Rafael Gumucio: ¡°La nueva ¨¦lite chilena tuvo que renunciar al humor para conseguir su lugar¡±
El escritor chileno, que acaba de publicar la novela ¡®Los parientes pobres¡¯, analiza la transformaci¨®n cultural que ha vivido su pa¨ªs en los ¨²ltimos a?os y el impacto que ha tenido en su vida
El encuentro con el escritor chileno Rafael Gumucio (54 a?os, Santiago de Chile) en el piso de su exesposa ¨Cella est¨¢ de viaje y ¨¦l est¨¢ cuidando a las dos hijas adolescentes de ambos¨C se produce a ra¨ªz del lanzamiento de Los parientes pobres (Random House), un l¨²dico y revelador relato sobre una numerosa familia chilena, una historia de ficci¨®n basada en una historia real. ¡°Es una novela de campo sin campo. De millonarios sin millonarios¡±, dice en un sal¨®n que a¨²n conserva su biblioteca. La conversaci¨®n arranca, sin embargo, con una an¨¦cdota graciosa, como suelen ser las del director del Instituto de Estudio Humor¨ªstico de la Universidad Diego Portales, sobre aquella ¨²nica vez en que hizo stand up comedy. Fue hace unos siete a?os, ¡°cuando estaba en la miseria¡±. Agenciado por los comediantes Fabrizio Copano y Luis Slimming, acudi¨® a un club en el c¨¦ntrico Barrio Bellavista a contar chistes. Nadie se ri¨®. Tampoco se quejaron, a?ade, a modo de consuelo, sobre una experiencia que describe como ¡°bastante horrorosa¡±: ¡°Me tomaron en serio, que era lo ¨²ltimo que necesitaba en ese momento¡±.
Pregunta. Eso ocurri¨® cuando estaba en la miseria. ?En qu¨¦ momento vital publica Los parientes pobres?
Respuesta. Estoy bien, siento que es un momento de resurrecci¨®n. Me sent¨ª un poco fuera de todo o que no hab¨ªa entendido lo que estaba pasando desde la ¨²ltima ola feminista hasta el estallido social de 2019. No es que lo entienda ahora, pero parece que no soy el ¨²nico. Estoy un poco m¨¢s reconciliado con el pa¨ªs, con la persona que soy, con mi profesi¨®n, con ser escritor. Mucho de lo que hago tiene que ver con jugar, entonces si no tienes compa?eros de juego, es dif¨ªcil. Ahora siento que tengo compa?eros y se puede jugar.
P. ?A qu¨¦ se refiere con que no entendi¨® lo que estaba pasando?
R. A un marco te¨®rico nuevo, a una nueva manera de entender los fen¨®menos sociales. Una forma binaria que divide el mundo entre v¨ªctimas y victimarios, entre inocentes y culpables. Pero como siempre pasa en Chile, tuvo una ejecuci¨®n much¨ªsimo m¨¢s ruidosa, vistosa, y al mismo tiempo se olvid¨® m¨¢s r¨¢pido. C¨®mo nos lanzamos a la calle [en las revueltas sociales de 2019], el proceso constituyente [de 2022, dominado por las izquierdas]¡ qued¨® muy claro que a la gente le interesaba a cero.
P. ?Se olvid¨® esa nueva manera de entender los fen¨®menos sociales en Chile?
R. Lo que tuvo Chile es que se prob¨®. La izquierda mundial ha tenido siempre la duda si estas teor¨ªas o estas visiones son populares o no. Bueno, se las someti¨® a votaci¨®n [en el primer proceso constituyente] y por supuesto qued¨® claro que no eran populares.
P. Usted vot¨® a favor de esa visi¨®n de la izquierda en el primer proceso constituyente.
R. Un voto complicado. Siempre he estado del lado de los que no tienen poder, de los perdedores. El proletariado no es v¨ªctima. Toda la lucha de la izquierda mundial ha sido dejar el rol de la v¨ªctima para ser el pueblo, demostrar que tenemos poder. Y claro, no iba a estar votando por el poderoso, pero este despose¨ªdo no me resultaba del todo cre¨ªble tampoco.
P. Dice que ha vuelto a tener compa?eros de juego. ?Qui¨¦nes son?
R. Con este libro, los lectores. Este libro pide al lector entrar y jugar con ¨¦l. Hasta ahora, lo que he escuchado me ha satisfecho en ese sentido. Me gusta esta novela que se esconde y se muestra todo el rato, hay un juego.
P. Tambi¨¦n tiene mucho humor. Hay quienes dicen que en Chile lo hemos perdido, que estamos muy serios. ?Usted ve eso?
R. No, creo que simplemente lo que vivimos en Chile fue un cambio de ¨¦lite. Pasamos de una ¨¦lite a otra. Pero lo que pasaba abajo no reflej¨® ese cambio. El estallido de octubre de 2019 evidentemente no fue elitario, pero la interpretaci¨®n, el discurso, era completamente de la ¨¦lite contra la ¨¦lite.
P. ?La nueva ¨¦lite tiene menos sentido del humor que la anterior?
P. Yo creo que s¨ª porque en gran parte su ascensi¨®n tuvo que ver con eso. Es una ¨¦lite que fue a estudiar a Estados Unidos, Inglaterra, en otro idioma, que se explic¨® su cultura y su historia desde otra cultura y que tuvo que, por supuesto, renunciar al humor para conseguir el lugar que consigui¨®. Estas personas en la vida privada siguen siendo iguales que antes, pero si alguien te habla en [un lenguaje] sociol¨®gico, evidentemente lo que quiere es esconder un discurso muy simple y que no quiere dialogar. Me pasaba mucho eso. Si te hablo de pel¨ªculas que solo yo he visto y de libros que solo yo he le¨ªdo, en el fondo no quiero hablar contigo.
P. ?Estos j¨®venes [de la generaci¨®n del presidente Gabriel Boric] estaban hablando solo entre ellos?
R. Estaban tratando de no hablar de d¨®nde ven¨ªan. De decirle al pap¨¢ y la mam¨¢ que hab¨ªan triunfado, pero luego no pod¨ªan hablar con ellos. Siempre sucede que cuando un grupo entra a la clase dominante lo hace con el discurso dominante de la ¨¦poca. Entonces, se escribi¨® una Constituci¨®n para el pueblo que el pueblo no pod¨ªa leer. Despu¨¦s empieza a haber una confluencia.
P. Sobre su nuevo libro, nuevamente la materia prima es la familia.
R. Yo he vivido muy cerca de la generaci¨®n de mi mam¨¢ y mi pap¨¢. Generalmente, soy m¨¢s cercano a ellos que a mi generaci¨®n. Y habla mal de m¨ª, pero nunca me ha costado mucho escribir como alguien de 60 o 70 a?os. Este es el tercer o cuarto libro que escribo como un anciano. Me costar¨ªa much¨ªsimo hacerlo como alguien joven. El mundo mental de mis padres y de mi abuelo siempre ha sido muy determinante en mi forma de ver el mundo y de manera distintiva siempre vuelvo a ¨¦l cuando escribo.
P. ?C¨®mo describe ese mundo?
R. Mi abuelo era dem¨®cratacristiano, despu¨¦s se hizo de la Izquierda Cristiana, del Movimiento de Acci¨®n Popular Unitaria (MAPU), que era la manera de ser de izquierda cuando t¨² ven¨ªas del mundo conservador cat¨®lico-chileno. Era una forma a medio camino entre ser de izquierda de verdad y no serlo. Todos sus amigos y toda mi familia es ese mundo, que realmente son los parientes pobres de los que viv¨ªan en el fundo. En mi familia, el ¨²ltimo con tierra fue mi bisabuelo. Mi abuelo era lo m¨¢s cercano porque era administrador de fundo, pero ¨¦l no ten¨ªa. En mi casa nunca hubo la obligaci¨®n de ser doctor, abogado, ingeniero.
P. ?Pol¨ªtico?
R. Fue una peque?a rebeld¨ªa no dedicarme a nada parecido a la pol¨ªtica. Por lo dem¨¢s, siempre me ha encantado, pero me sentir¨ªa demasiado deshonesto dici¨¦ndole a alguien que vote por m¨ª.
P. Ha dicho que lo m¨¢s emocionante que le pas¨® a los 11 hermanos que protagonizan el libro es pertenecer a esa familia. En su caso, ?es lo m¨¢s emocionante que le ha pasado?
P. De lo ¨²nico que he escrito es de que me llamo Rafael Gumucio, que nac¨ª en Santiago en 1970. Nunca he salido de esa frase. En vez de asumirlo como un accidente, lo he asumido como una voluntad. Sartre dec¨ªa que uno ten¨ªa que elegir lo que le hab¨ªa tocado. Yo eleg¨ª lo que me toc¨®. Y no he salido de aqu¨ª. No creo que ning¨²n autor salga de eso. Pero s¨ª, lo he hecho muy evidente. Lo ¨²nico que me ha pasado distinto a eso es la literatura, que no estaba incluida en mi nombre.
P. Y ah¨ª entra a otra familia, la de la literatura chilena. ?Qu¨¦ personaje es ah¨ª?
R. Para m¨ª, una de las cosas m¨¢s raras que tienen mis libros es que todos hablan de la angustia de querer pertenecer a esa familia de la literatura chilena. De ser conocido, reconocido y aceptado dentro de ella. Cosa que es completamente absurda, sobre todo a la edad que tengo. A m¨ª me parece vergonzoso, pero veo en mis libros que ah¨ª est¨¢ esa obsesi¨®n por ser parte del mundo de la literatura chilena, de una generaci¨®n, de un mundo. Muchas veces lo que me ha pasado es que, como no hay d¨®nde pertenecer, yo he tenido que inventar eso a lo que pertenezco. Gran parte de esa literatura chilena a la que yo quiero pertenecer la he inventado yo.
P. ?En qu¨¦ est¨¢ pensando?
R. Muchas cosas no exist¨ªan antes de que se me ocurriese que pod¨ªan existir. Escribir tus memorias [a los 30 a?os], bueno tambi¨¦n hay gente que las ha escrito antes. Pero ?qu¨¦ tengo que ver yo con la literatura? Nada. Cuando empec¨¦, mi lectura era lo surrealista, Marcel Duchamp. Me parec¨ªa todo esto muy aburrido. Cuando era muy joven me gust¨® Enrique Lihn y Joaqu¨ªn Edwards Bello porque eran dos personas estrafalarias, llamativas. Claro, a m¨ª me encantan Manuel Rojas y Jos¨¦ Santos Gonz¨¢lez Vera, pero no tengo nada que ver con ellos. Con Jos¨¦ Donoso tambi¨¦n me sent¨ªa distante, pero con el tiempo me he ido reconciliado. Yo siempre he tenido esta afici¨®n un poco al dandismo, provocador, que no tiene nada que ver con la literatura chilena ni con Chile.
P. Y qu¨¦ miembro es de esta familia literaria.
R. Yo creo que uno un poco atolondrado, desordenado, pero al final dicen ¡®puta el we¨®n dej¨® la cagada [un gran desastre], pero sab¨ªs que lo pasamos bien. ?Volvamos a invitarlo? Era divertido¡¯. Yo creo que esa ansiedad por pertenecer a la familia, de alguna forma, me distancia. Dicen ¡®este we¨®n tiene tantas ganas de pertenecer que dej¨¦moslo en veremos¡¯.
P. ?Todav¨ªa no se siente parte?
R. Es que podr¨ªa decir: ya tengo una obra, he hecho algunas cosas, por supuesto que mi ego a veces lo piensa. Digo estos libros tal, tal y tal no existir¨ªan si es que yo no hubiese hecho esto primero. Toda esta narrativa de la infancia en la dictadura, no es que la invent¨¦ yo, pero fui de los primeros. El tono justo, una herencia de Andr¨¦s Bello, nunca lo he tenido. A veces, cuando empiezo a pertenecer demasiado, me despertenezco porque si no no se escribe nada. (...) Quiz¨¢ mucho de eso de que me empec¨¦ a sentir ajeno y distante me lo autocre¨¦. Perfectamente podr¨ªa haber dicho, como lo hicieron muchos amigos, ¡®ya, voy a sintonizar mi visi¨®n con este nuevo estado de cosas y tratar de estar m¨¢s o menos en armon¨ªa¡¯. Yo me invent¨¦ problemas que podr¨ªa haberme ahorrado.
P. En un texto que public¨® en la Revista S¨¢bado durante la pandemia, donde contaba que se hab¨ªa ido a vivir con su madre, dec¨ªa que estaba en transici¨®n. ?Sigue en ello?
R. Claro, la transici¨®n no termina nunca. Mira Chile, la transici¨®n dur¨® 30 a?os y ahora estamos en transici¨®n de la post-transici¨®n. S¨ª, me ha costado posicionarme. Yo me pele¨¦ con el mundo un poco, pero tambi¨¦n el periodismo que yo practicaba se acab¨®, los medios se acabaron, se acab¨® una forma de vivir y de pensar. Yo hab¨ªa apostado a una forma de sobrevivencia econ¨®mica que ya no existe. No solo me pas¨® a m¨ª, le pas¨® al mundo, pero a mi estas cosas me pasan con estruendo. O sea, estaba el mundo en pandemia y a m¨ª se me rompieron las dos manos, con lo cual estaban todos encerrados y yo m¨¢s encerrado.
P. Su mundo se rompi¨®.
R. Imag¨ªnate, yo fui parte del equipo que fund¨® el The Clinc, me iba a hacer rico. Pero claro, nadie pens¨® que todo ese mundo se iba a ir y no existir. Lo que s¨ª va pasando por los a?os es que algo de todo eso queda. Todo eso se acaba, pero empieza la gente que te dice, ¡®yo te le¨ªa y me gustaba¡¯, entonces ya no vives de los medios, pero te invitan a charlas y vienen a tus clases y va construy¨¦ndose un modo de su sobrevivencia en que, eso que uno hizo, que se fue a p¨¦rdida, va existiendo de nuevo. Eso es lo que estoy vislumbrando.
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