Los Almaz¨¢n Mu?oz, la familia chilena que ha rescatado 300 primates en 30 a?os: ¡°Es una misi¨®n¡±
La matrona Elba Mu?oz y el pediatra Carlos Almaz¨¢n rehabilitan y cuidan a m¨¢s de 140 animales en el Centro de Primates Pe?aflor. Su historia comenz¨® en 1994, cuando tocaron a su puerta y lleg¨® Crist¨®bal
Al entrar al Centro de Primates Pe?aflor, un municipio ubicado en la zona surponiente de Santiago, con miradas curiosas aparecen Arist¨®teles, S¨®crates, Tito, Leyla, Daniel, Frida, Nachito. Todos los monos del centro, que en su historia han sumado 300 y que hoy son poco m¨¢s de 120, tienen nombre, y muchos de ellos llegan ya bautizados. Arist¨®teles ven¨ªa de un laboratorio, donde le pusieron un chip en el nervio ¨®ptico: era usado en un proyecto de investigaci¨®n oftalmol¨®gica. Y la temerosa Negrita, de la especie Sapajus apella, fue parte de un experimento para probar la p¨ªldora anticonceptiva del d¨ªa despu¨¦s. Un n¨²mero grande proviene de circos. Otros tantos, eran mascotas. Nico ten¨ªa un due?o alcoh¨®lico que tambi¨¦n hizo que el animal padeciera esa adicci¨®n. Todos ellos fueron rescatados del tr¨¢fico ilegal y llevados a ese recinto de una hect¨¢rea, donde son rehabilitados y cuidados. Pero todo parti¨® hace 30 a?os.
Al matrimonio de Carlos Almaz¨¢n, m¨¦dico pediatra, y de Elba Mu?oz, matrona, les qued¨® grabado algo que les dijo un profesor de la universidad: ¡°Todos los ni?os nacen con la capacidad de amar, pero algunos la desarrollan m¨¢s y otros menos. La mejor manera para hacer que un ni?o la desarrolle es criar un ser vivo, sobre todo si es un animal¡±. La pareja se lo tom¨® en serio y en su casa, con un gran jard¨ªn en la comuna de Pe?aflor criaron a sus cuatros hijos con muchos perros, gatos, gallinas y conejos. Y tambi¨¦n con muchos monos. Muchos.
Cr¨ªst¨®bal
El 8 de diciembre de 1994 Crist¨®bal lleg¨® un d¨ªa en los brazos de un ni?o a la casa de los Almaz¨¢n Mu?oz y la dio vuelta, en todos los sentidos posibles. ¡°Queremos vender a nuestro mono porque en mi casa no lo podemos tener¡±, dijo el ni?o. Lo recibi¨® Carlos Almaz¨¢n, mientras su esposa e hijos hab¨ªan ido de compras.
El mono, de la especie barrigudo, ten¨ªa ocho meses cuando lleg¨® a las manos de la familia y optaron que viviera dentro de su casa. Crist¨®bal se hizo con las plantas, con las cortinas, con los huevos, con el ¨¢rbol de Navidad. Se apoder¨® de todo el orden de la casa y de todos los corazones.
Especialmente, el mono cambi¨® la vida de Elba Mu?oz (74 a?os, Villa Alemana). La mujer se fascin¨® por Crist¨®bal y se sumergi¨® en el mundo de los primates para tratar de darle los mejores cuidados. A pesar de haber vivido siempre con animales, tener un mono, fue algo distinto: ¡°Me empez¨® a reconocer a m¨ª como su mam¨¢ y me segu¨ªa a todos lados (...) Si yo lo retaba, empezaba a lloriquear. Y, al perdonarlo, ven¨ªa corriendo y me abrazaba. Esas demostraciones no las tiene un perro¡±, comenta a EL PA?S desde el comedor de su casa, rodeada de figuras de monos hechos de madera, de cuadros de monos, de fotos, de todo los art¨ªculos imaginables de primates.
Entre los peque?os de la casa, el mono Crist¨®bal era uno m¨¢s. Elba Mu?oz a¨²n se sorprende cuando recuerda que un sobrino suyo no quer¨ªa dejar de usar pa?ales y su madre le dijo: ¡°Ninguno de tus primos usa pa?ales¡±. ¡°No, Crist¨®bal s¨ª usa¡±, respondi¨® el ni?o.
Cuando lleg¨® Crist¨®bal, la familia no sab¨ªa que en Chile era ilegal comprar estos animales. Elba Mu?oz recuerda que en los a?os 90 era com¨²n ver tiendas de mascotas, dentro de centros comerciales, en las que se vend¨ªan monos. Cuando quisieron llevar a Crist¨®bal a un viaje familiar a Brasil, se encontraron con que el animal no pod¨ªa salir del pa¨ªs porque no ten¨ªa una tarjeta de identificaci¨®n.
En 1975 Chile ratific¨® la Convenci¨®n sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES), que protege a los primates del comercio ilegal. Estos animales no son nativos del pa¨ªs, pero llegan principalmente por v¨ªa terrestre desde Per¨², Bolivia y Argentina. Los monos que tienen autorizaci¨®n para estar en Chile poseen un certificado, pero Crist¨®bal no lo ten¨ªa y el Servicio Agr¨ªcola y Ganadero (SAG) de Chile pod¨ªa decomisarlo. Elba Mu?oz dice que habr¨ªa entregado a Crist¨®bal si en Chile hubiera existido un centro de rescate para monos, pero no hab¨ªa.
Pepe
La mujer tramit¨® los papeles con el SAG para tener de forma legal a su mono. Pero, en el intertanto, fueron llegando m¨¢s animales de esta especie a su casa. Un d¨ªa alguien desconocido, cual cig¨¹e?a, les dej¨® en su puerta a Pepe, un mono capuchino, que tambi¨¦n adoptaron. Luego Nicole, que fue donada por una trapecista de un circo local. Fue apareciendo ante sus ojos un mundo escondido de tr¨¢fico de esta especie que, en su mayor¨ªa, se encontraba en malas condiciones y desprotegidos.
Se fueron sumando nombres y el SAG le recomend¨® a Elba Mu?oz crear un lugar formal para recibirlos. Y as¨ª naci¨® el Centro de Rescate de Primates Pe?aflor, que en un comienzo se instal¨® con jaulas repartidas en el jard¨ªn de su casa, donde lleg¨® a tener casi 70 monos. Luego, el a?o 2002, se trasladaron al sitio actual de una hect¨¢rea donde hay alrededor de 140 monos de una decena de especies distintas. Los primates viven en jaulas de grandes proporciones y cada una es compartida, en su mayor¨ªa, por dos animales. En el centro trabajan diez personas, adem¨¢s de voluntarios, que se encargan de la alimentaci¨®n ¨Cmucho huevo cocido, frutas y verdura¨C y de su cuidado. Hay veterinarios que observan c¨®mo evolucionan las relaciones entre ellos para as¨ª tomar mejores decisiones para organizar las jaulas. En la casa familiar tambi¨¦n siguen teniendo 20 monos.
Para aprender m¨¢s sobre primates y centros de rescate, Elba Mu?oz y su familia empezaron a elegir sus destinos de vacaciones acorde a su nueva labor, viajaron por las selvas de Centroam¨¦rica, Sudam¨¦rica y ?frica. Visitaron tambi¨¦n centros de rehabilitaci¨®n y santuarios de animales en Estados Unidos y Europa, donde aprendieron sobre el manejo de especies en cautiverio. Mu?oz se hizo conocida entre los cient¨ªficos por su trabajo en Chile. La destacada primat¨®loga y antrop¨®loga brit¨¢nica, Jane Goodall, ha visitado en dos ocasiones el Centro de Primates Pe?aflor. La mujer chilena tambi¨¦n colabor¨® en la redacci¨®n de un art¨ªculo para la enciclopedia Animal Behavior de Mark Bekoff, uno de los et¨®logos m¨¢s reconocidos del mundo. Tambi¨¦n logr¨® el traslado en 2003 de dos chimpanc¨¦s, Eusebio y Toto, a Chimfunshi, un centro dedicado a esa especie en Zambia.
Sobre ese inusual llamado a la puerta que trajo consigo al primer mono hace tres d¨¦cadas, Mu?oz reflexiona: ¡°Cuando lleg¨® Crist¨®bal, me lo tom¨¦ como algo especial, una misi¨®n. Yo siempre digo que a nuestra puerta lleg¨® un embajador de la especie, un mono que vino a decirme: ¡®mira c¨®mo estamos, nos tratan mal, matan a nuestras madres, nosotros no tenemos cabida ac¨¢'¡±. Es enf¨¢tica que ella espera que el tr¨¢fico se acabe y as¨ª el centro deje de existir: ¡°Mi objetivo es que esto se acabe. El hecho que vayan disminuyendo los monos, para m¨ª es un logro¡±.
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