?Qu¨¦ legado pol¨ªtico deja Sebasti¨¢n Pi?era?
Durante su segunda Administraci¨®n hizo patente la necesidad de asegurar su legado, al pretender proyectarse como un referente para el resto de la derecha latinoamericana, interviniendo en los asuntos de Venezuela
?Por qu¨¦ logros ser¨¢ recordado el expresidente Sebasti¨¢n Pi?era? ?Cu¨¢l ser¨¢ parte de su legado, tomando en cuenta que encabez¨® el gobierno en dos ocasiones? Son algunas de las preguntas que varios analistas y medios de prensa se han planteado desde que fuera confirmada la muerte del exmandatario.
En lo inmediato, al expresidente se le comienza a recordar por el estallido y la pandemia. Respecto al estallido, porque a pesar de obedecer a razones de tipo estructurales hubo desaciertos en su segunda Administraci¨®n que agudizaron la crisis y exacerbaron los ¨¢nimos de aquellos sectores que, a partir del 18 de octubre de 2019, decidieron sumarse a las movilizaciones. Sobre la pandemia, se cuestionan los encierros prolongados y medidas inexplicables como el arriendo de Espacio Riesco, pero se reconoce su habilidad para asegurar las dosis de vacunas y evitar el colapso del sistema de salud. Las referencias a su primer Gobierno aluden a la reconstrucci¨®n de los da?os ocasionados por el terremoto de 2010 y al rescate de los 33 mineros. Tambi¨¦n se ha dicho, tanto por partidarios como por personeros del actual gobierno, que el expresidente fue siempre un dem¨®crata.
El expresidente Pi?era tuvo una trayectoria pol¨ªtica que nunca pudo separar de su inter¨¦s por los negocios, ni del resto de sus ambiciones personales (algo que, por lo dem¨¢s, tambi¨¦n se puede reconocer en otras figuras y l¨ªderes pol¨ªticos). Cuando el expresidente Pi?era no estuvo en el Senado, ni en el gobierno, su prioridad fueron los negocios dejando de lado toda actividad de tipo partidaria y figuraci¨®n pol¨ªtica. Durante su segunda Administraci¨®n hizo patente la necesidad de asegurar su legado, al pretender proyectarse como un referente para el resto de la derecha latinoamericana, interviniendo en los asuntos de Venezuela, promoviendo la inmigraci¨®n de la poblaci¨®n de ese pa¨ªs hacia Chile e intentando liderar el llamado Grupo de Lima. Sin embargo, el estallido, y sus consecuencias, frustraron toda proyecci¨®n internacional del exmandatario.
Formado en un contexto familiar vinculado a la Democracia Cristiana, el expresidente rehuy¨® en sus inicios de todo compromiso partidario con el falangismo. Pese a ello, se opuso a la dictadura, como lo demuestra el hecho de haber asistido al acto del Teatro Caupolic¨¢n, en agosto de 1980 y apoyado la opci¨®n No para el plebiscito de 1988. Todav¨ªa figura un v¨ªdeo en donde el entonces economista Sebasti¨¢n Pi?era aparece representando a la opci¨®n No en un programa de Canal 13 (Almorzando en el 13), para rebatir a quienes defend¨ªan la pol¨ªtica econ¨®mica impulsada por la dictadura.
Derrotado el general Pinochet, en el plebiscito de octubre de 1988, Sebasti¨¢n Pi?era se convirti¨® ¨Ccosa curiosa¨C en el principal promotor de la candidatura de Hern¨¢n B¨¹chi, quien todav¨ªa ocupaba el cargo de ministro de Hacienda. De manera consecutiva, se transform¨® en candidato a senador por Renovaci¨®n Nacional (RN). ?Por qu¨¦ raz¨®n? No tuvo cabida entre los l¨ªderes de la oposici¨®n a la dictadura, ni tampoco estuvo dispuesto a hacer carrera en un partido, como el de la Democracia Cristiana, en el que se exig¨ªa trayectoria y en el que sobraban dirigentes otrora comprometidos en diferentes frentes de lucha, para ser promovidos como candidatos a la presidencia, al Senado y a la C¨¢mara. Por ende, le fue mucho m¨¢s c¨®modo probar suerte en un partido en formaci¨®n, como lo era RN, pese a la vinculaci¨®n y compromisos que muchos de sus dirigentes tuvieron con el r¨¦gimen dictatorial.
Como senador de RN, cargo que ejerci¨® entre 1990 y 1998, Pi?era actu¨® en concordancia con el resto de los parlamentarios de ese partido y de la Uni¨®n Dem¨®crata Independiente (UDI), salvo en dos ocasiones puntuales. La primera, en octubre de 1991, a ra¨ªz de la visita del canciller alem¨¢n Helmut Kohl al Congreso Nacional de nuestro pa¨ªs. En dicha ocasi¨®n, Pi?era se mostr¨® distante de la actitud de los parlamentarios de RN y la UDI, quienes de manera un¨¢nime protestaron por la comparaci¨®n que hizo el canciller alem¨¢n entre la dictadura de Pinochet y la experiencia del nazismo. La segunda, en enero de 1993, cuando Pi?era, junto a los senadores de RN Ignacio P¨¦rez Walker y Hugo Ortiz de Filippi, votaron a favor de la acusaci¨®n constitucional que destituy¨® al ministro de la Corte Suprema, Hern¨¢n Cereceda, por abandono de deberes en el caso Chanfreau. La destituci¨®n de Cereceda, y el hecho de votar de la misma forma que los parlamentarios de la exConcertaci¨®n, aument¨® la animadversi¨®n que ya exist¨ªa ¨Ca ra¨ªz del Pi?eragate ¨C hacia el expresidente por parte del conjunto de los personeros de la derecha.
Pi?era mantuvo una clara lealtad con el conjunto de la derecha, no obstante las cr¨ªticas hacia su persona y el hecho de haber sido considerado alguien externo a ese sector. Ya fuera del Senado, rechaz¨® la detenci¨®n del general Pinochet en Londres, participando en actos de solidaridad a favor del exdictador. Apoy¨® con entusiasmo la candidatura de Joaqu¨ªn Lav¨ªn en primera y segunda vuelta, en diciembre de 1999 y enero de 2000. Se neg¨® a entregar antecedentes de su abortada candidatura a senador por Valpara¨ªso, en 2001, para que la UDI lograra imponer la del exalmirante Jorge Arancibia. A diferencia de otros empresarios, no mostr¨® disposici¨®n a colaborar con la pol¨ªtica de reactivaci¨®n promovida por el ex presidente Ricardo Lagos (2000-2006), para superar los efectos de la crisis asi¨¢tica que afect¨® a la econom¨ªa chilena entre 1998 y 2003. Se convirti¨® en candidato ¨²nico de la derecha, para las elecciones presidenciales de 2009, derrotando al abanderado de la Concertaci¨®n Eduardo Frei Ruiz-Tagle.
En dos ocasiones (2010 y 2017) Sebasti¨¢n Pi?era permiti¨® que la derecha llegara al Gobierno. La primera vez, mostr¨¢ndose como continuista de las pol¨ªticas de la Concertaci¨®n ¨Checho que motiv¨® la cr¨ªtica de personeros de la UDI durante todo ese mandato¨C. La segunda vez, manifestando una clara intensi¨®n de desarticular las reformas impulsadas por el gobierno de la Nueva Mayor¨ªa (2014-2018); sin embargo, a ra¨ªz del estallido social, se vio obligado a ofrecer la ampliaci¨®n del llamado pilar solidario estableciendo la Pensi¨®n Garantizada Universal (PGU). Por otra parte, el primer Gobierno del expresidente Pi?era adopt¨® un perfil gerencial y tecnocr¨¢tico, fracasando en los primeros meses del 2011 al verse obligado a integrar a parlamentarios de la derecha en su Gabinete de ministros. Pese a contar con ministros con mayor experiencia pol¨ªtica, en su segundo gobierno las decisiones de tipo tecnocr¨¢ticas se convirtieron en la antesala del estallido social.
En lo que respecta al sistema democr¨¢tico, las dos experiencias gubernamentales del expresidente Pi?era contribuyeron a la agudizaci¨®n de la crisis pol¨ªtica e institucional. En primer lugar, porque en ambas ocasiones se desvirtu¨® el sentido de la alternancia en el gobierno al experimentar una p¨¦rdida de apoyo que se tradujo en un fuerte descr¨¦dito por parte de la opini¨®n p¨²blica. En segundo lugar, porque fue en su primera Administraci¨®n que se aprob¨® el proyecto de inscripci¨®n autom¨¢tica y voto voluntario, generando con ello una ca¨ªda sistem¨¢tica de la participaci¨®n electoral. En tercer lugar, porque la trayectoria pol¨ªtica del expresidente Pi?era nunca fue la de aportar a la construcci¨®n org¨¢nica y al fortalecimiento de los partidos, sino m¨¢s bien estuvo marcada por sus apuestas personales. Su desconfianza hacia los partidos qued¨® de manifiesto tras la segunda vuelta de enero de 2010 al organizar un primer gabinete integrado en su mayor¨ªa por empresarios y gerentes. Por ¨²ltimo, el expresidente Pi?era tambi¨¦n contribuy¨® a debilitar la autoridad presidencial. Hecho que resulta bastante delicado en un pa¨ªs en el cual ha existido un amplio consenso ¨Cdesde la izquierda hasta la derecha¨C por mantener el r¨¦gimen presidencialista.
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