La crisis pol¨ªtica del sentido com¨²n
Este segundo rechazo de una nueva Constituci¨®n hace de Chile un verdadero caso de estudio: todo un r¨¦cord, pero de los malos
Por segunda vez consecutiva, en dos a?os sucesivos, el pueblo de Chile rechaz¨® la propuesta de nueva Constituci¨®n en un segundo plebiscito de salida por un margen apabullante: con el 99,86% de las mesas escrutadas en apenas dos horas y media de escrutinios por el Servicio Electoral (una velocidad excepcional), la opci¨®n en contra alcanz¨® el 55,74% de los votos ante la opci¨®n a favor que solo obtuvo el 44,46% de los sufragios. Este segundo rechazo hace de Chile un verdadero caso de estudio: todo un r¨¦cord, pero de los malos.
Como se recordar¨¢, una primera Convenci¨®n Constitucional fue elegida en mayo de 2021, una elecci¨®n de la que surgi¨® una inesperada mayor¨ªa de izquierdas que termin¨® siendo liderada por grupos ultra, con la complicidad y falta de coraje para enfrentar el maximalismo constitucional tanto de la nueva izquierda frenteamplista y comunista como de la centroizquierda. Qu¨¦ duda cabe: se actu¨® olvidando la naturaleza ocasional del resultado de una elecci¨®n en la que se abstuvo, ni m¨¢s ni menos, que el 57% del electorado en un sistema de voto voluntario. No era de extra?arse que el primer plebiscito de salida del 4 de septiembre de 2022 se saldara con un 62% de chilenos que lo rechazaron, a partir de un importante cambio de reglas: a partir de ese plebiscito, el voto es obligatorio, lo que produjo una enorme expansi¨®n de electores (cifrada en cinco millones de personas) que ingresaron a votar, a diferencia de lo que ocurr¨ªa hasta entonces. Tras varios meses de negociaciones entre los distintos partidos con representaci¨®n parlamentaria, se concord¨® en un nuevo proceso constituyente. El 7 de mayo de 2023 tuvo lugar la elecci¨®n para elegir a 50 consejeros constitucionales, la que arroj¨® una mayor¨ªa (tambi¨¦n ocasional, a la luz del resultado del plebiscito del d¨ªa de ayer) de derechas, en donde el liderazgo recay¨® en la extrema derecha del Partido Republicano.
Hay muchas lecciones que se pueden sacar de este conjunto de procesos constitucionales y eventos electorales fallidos.
En primer lugar, es importante no perder de vista que en el origen del proceso de cambio constitucional se encontr¨® un acontecimiento inesperado: el estallido social de octubre de 2019, cuyo car¨¢cter literalmente volc¨¢nico llev¨® a lo esencial de los partidos pol¨ªticos de izquierdas y derechas (salvo el Partido Comunista) a canalizar el malestar a trav¨¦s de reglas para iniciar y conducir lo que se mov¨ªa entre un momento constituyente y un momento constitucional. Qu¨¦ duda cabe: a este estallido se le han imputado todo tipo de reivindicaciones, intereses y voluntades de ruptura con el orden establecido, lo que incluy¨® el deseo de cambio de Constituci¨®n. Dicho de otro modo, hubo una sobre interpretaci¨®n de este acontecimiento volc¨¢nico, la que contamin¨® el sentido del cambio constitucional, un proceso que sin duda fue necesario para aplacar el descontento, pero a partir de actuaciones maximalistas que se tradujeron en un enorme fracaso.
La segunda lecci¨®n que es importante considerar es que hubo un error de dise?o de las reglas que fueron concordadas desde un inicio: fue impertinente iniciar el proceso a partir de un sistema de voto voluntario que organiz¨® el plebiscito de entrada de octubre de 2020 (en el que se impuso la opci¨®n apruebo el cambio de Constituci¨®n) y la elecci¨®n de la Convenci¨®n Constitucional, para en seguida transitar y permanecer en el voto obligatorio. Definitivamente no es lo mismo participar en eventos eleccionarios en los que votan 8 millones de personas que en otros en los que sufragan 13 millones.
La tercera lecci¨®n, tal vez la m¨¢s importante, es la crisis pol¨ªtica ante el sentido com¨²n, el que no se deja atrapar ni representar desde el eje derecha/izquierda, que es precisamente el eje que predomin¨® tanto en la interpretaci¨®n de lo que se encontraba en juego como en la actuaci¨®n de convencionales y consejeros constitucionales en ambas asambleas. Tal vez como nunca se confirma el adagio el sentido com¨²n es el menos com¨²n de los sentidos. Se pudo argumentar que la elecci¨®n de mayo de 2021 arroj¨® una in¨¦dita diversidad en el origen social de los convencionales, haciendo posible la eclosi¨®n en dicha asamblea de varias identidades: ?era esta diversidad la ruta conducente para conectar con el sentido com¨²n? Evidentemente no, lo que significa que el esquivo sentido com¨²n no se captura desde la diversidad de or¨ªgenes sociales, sino desde la representaci¨®n de intereses y preferencias que necesitan ser moldeadas por el propio trabajo de redacci¨®n de la Constituci¨®n (lo que no significa que los intereses y preferencias sean determinados por los redactores de la Carta Fundamental). Es en este sentido que es posible argumentar sobre una crisis pol¨ªtica del sentido com¨²n, la que se observ¨® en el ¨²ltimo proceso liderado por la extrema derecha en el que sus consejeros no tuvieron ninguna intenci¨®n de llegar a acuerdos con las izquierdas en el proceso de redacci¨®n (¡°el objetivo nunca fue presentar una Constituci¨®n de amplio consenso¡±), actuando como si esta derecha dura fuese el espejo del sentido com¨²n.
No puede entonces sorprender que buena parte del voto en contra en el plebiscito de ayer contuviera mucho de sentido com¨²n, pero en la forma de un voto hartazgo.
Desde el punto de vista de lo que significa, estrictamente hablando, redactar una nueva Constituci¨®n, este largo proceso chileno de f¨¢brica constitucional ense?a que, cuando se trata de escribir en conjunto las reglas del juego, es condici¨®n sine qua non hacerlo a partir de una predisposici¨®n honesta a concordar, en la que no se introduzcan elementos identitarios o program¨¢ticos que desvirt¨²an la posibilidad de llegar a un acuerdo. En ninguno de los dos procesos estuvo presente esa predisposici¨®n desinteresada y ecu¨¢nime.
A partir de hoy veremos cu¨¢nta autocr¨ªtica, de esas que uno percibe que son genuinas, estar¨¢n presentes en la ret¨®rica aburrida de los l¨ªderes parlamentarios y de los partidos pol¨ªticos. La farra pol¨ªtica chilena fue enorme: ahora viene la resaca. Tal vez este sea un punto de inflexi¨®n para derrotar la polarizaci¨®n que invade a las elites e impide introducir reformas sobre el sistema de pensiones, salud y, sobre todo, sobre el sistema pol¨ªtico: lloran las reformas electorales que supongan la dr¨¢stica reducci¨®n del n¨²mero de partidos e incentiven la cooperaci¨®n.
Chile se fue a la B.
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