 a?os de sus asesinatos.
De acuerdo con la indagatoria judicial, en el Estadio Chile ambos fueron identificados por los militares como ¡°prisioneros de cierta connotaci¨®n p¨²blica¡±. En el caso de V¨ªctor Jara, ¡°las agresiones tuvieron como principal aliciente la actividad art¨ªstica, cultural y pol¨ªtica, estrechamente vinculada al reci¨¦n derrocado Gobierno¡±, dice el fallo que ha llegado a la Corte Suprema para su revisi¨®n. A Littr¨¦ Quiroga sus captores le imputaron el ¡°hecho supuesto¡±, que nunca se prob¨®, ¡°de haber sido responsable de la prisi¨®n y maltrato que habr¨ªa sufrido el general de Ej¨¦rcito Roberto Viaux¡±. En 1969, durante el Gobierno del democristiano Eduardo Frei Montalva (1964-1970), Viaux encabez¨® un intento de sublevaci¨®n militar, en un acuartelamiento en el Regimiento Tacna que se conoce como el Tacnazo.
Los autores de los homicidios de Jara y Quiroga, ha establecido el juez Miguel V¨¢squez, son siete exmilitares condenados en 2021 en segunda instancia y que ahora intentan revertir sus sentencias. ¡°A estas v¨ªctimas las fueron matando a pausa, d¨ªa a d¨ªa. Al final, los balazos fueron simplemente un adorno, porque iban camino a la muerte¡±, dijo en su ¨²ltimo alegato el abogado Nelson Caucoto, quien representa a ambas familias hace m¨¢s de 20 a?os. Se refer¨ªa a la forma en que los asesinaron: el cantautor ten¨ªa 56 fracturas ¨®seas y 44 balas en su cuerpo, mientras Quiroga 47 fracturas y 23 balazos.
Sus cad¨¢veres fueron lanzados, juntos, a un terreno bald¨ªo cercano a la l¨ªnea f¨¦rrea, en las inmediaciones del Cementerio Metropolitano, el 16 de septiembre de 1973.
El del Caucoto ha sido un acalorado alegato, de m¨¢s una hora, que revela los a?os que han tardado las dos causas, juntas, en llegar a su fase final. En el caso de V¨ªctor Jara, la primera querella se present¨® en 1978 y, en el de Quiroga, en 1987, aun en dictadura. Su hermano Ren¨¦ Quiroga (77) cuenta a El PA?S que fue su madre, Mercedes Carvajal, quien la interpuso. En una conferencia de prensa, hace 36 a?os, que qued¨® registrada en algunos medios de prensa de la ¨¦poca, ella dijo: ¡°Yo todav¨ªa espero una respuesta. Quiero justicia y que se castigue a los culpables. Nunca comprender¨¦ por qu¨¦ lo asesinaron¡±. Sin embargo, a la semana los tribunales archivaron la causa.
Los procesos de V¨ªctor Jara y Littr¨¦ Quiroga se reactivaron solo despu¨¦s de 1998, tras la detenci¨®n de Pinochet en Londres, que provoc¨® un vuelco en el criterio de los tribunales chilenos. La reconstrucci¨®n de los ¨²ltimos d¨ªas de los dos militantes comunistas la han hecho los propios exprisioneros. En el caso de Quiroga, un hombre macizo de casi dos metros de altura (1,92), han declarado que nunca lo vieron de pie, que desde que lleg¨® el estadio lo patearon en el piso, que no pod¨ªa hablar. Pero tambi¨¦n ha testificado un exconscripto, a quien Caucoto cit¨® ante los jueces: ¡°?l dijo: ¡®todos sab¨ªamos en el Estado Chile que V¨ªctor Jara y Littr¨¦ Quiroga iban a salir muertos¡¯¡±.
Hoy, en la v¨ªspera de la conmemoraci¨®n de los 50 a?os del golpe, el nombre de Quiroga ha sido relevado por Gendarmer¨ªa (el exservicio de Prisiones), que ha propuesto que un tramo de la calle Rosas, donde est¨¢ el edificio institucional, en Santiago centro, pase a llamarse Littr¨¦ Quiroga Carvajal, una decisi¨®n que tomar¨¢ la pr¨®xima semana un comit¨¦ del municipio de Santiago. ¡°Es un acto de memoria que promueve la reflexi¨®n en torno a la no repetici¨®n de las graves violaciones a los derechos humanos. Es un m¨¢rtir institucional¡±, dice Sebasti¨¢n Urra Palma, director de Gendarmer¨ªa.
En 2014, Gendarmer¨ªa bautiz¨® su edificio con su nombre, mientras que, en junio la Corte Suprema resolvi¨® la entrega del t¨ªtulo p¨®stumo de abogado a Quiroga y a otras siete personas, entre ellos a Jos¨¦ Toh¨¢, el padre de Carolina Toh¨¢, ministra del Interior del presidente de izquierdas Gabriel Boric. La ceremonia ser¨¢ a fines de agosto.
Littr¨¦ Quiroga fue detenido la noche del 11 de septiembre de 1973, precisamente, en el edificio de calle Rosas. En rigor no deb¨ªa ir, pues estaba con licencia m¨¦dica. Pero, en la ma?ana de ese martes nublado, tras el bombardeo a La Moneda, cuando escuch¨® por la radio que un bando militar lo obligaba a presentarse junto a varios partidarios de la Unidad Popular en el Ministerio Defensa, se puso su traje y su corbata y se fue a su trabajo. Primero dej¨® que se fueran sus colaboradores, luego hizo un llamado a Defensa, avisando que, al d¨ªa siguiente, se presentar¨ªa. Pero una patrulla de carabineros lo conmin¨® a entregarse y lo traslad¨® al Regimiento Blindado N?2, en Santiago. Dos d¨ªas despu¨¦s fue llevado al Estadio Chile.
En su oficina, Quiroga escribi¨® tres cartas: a su esposa Silvia, a su madre y a su tres hijos peque?os. ¡°Ni?itos: p¨®rtense bien y c¨®manse toda la comida. Estudien mucho y ayuden a su mam¨¢. El pap¨¢ no podr¨¢ verlos quiz¨¢s hasta cu¨¢ndo. No vean tanta televisi¨®n y p¨®rtense como corresponde, como ni?os buenos. Cha¨ªto y no se olviden de su papito. Felicidades, Littr¨¦ Quiroga C¡±.
Ren¨¦ Quiroga recuerda que el guat¨®n, como llama con cari?o a su hermano mayor, nunca escondi¨® su militancia, aun en los d¨ªas previos al golpe, cuando el clima del pa¨ªs estaba agitado. Tanto es as¨ª, rememora, que siempre llevaba bajo el brazo El Siglo, el diario del partido, y que as¨ª caminaba por la calle. ¡°El ten¨ªa un dicho: a voz en cuello¡±, dice.
El martes 11 de septiembre, Ren¨¦ Quiroga tambi¨¦n escuch¨® por la radio que su hermano deb¨ªa a presentarse ante un bando militar. Pese al toque de queda, al otro d¨ªa fue al Ministerio de Defensa a preguntar por ¨¦l. ¡°Hab¨ªa mucha gente. Y nadie sab¨ªa nada¡±, recuerda. La incertidumbre se quebr¨® con un llamado telef¨®nico, cuando le informaron que el cad¨¢ver de Littr¨¦ estaba en el Instituto M¨¦dico Legal (IML). Por un hecho fortuito, un excompa?ero del Servicio de Prisiones lo vio.
Ren¨¦ llam¨® a otro de los hermanos, a Bol¨ªvar, el segundo de los Quiroga. Ambos fueron al IML. ¡°Bol¨ªvar lo reconoci¨®. Estaba destrozado por los golpes; yo no me atrev¨ª a entrar¡±, dice. De all¨ª lo sacaron en un ata¨²d, sobre un carrito. Lo sepultaron en el patio M¨¦xico del Cementerio General. Fue un peque?o funeral, con no m¨¢s de cinco personas.
La versi¨®n oficial del r¨¦gimen militar, de 1974, se?alaba que el director de Prisiones ¡°fue muerto por delincuentes habituales¡±.
En 1993, los restos de Littr¨¦ fueron trasladados al mausoleo de Gendarmer¨ªa, en una gesti¨®n de su hermano Ren¨¦. Un recorte amarillento de un diario de la ¨¦poca da cuenta de ese momento: ¡°Rehabiltan a fallecido director de Gendarmer¨ªa¡±.
Es una de las varias noticias que atesora Ren¨¦ Quiroga desde que se present¨® la primera querella, hace 36 a?os, y que dan cuenta de c¨®mo de su madre y sus hermanos, han insistido en el tiempo. Hoy, a 50 a?os del crimen, Ren¨¦ Quiroga dice: ¡°No porque va a venir un fallo de la Corte Suprema, la pena de extingue¡±.