Qu¨¦ dice Chile
Fue en 2014 cuando las cosas cambiaron en el pa¨ªs, primero con un salto evidente en el n¨²mero de personas que percib¨ªan un estancamiento y, luego, a partir de 2022, con un aumento significativo de quienes que comenzaron a calificar de decadencia al estado de cosas
Decadencia y estancamiento son dos t¨¦rminos que dif¨ªcilmente permiten una lectura positiva, menos cuando se los utiliza para referir el estado de cosas en una sociedad. Que un 84% de las personas de un pa¨ªs recurra a esas palabras para describir el ¡®momento actual de Chile¡¯, deber¨ªa ser motivo de profunda preocupaci¨®n y no s¨®lo, como parece ser hasta el momento, un dato m¨¢s, un tanto anecd¨®tico dentro de la cobertura de prensa que se dio al ¨²ltimo Estudio Nacional de Opini¨®n P¨²blica del Centro de Estudios P¨²blico, CEP.
Es cierto que la visi¨®n de los chilenos ha estado peor (en diciembre de 2019 un 92% estimaba que el momento en que estaba el pa¨ªs era de decadencia o estancamiento). Tambi¨¦n es cierto que este ¨²ltimo registro del CEP es levemente menor que los observados en buena parte de 2022 y 2023. Pero, asimismo, tampoco es menos cierto que descontados estos movimientos de punta o los registros constatados en momentos de crisis, en una perspectiva de largo plazo ha habido un cambio significativo, y para peor, en las expectativas de la sociedad.
Se podr¨ªa decir que por 2014 fue cuando se produjo un punto de inflexi¨®n, a partir del cual el desaliento comenz¨® a entronarse en los ¨¢nimos ciudadanos. En efecto, a la luz de los datos levantados por la Encuesta CEP, fue en ese a?o cuando las cosas cambiaron, primero con un salto evidente en el n¨²mero de personas que percib¨ªan un estancamiento y, luego, a partir de 2022, con un aumento significativo de personas que comenzaron a calificar de decadencia al estado de cosas del pa¨ªs.
A nivel econ¨®mico, las cifras macro no hacen sino refrendar el sentir de la opini¨®n p¨²blica. Expertos, acad¨¦micos, centros de estudio de distinto signo, han se?alado que ya son diez los a?os en que los datos econ¨®micos relevantes han estado ¡°underperformance¡±, con tasas de expansi¨®n y de inversi¨®n que resultan insuficientes para asegurar una adecuada resoluci¨®n de las necesidades de la sociedad y de proveer sosteniblemente recursos al Estado para ejecutar sus pol¨ªticas p¨²blicas.
As¨ª las cosas, es com¨²n escuchar que fue hace una d¨¦cada cuando Chile perdi¨® el rumbo. Que algo pas¨® con la capacidad del sistema (sus instituciones y sus l¨ªderes) para dirigir al pa¨ªs en una direcci¨®n m¨¢s o menos com¨²n, como ocurre con las embarcaciones en el mar, donde desde el tim¨®n se fija la mirada en un punto de destino y se avanza hacia ¨¦l con un razonable zigzag seg¨²n las condiciones del viento y las corrientes.
Explicaciones se han dado muchas y variadas. Suele o¨ªrse que las reformas pol¨ªticas y econ¨®micas de hace una d¨¦cada horadaron (¡°retroexcavaron¡± fue el t¨¦rmino utilizado en su minuto) cierta base de consensos o acuerdos y que, desde entonces, malamente se ha intentado/logrado reparar los estropicios producidos. Tambi¨¦n suele escucharse que los efectos de esos malos cambios se han visto potenciados por la irrupci¨®n de un emergente grupo de pol¨ªticos que no ha cesado de subir las apuestas populistas y que, para suma de males, a nivel microecon¨®mico se ha enquistado en el pa¨ªs una din¨¢mica burocr¨¢tica (permisolog¨ªa y los consecuentes megaproyectos suspendidos o desechados) y de medidas pol¨ªticas apresuradas (como el subsidio a las cuentas de la luz con cargo a los PMGD) que no paran de poner trabas a quienes, pese a todo, han invertido y todav¨ªa quieren invertir en Chile.
Hace pocos d¨ªas, en un seminario el exeditor de The Economist para Am¨¦rica latina, Michael Reid, coment¨® la situaci¨®n del pa¨ªs mirando el vaso medio lleno. Dijo que, comparado con parte del mundo, Chile no est¨¢ tan mal y que los fundamentos del pa¨ªs, es decir, ¡°la democracia representativa, la econom¨ªa de mercado y el estado de derecho siguen en pie y (que) eso no es poca cosa¡±. Y Reid tiene raz¨®n, aunque su aproximaci¨®n es un tanto conformista para un pa¨ªs que por d¨¦cadas creci¨® en forma vigorosa y cerr¨® buena parte de las brechas que hasta entonces ten¨ªan a millones de chilenos bajo la l¨ªnea de la pobreza y la indigencia.
La democracia, el estado de derecho y la econom¨ªa de mercado son un desde. Unos puntos de apoyo extraordinarios, por supuesto, pero a partir de los cuales se debe hacer m¨¢s cosas que contentarse con tenerlos. La opini¨®n p¨²blica medida por el CEP y tantos otros estudios est¨¢ enviando se?ales en el sentido de que es necesario hacer m¨¢s. Y lo est¨¢ haciendo desde hace una d¨¦cada. Las cifras tambi¨¦n est¨¢n emitiendo se?ales de alerta, as¨ª como lo hacen los pron¨®sticos futuros sobre el potencial de crecimiento y de absorci¨®n de necesidades sociales del pa¨ªs.
El principio de la escasez, ese que dice que las necesidades son ilimitadas y los recursos son escasos, suele llevar a la toma de decisiones dif¨ªciles. El punto es que dichas decisiones pueden ser m¨¢s o menos dif¨ªciles, seg¨²n los recursos que se tenga para atender las necesidades, y es ah¨ª cuando la simple aritm¨¦tica da pautas de lo que se debe hacer: retomar un crecimiento por sobre el de supervivencia, cuesti¨®n de Perogrullo, pero que no ha sido adecuadamente abordada a pesar de la infinidad de diagn¨®sticos y propuestas que desde hace a?os se vienen debatiendo, pero no ejecutando.
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