?Retiren todas las enmiendas!
Todo indica que la energ¨ªa se va a concentrar en qui¨¦n logra describir mejor al adversario como responsable de hundir el proceso constitucional
El proceso constituyente atraviesa una crisis. A las dificultades para conectar con la ciudadan¨ªa, se suma la discordia entre los consejeros de las distintas bancadas. Con el supuesto objetivo de limar asperezas, el mi¨¦rcoles 6 de septiembre los consejeros de izquierda solicitaron que todas las bancadas retiraran conjuntamente todas las enmiendas presentadas. Esto coincide con algo que el oficialismo ha manifestado en distintas instancias: el anteproyecto elaborado por la Comisi¨®n Experta ser¨ªa su l¨ªnea roja. No hay voluntad de moverse mucho m¨¢s all¨¢. No deja de ser parad¨®jico, luego de las cr¨ªticas destempladas que hubo desde las mismas izquierdas a la participaci¨®n de expertos en el proceso.
Pero esto no tiene que ver solo con su conformidad con el anteproyecto. Hay tambi¨¦n una raz¨®n pol¨ªtica: en la discusi¨®n de los expertos, derecha e izquierda empataban en n¨²mero de votos, mientras que en el Consejo Constitucional, el Partido Republicano (PR) de Jos¨¦ Antonio Kast cuenta con la mayor¨ªa. Sumado a la centroderecha, tienen votos suficientes para aprobar art¨ªculos sin el concurso de las izquierdas.
Pese a los errores que ha cometido el PR durante el proceso (como forzar varias votaciones en comisiones sin tener acuerdo con la izquierda), s¨ª han demostrado voluntad de ceder en materias muy sentidas para su electorado. Para el oficialismo, sin embargo, esto no es suficiente, y por eso el llamado a retirar todas las enmiendas. Para explicar esto, es necesario indagar en un quiebre m¨¢s profundo, que ya deline¨® el fil¨®sofo Max Colodro en su libro Chile ind¨®cil (Tajamar, 2020). Para una parte no menor de las izquierdas chilenas, la derecha sencillamente carecer¨ªa de legitimidad para gobernar. Seg¨²n Colodro, la Concertaci¨®n (1990-2010) no logr¨® aquilatar que despu¨¦s de 20 a?os de gesti¨®n y construcci¨®n del pa¨ªs, el sector asociado a la dictadura ganara elecciones democr¨¢ticas con mayor¨ªa absoluta. Este impacto emocional ha contribuido a las tensiones en Chile en la ¨²ltima d¨¦cada.
La l¨®gica descrita aplica perfectamente al momento actual. Ah¨ª parece radicar el disenso final, que revelan las declaraciones de Flavia Torrealba, de la Federaci¨®n Regionalista en noviembre de 2022: ¡°Creemos, como FRVS, que este momento constituyente ya no existe¡±. Si las personas votaron a representantes de la derecha, el proceso no vale. C¡¯est fini. Es cierto que el PR debe saber ganar y, sobre todo, abrirse a modificaciones a su agenda para darle viabilidad al proyecto. Pero, tambi¨¦n, las izquierdas deben saber perder y asumir que no podr¨¢n plasmar todo lo que quisieran en la propuesta constitucional. No ha sido el caso.
As¨ª, la negociaci¨®n lleg¨® a un punto muerto la madrugada del jueves. Luego del cierre de la ¨²ltima mesa negociadora, el consejero republicano Sebasti¨¢n Figueroa tuite¨®: ¡°¡cuando no hay voluntad de la contraparte, es imposible avanzar. Lleg¨® la hora de votar¡±. En democracia, esa es la manera de zanjar los disensos. Pero esta crisis abre un abismo pol¨ªtico mayor. Las derechas tienen la tentaci¨®n de cerrar toda tratativa con su contraparte, poner el pie en el acelerador y no mirar atr¨¢s; aprobar sus enmiendas, incluso las m¨¢s radicales, y seguir a toda marcha hacia un texto final.
Incluso, es posible que este proyecto logre ser aprobado en el plebiscito de salida del pr¨®ximo 17 de diciembre. Ser¨ªa dif¨ªcil que el PR lograra por s¨ª solo este prop¨®sito, pero desde hace algunos a?os que en Chile nada es imposible. Con todo, parece una mala salida al problema constitucional: dado que los usuarios principales de la Constituci¨®n son los partidos pol¨ªticos, aprobarla sin su participaci¨®n no logra cerrar el disenso que tenemos en este respecto.
Porque, recordemos, uno de los aspectos cruciales para dar viabilidad al funcionamiento de una nueva Constituci¨®n es que sea un pacto de ¨¦lites. Es evidente que existir¨¢n importantes diferencias entre los sectores pol¨ªticos. Pensar que una Constituci¨®n lograr¨¢ neutralizar las diferencias es una utop¨ªa peligrosa y na?ve. Pero al menos debiera contener un conjunto de mecanismos para encauzar esas diferencias, y que sean respetados por todos. Es lo que no sucede con la Constituci¨®n vigente; la cual se ha visto socavada por las malas pr¨¢cticas de los propios actores pol¨ªticos
Mientras tanto, todo indica que la energ¨ªa se va a concentrar en qui¨¦n logra describir mejor al adversario como responsable de hundir el proceso constitucional. Un paso m¨¢s en la profundizaci¨®n lenta pero inexorable de nuestra crisis pol¨ªtica.
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