Luis Astudillo, alcalde: ¡°En Pedro Aguirre Cerda hay un toque de queda autoimpuesto; la gente se esconde en sus casas por temor¡±
Cercano al Partido Socialista, dice que la delincuencia que golpea a Chile, y a su municipio, con balaceras en alza, se transform¨® en una dictadura. Promueve un estado de excepci¨®n: ¡°Llegu¨¦ a este l¨ªmite cuando se empez¨® a comprometer la democracia¡±
En la v¨ªspera de a?o nuevo, el 30 de diciembre, tres personas fueron asesinadas en una balacera en la comuna de Pedro Aguirre Cerda, en el sector sur de Santiago, entre ellas una ni?a de 13 a?os. Los homicidios ocurrieron en la calle, durante la grabaci¨®n de un v¨ªdeo musical, con decenas de vecinos presentes. Fue uno de los ocho asesinatos perpetrados en Chile en 72 horas durante ese festivo, sumado a nueve en Navidad.
La madrugada del 3 de enero una casa del mismo municipio recibi¨® unas 60 balas. Y, hace dos semanas, un hombre muri¨® en la v¨ªa p¨²blica cuando le dispararon desde un auto en movimiento. Aunque las balaceras no son nuevas en Chile, su frecuencia se ha intensificado por el alto poder de fuego en manos de una nueva delincuencia, lo que refleja la crisis de seguridad que atraviesa Chile, admitida por el Gobierno del presidente de izquiedas Gabriel Boric.
Testigo de esta crisis es el alcalde de Pedro Aguirre Cerda Luis Astudillo (Iquique, 45 a?os), independiente y cercano al Partido Socialista: ha pedido a La Moneda un plan antibalaceras; ha cerrado moment¨¢neamente los centros de salud p¨²blica por los proyectiles y ha suspendido clases en las escuelas por la realizaci¨®n de narcofunerales, en los que los asistentes disparan al aire. ¡°Eso lo m¨¢s doloroso que uno puede hacer, porque son medidas extremas. Una clase se puede recuperar, pero una vida no¡±, dice a EL PA?S en su oficina, donde tiene una fotograf¨ªa del expresidente Salvador Allende.
Reflejo de la crisis fue un v¨ªdeo que se viraliz¨® en 2022 y que provoc¨® impacto en Chile. Una educadora de p¨¢rvulos calmaba a los ni?os de un jard¨ªn infantil con canciones mientras se ocultaban bajo las mesas en medio de una balacera en la poblaci¨®n La Victoria de Pedro Aguirre Cerda. ¡°Conejito arr¨¢ncate, del malvado cazador. Un conejito blanco durmiendo est¨¢, el cazador se acerca lo quiere atrapar. Conejito arr¨¢ncate¡±, se le escucha cantar a la profesora.
Como en la dictadura
La Victoria es una de las poblaciones m¨¢s emblem¨¢ticas de Chile. Surgi¨® en 1957 por una toma de terrenos. Durante la dictadura militar de Augusto Pinochet (1973-1990) se destac¨® por su resistencia. En 1984, el sacerdote franc¨¦s Andr¨¦ Jarlan muri¨® all¨ª cuando recibi¨® una bala que dispar¨® al aire un uniformado en una protesta contra Pinochet.
Por esa historia de La Victoria es que Astudillo, quien estudi¨® en la Escuela Latinoamericana de Medicina de Cuba, cuando en 2008 lleg¨® a Chile fue a trabajar al consultorio Pierre Dubois. Como hijo de exiliados de izquierda dice que se sinti¨® ¡°en un lugar familiar. Hab¨ªa varios factores: la gente, el cari?o que uno recib¨ªa y hasta el nombre de las calles: Carlos Marx, Unidad Popular o M¨¢rtires de Chicago¡±.
Cuenta que por su experiencia en Cuba comenz¨® a hacer voluntariado fuera de su horario de trabajo. Incluso acomod¨® un bus como consultorio m¨¦dico. Sus pacientes lo llamaron el doctor de pueblo. Le cost¨® ese apodo, dice, pues se define como ¡°una persona t¨ªmida. Prend¨ªan una c¨¢mara y me pon¨ªa a sudar¡±.
Ya como alcalde, desde 2021, tuvo que vencer esa timidez. Ha sido amenazado y ha estado con protecci¨®n policial, pero se?ala que est¨¢ decidido, como varios de sus pares de la Regi¨®n Metropolitana, a hacer frente a la ola de delitos: ¡°Mi objetivo es devolver la paz y la tranquilidad a Pedro Aguirre Cerda, que podamos andar tranquilamente en la calle, sin temor. No le tengo miedo a los delincuentes, quiero enfrentarlos con toda la fuerza¡±.
Astudillo ha dicho ser partidario de que se decrete, en otras medidas, estado de excepci¨®n constitucional en todo el pa¨ªs. ¡°Un a?o antes nunca hubiese pedido esto; al contrario, no me habr¨ªa reconocido. Pero llegu¨¦ a este l¨ªmite cuando se empez¨® a comprometer la democracia. Cuando a los m¨¢s desvalidos y a los m¨¢s pobres se les quitan los derechos sociales, es porque algo estamos haciendo mal¡±. ¡°No es que yo quiera tener a militares apostados en las calles, no quiero llegar a eso porque ser¨ªa un fracaso. Lo que quiero es reforzar a una instituci¨®n que est¨¢ debilitada, Carabineros. En Europa, en los centros de infraestructura cr¨ªtica hay militares, pero no usan sus armas, sino que est¨¢n de manera disuasiva¡±.
Explica que su idea es que sea un estado de excepci¨®n como el que se aplic¨® en Chile en la pandemia, que permiti¨® ¡°mayor agilidad administrativa¡±. Pero, agrega, ¡°si vemos que la situaci¨®n no mejora, y hay que usar medidas m¨¢s en¨¦rgicas, y si hay que usar a los militares, no tengo ning¨²n tapujo. No tengo ese tab¨² de la izquierda m¨¢s extrema¡±.
¡°Estamos perdiendo el Estado derecho. Y las personas de izquierda, las de La Victoria, lucharon a?os por recuperar la democracia. Pero ahora unos delincuentes, a trav¨¦s del terror, como se hac¨ªa en la dictadura, nos arrebatan la democracia y hacen que tengamos que tomar decisiones en contra de nuestra voluntad¡±, dice respecto del cierre de escuelas o de los consultorios. ¡°Este no es un problema del presidente Boric; se arrastra hace a?os. No se ha invertido para tener un Estado robusto para enfrentar a esta delincuencia. Boric ha hecho un esfuerzo aumentado el presupuesto [en seguridad], pero necesitamos medidas urgentes, no a largo plazo¡±.
Pero, acota que si ¡°este este actuar de forma inmediata, como tomar presos a los delincuentes y decomisar las armas, no tiene sentido si no hacemos trabajo a largo plazo, como disminuir la desigualdad en Chile. Porque, si no, estaremos en otro problema: llenar un saco sin fondo. Por eso hay que hacer prevenci¨®n¡±.
La noche de las mil balas
Luis Astudillo dice que cuando lleg¨® al consultorio Pierde Dubois no recuerda que se suspendiera la atenci¨®n por las balaceras. ¡°Tampoco jam¨¢s nadie me dijo que deb¨ªa parapetarme bajo el escritorio porque estaban disparando. Jam¨¢s vi un portonazo [una modalidad de robo armado de veh¨ªculos] como le sucedi¨® a una excompa?era de trabajo. Lo m¨¢s violento que vi fue cuando la polic¨ªa detuvo a Los Cavieres, que eran cosa seria [un clan familiar de narcotraficantes conocido como Los cara de jarro]¡±.
¡°Un fiscal me cont¨® que el l¨ªder de Los Cara de jarro era como el alcalde de La Victoria. Ellos [el clan] ten¨ªan control territorial, pero tambi¨¦n ten¨ªan c¨®digos. No se enfrentaban. No digo que fueran buenos; son igual de malos que todos los delincuentes, pero a lo menos no hac¨ªan cosas dentro de La Victoria. En los ¨²ltimos a?os, sin embargo, la situaci¨®n se puso cr¨ªtica tambi¨¦n con la irrupci¨®n de otra delincuencia¡±. Con tristeza, dice que hay vecinos, ¡°gente cercana a m¨ª, que me ha dicho: ¡®yo amo La Victoria, pero ya no aguanto m¨¢s. Quiero vender mi casa¡¯. Eso es angustiante¡±.
¡°No es que es que las balaceras hayan empezado ahora, pero no eran con tanta frecuencia. No llegaban a los domicilios. Y son muchos disparos. Antes se descargan los tiros de una pistola, pero ahora son cientos de disparos¡±. ¡°Hubo un episodio el a?o pasado que fue nombrado la noche de los mil disparos. Recuerdo que fui a La Victoria y ped¨ª a ayuda a las polic¨ªas. Para mi hubo un antes y un despu¨¦s en la comuna cuando lleg¨® un prefecto de Carabineros, el coronel Gonzalo Urbina. Con ¨¦l hemos logrado un trabajo importante porque, previo a eso, el prefecto anterior no contestaba el tel¨¦fono. Con Urbina empezamos a conversar y a afinar un diagn¨®stico¡±, explica.
Sobre los ataques de los delincuentes, precisa: ¡°No es toda la comuna, pero hay mucha gente que vive con miedo. Hay algunos sectores que viven un infierno y escuchar esos relatos es muy chocante. O¨ªr a alguien decir que est¨¢ en su casa y de pronto siente un ruido fuerte y que ese ruido sea una bala que traspasa el techo y llega a su habitaci¨®n, es no estar tranquilo en ninguna parte. La casa es el espacio de confort¡±. ¡°Ac¨¢ hay una especie de toque de queda autompuesto. No es que los delicuentes digan ¡®los quiero a todos en sus casas¡¯, pero la gente empieza a restarse, a esconderse, a estar dentro de sus casas por temor. Eso es muy doloroso, porque adem¨¢s afecta su salud mental, con trastornos sicosom¨¢ticos, de angustia y ansiedad¡±, dice.
Y a?ade: ¡°Me precupa mucho que la gente diga que la ¨²nica soluci¨®n es que haya mano dura, que salgan los militares a las calles. Incluso, algunos quieren volver a la ¨¦poca m¨¢s negra de nuestra historia, pero volver a un Estado represivo ser¨ªa un fracaso total¡±.
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