Cambio de Gabinete: el desangre de Revoluci¨®n Democr¨¢tica
La crisis actual de RD es s¨ªntoma de un problema m¨¢s profundo: su debilidad estructural. RD es un partido ilusoriamente robusto; el ¨¦xito de sus l¨ªderes no logra suplir una estructura deficiente
Los cambios de Gabinete entregan bastante informaci¨®n sobre c¨®mo se ordenar¨¢n las fuerzas pol¨ªticas al interior del Gobierno. As¨ª, una de las noticias importantes del cambio reciente aplicado por el presidente Boric es el relegamiento de Revoluci¨®n Democr¨¢tica (RD) a un segundo plano casi total, una especie de castigo pol¨ªtico al que fuera otrora el partido mayoritario del Frente Amplio. Rebobinemos un momento para entender mejor el problema: RD fue creado por el exministro Giorgio Jackson y Miguel Crispi ¨Cactual jefe de asesores del Presidente¨C, entre otros, para conducir el legado del movimiento estudiantil de 2011. Su fulminante ascenso al poder hizo olvidar las dificultades que experimentaron r¨¢pidamente en su gesti¨®n en la Municipalidad de Providencia (donde varios militantes terminaron formalizados por malversaci¨®n de caudales p¨²blicos en 2020).
La crisis actual de RD es s¨ªntoma de un problema m¨¢s profundo: su debilidad estructural. RD es un partido ilusoriamente robusto; el ¨¦xito de sus l¨ªderes no logra suplir una estructura deficiente. Es lo que nos mostr¨® el caso Convenios: frente a las primeras acusaciones de fraude, el partido no ten¨ªa dirigentes que pudieran controlar la situaci¨®n. Su renunciado presidente, el senador Juan Ignacio Latorre, se bati¨® entre las malas justificaciones, el apoyo inicial a la diputada Catalina P¨¦rez, para luego desdecirse sin lograr convencer a nadie. Acto seguido, procedi¨® a guardarse para evitar nuevos errores. Pero no se trata solo de la incapacidad de un dirigente espec¨ªfico: es que no hab¨ªa nadie que pudiera gestionar la crisis con solvencia, que pudiera detener un desangre p¨²blico en c¨¢mara lenta. La indignaci¨®n moral y el dolor por lo sucedido puede servir para juzgar a otros, pero no son eficaces cuando eres el acusado. RD pas¨® de ser el puntal de Gobierno a un lastre sin capacidad de maniobra.
No es casual que todo esto haya comenzado con el destape de los convenios fraudulentos. Todo indica que la fundaci¨®n Democracia Viva buscaba responder a una de las dificultades persistentes de RD, que ha sido crear y fortalecer sus redes territoriales, redes que le han sido tremendamente esquivas. No en vano varios analistas han caracterizado a RD (y, de paso, a su coalici¨®n) como un partido a¨¦reo, sin mayor despliegue terrestre. Tal pareciera ser el defecto a corregir por estas organizaciones. Se podr¨ªa especular, tambi¨¦n, que buscaban contribuir a la elecci¨®n de los dirigentes de esas fundaciones en el futuro. Todo, en una trenza de informaci¨®n sobre la posibilidad de gestionar estos convenios que resulta a lo menos sorprendente.
La realidad indica que hace ya varios a?os los buenos resultados en elecciones de diputados han escondido la baja participaci¨®n interna y la carencia de las estructuras partidarias firmes. Sabemos a ciencia cierta que el n¨²mero de militantes estaba inflado por las campa?as presidenciales. A esto se suma que sus l¨ªderes han dado m¨¢s problemas que lo habitual (no solo la diputada Catalina P¨¦rez o el senador Latorre, sino las recurrentes pol¨¦micas de la diputada Maite Orsini, entre otros). En RD pensaron que bastaba con ganar para solidificar su posici¨®n. No fue as¨ª. En vez de solucionar los conflictos, el triunfo termin¨® ensanchando los problemas del partido. El poder y la plata agrandaron las responsabilidades, aumentaron la presi¨®n y el escrutinio, y RD no ha sabido aguantarlos.
Hace algunos meses habl¨¢bamos en este mismo medio sobre la moral de lo imposible sobre la cual se erig¨ªa el Frente Amplio. RD, quiz¨¢s como ning¨²n otro partido, es la muestra viva de ese est¨¢ndar que ni ellos mismos lograron cumplir. Pero a esa estatura imposible de lograr se sum¨® un problema pol¨ªtico tan importante como aquel: la incapacidad para construir partido. Y es que aglutinar voluntades en un movimiento, como hicieron con innegable talento en 2011, no bastaba para generar una estructura eficaz. Esos apoyos se esfumaron tan r¨¢pido como aparecieron, dejando a la vista los d¨¦biles cimientos del edificio.
??igo Errej¨®n, uno de los mentores intelectuales de RD, apuntaba en un libro reciente: ¡°Los revolucionarios se prueban cuando son capaces de generar orden. Un orden nuevo, nuevo pero orden (¡) La prueba fundamental, lo m¨¢s radical, no es asaltar el palacio, es garantizar que al d¨ªa siguiente se recogen las basuras¡±. Quiz¨¢s hay algo m¨¢s profundo todav¨ªa que recoger la basura de los otros, un desaf¨ªo a¨²n mayor: no es posible generar orden afuera si no hay orden dentro, si no hay capacidad de organizarse pol¨ªticamente, si la cr¨ªtica no es sostenida por una estructura. Enceguecido por el asalto al palacio, RD parece haber olvidado aquella lecci¨®n pol¨ªtica fundamental. No recuperar¨¢ su sitio sin hacer el trabajo duro, tan aburrido como indispensable, de levantar un partido funcional.
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