La ultraderecha en Am¨¦rica Latina: querida por algunos, repudiada por muchos
Estamos viviendo un proceso de realineamiento electoral que tendr¨¢ un impacto de largo plazo en el sistema pol¨ªtico
La democracia no est¨¢ pasando por un buen momento. Parte de ello se debe a la irrupci¨®n de fuerzas de ultraderecha, las cuales se oponen a uno de los grandes logros de las ¨²ltimas d¨¦cadas: una mayor incorporaci¨®n de grupos que han estado hist¨®ricamente excluidos. As¨ª como la ultraderecha europea est¨¢ radicalmente en contra de la integraci¨®n de comunidades migrantes que forman parte de la sociedad (basta caminar por el centro de cualquier capital europea para observar la pluralidad cultural imperante), la ultraderecha latinoamericana es contraria a que las mujeres y las diversidades sexuales sigan ganando terreno en su lucha por combatir la discriminaci¨®n. En el fondo, la ultraderecha es nost¨¢lgica de un supuesto pasado id¨ªlico: cuando los hombres (blancos) dominaban la sociedad. Esto es lo que se esconde detr¨¢s del famoso lema Make America Great Again de Donald Trump y sus correlatos locales alrededor del mundo.
Puede parecer parad¨®jico, pero es justamente el ¨¦xito de la democracia liberal lo que ha catapultado el ascenso de la ultraderecha. Cada vez existe mayor consenso en la necesidad de tratar con respeto a los migrantes y de que discriminarlos tiene efectos nocivos tanto para ellos como para el funcionamiento de sociedades que se han vuelto multiculturales. A su vez, hoy en d¨ªa es evidente que las mujeres tienen la capacidad para desempe?ar las mismas labores que los hombres, pero para ello es preciso equilibrar la distribuci¨®n del trabajo familiar. Los pa¨ªses han ido avanzando en esta direcci¨®n mediante un sinf¨ªn de pol¨ªticas p¨²blicas, tales como leyes de cuotas y pol¨ªticas de discriminaci¨®n positiva, as¨ª como tambi¨¦n una reformulaci¨®n de planes de estudio escolar para dejar de transmitir contenidos discriminatorios.
Ahora bien, no todos est¨¢n conformes con este gradual proceso de una mejor y mayor incorporaci¨®n de grupos hist¨®ricamente excluidos. Justamente quien m¨¢s se opone a este desarrollo es la ultraderecha, la cual es muy visible, pero no necesariamente mayoritaria. La evidencia emp¨ªrica demuestra que en Europa Occidental los partidos de ultraderecha movilizan alrededor de un cuarto del electorado, pero simult¨¢neamente m¨¢s de la mitad de la sociedad est¨¢ en su contra. Al respecto resulta paradigm¨¢tico tanto la reciente elecci¨®n francesa, donde se dio una amplia movilizaci¨®n contra el partido de Marine Le Pen, como una serie de protestas espont¨¢neas que acontecieron a comienzos de a?o en Alemania denunciado la radicalidad del partido de ultraderecha Alternativa para Alemania (AfD).
En otras palabras, al menos en Europa Occidental la ultraderecha ha logrado cautivar a un segmento del electorado y simult¨¢neamente genera importantes niveles de rechazo. Con el objetivo de testear si ocurre lo mismo en Am¨¦rica Latina, a fines de 2023 llevamos a cabo encuestas cara a cara, que son representativas de la poblaci¨®n de Argentina, Brasil y Chile. El reporte recientemente publicado por la Fundaci¨®n Friedrich Ebert analiza los resultados m¨¢s relevantes de estas encuestas y ac¨¢ me parece importante destacar un hallazgo.
El siguiente gr¨¢fico muestra la respuesta a la pregunta sobre la disposici¨®n a votar por figuras de ultraderecha en una escala que va de 1 a 5, en donde 1 equivale a ¡°definitivamente no votar¨ªa por ¨¦l¡± mientras que 5 equivale a que ¡°definitivamente s¨ª votar¨ªa por ¨¦l¡±. Sumando a todas las personas que responden 1 y 2 se puede calcular la tasa de rechazo y sumando a todos los votantes que responden 4 y 5 es posible estimar el nivel de apoyo. Al comparar los resultados para Javier Milei, Jair Bolsonaro y Jos¨¦ Antonio Kast se observa la existencia de un patr¨®n similar: aproximadamente un 30% del electorado se muestra a favor de estos exponentes de la ultraderecha y alrededor del 60% se posiciona en su contra. Esto demuestra entonces que la ultraderecha polariza al electorado. No solo genera fieles seguidores, sino tambi¨¦n un importante n¨²mero de detractores.
El reporte citado previamente elabora un an¨¢lisis detallado de cada uno de estos grupos, demostrando que a nivel sociodemogr¨¢fico pr¨¢cticamente no existen caracter¨ªsticas comunes entres quienes apoyan a la ultraderecha en Argentina, Brasil y Chile. Sin embargo, en t¨¦rminos ideol¨®gicos se trata de votantes que piensan de manera id¨¦ntica: muestran menores niveles de apego a la democracia que la mayor¨ªa de los ciudadanos, se inclinan por posturas antifeministas y contrarias a la migraci¨®n, adoptan posturas muy conservadoras frente a temas como el aborto y el matrimonio igualitario, defienden posiciones marcadamente favorables al libre mercado y demandan medidas de ¡®mano dura¡¯ para combatir la delincuencia. Dada esta coherencia ideol¨®gica entre quienes apoyan a la ultraderecha, resulta plausible pensar que estamos vivenciando un proceso de realineamiento electoral que tendr¨¢ un impacto de largo plazo en el sistema pol¨ªtico. Podr¨¢n desaparecer el d¨ªa de ma?ana los l¨ªderes de la ultraderecha (Bolsonaro en efecto no puede competir en elecciones hasta el a?o 2030), pero sus votantes exhiben una n¨ªtida articulaci¨®n program¨¢tica como para subsistir y demandar que su voz sea escuchada.
?C¨®mo explicar que a pesar de que estos votantes est¨¢n lejos de representar a la mitad de la sociedad, la ultraderecha s¨ª logra conquistar el Poder Ejecutivo? Parte de la respuesta radica en que en Am¨¦rica Latina ¨Ca diferencia de Europa¨C existen reg¨ªmenes presidenciales con segundas vueltas electorales. Esto implica que muchas veces los electores deben tomar una decisi¨®n en un balotaje donde son varios los que terminan votando por el candidato o la candidata que les parece menos perjudicial. En consecuencia, hay que distinguir entre quienes votan por una opci¨®n de ultraderecha en primera vuelta y en segunda vuelta: mientras que en el primer caso se trata de personas que adhieren al programa ideol¨®gico de la ultraderecha, en el segundo, muchos terminan apoyando esta alternativa m¨¢s bien por descarte en un contexto de desgaste de los l¨ªderes y partidos tradicionales, muchas veces de centroizquierda.
Visto as¨ª, parte del ¨¦xito de la ultraderecha descansa en la incapacidad del mundo progresista para gobernar de manera eficaz y, por lo tanto, detr¨¢s del ascenso de ultraderecha hay una se?al de castigo a los gobiernos incumbentes de centroizquierda. Sin los esc¨¢ndalos de corrupci¨®n de Odebrecht y la Opera??o Lava Jato resulta incomprensible entender el ascenso de Bolsonaro en Brasil, as¨ª como tampoco se puede comprender el triunfo de Milei sin considerar la crisis econ¨®mica del gobierno Peronista. En resumen, este estudio busca entregar insumos emp¨ªricos para comprender mejor quienes apoyan a la ultraderecha, sin juzgar a sus votantes y abrir un di¨¢logo franco respecto a qu¨¦ fallas de las democracias latinoamericanas y del mundo progresista han permitido el ascenso de estas fuerzas pol¨ªticas que ciertamente genera preocupaci¨®n. Hay que hacerse cargo de estos problemas para evitar la gradual erosi¨®n de la democracia. Lamentablemente, el tiempo apremia.
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