Cuando viv¨ªamos bajo tierra
Un cient¨ªfico experto en cuevas compara el actual confinamiento en casa con sus largas temporadas dentro de simas profundas
Nos encontramos en una fase incierta de nuestras vidas debida a una pandemia mundial provocada por un virus. Actualmente, se ha decretado el confinamiento de la poblaci¨®n espa?ola en sus casas para intentar frenar los efectos del contagio del virus a la poblaci¨®n y los perniciosos efectos sobre los grupos m¨¢s vulnerables. Mi nombre es Ra¨²l P¨¦rez L¨®pez, y trabajo como cient¨ªfico experto en Geolog¨ªa de Terremotos para el Instituto Geol¨®gico y Minero de Espa?a. Como da?o colateral de mis investigaciones, me paso bajo tierra m¨¢s tiempo del deseable, trabajando en cuevas profundas, estrechas y muy hostiles, con altas temperaturas y bajo contenido de ox¨ªgeno. Con ello, estoy intentando obtener datos cient¨ªficos contrastables para comprender mejor los terremotos y para ayudar en su prevenci¨®n. Resumiendo, soy espele¨®logo.
Estos d¨ªas me preguntan a menudo si es comparable una situaci¨®n de aislamiento en casa con una situaci¨®n de aislamiento dentro de una cueva. Me dicen que esta situaci¨®n para m¨ª no es nada, que ya estoy acostumbrado al aislamiento. Y es verdad que hay cuestiones que se pueden comparar, pero otras son diametralmente opuestas. La primera vez que baj¨¦ a recuperar los restos ¨®seos de un lince de las cavernas que se encontraban a 230 metros de profundidad en la Sima de Ben¨ªs (Murcia) brome¨¦ con la posibilidad de que un terremoto podr¨ªa dejarnos a todos atrapados dentro de la cueva al derrumbarse la entrada original. En total baj¨¢bamos unos 10 espele¨®logos e hicimos una previsi¨®n para pasar una o dos noches en su interior.
Cuando uno de los espele¨®logos me pregunt¨® por qu¨¦ el lince se encontraba ah¨ª, le cont¨¦ que un terremoto hab¨ªa colapsado la entrada dej¨¢ndole atrapado. Esto le impresion¨® mucho y le hizo entrar en p¨¢nico a unos 60 metros de profundidad. Como consecuencia de ello, tuvo un incidente que le cost¨® un desgarro muscular severo. Nos confes¨® que se agobi¨® ante la perspectiva de quedarse atrapado en su interior sin posibilidad de salir y cometi¨® un error durante el descenso con cuerdas. Este incidente me hizo reflexionar mucho sobre el significado de estar confinado bajo tierra.
Aumentan los lazos con las personas que compartes encierro, las conoces mejor, interaccionas y hablas m¨¢s
En primer lugar, dir¨¦ que la diferencia entre estar viviendo bajo tierra y el confinamiento actual en tu casa es que el primero lo decides t¨² mismo, mientras que el segundo lo ha decidido el Gobierno acuciado por las terribles circunstancias de esta pandemia. Es cierto que en ambos casos tienes miedo y la clave para llevarlo bien es saber negociar y convivir con ese miedo. El gran fil¨®sofo oriental Jiddu Krishnamurti reflexionaba sobre c¨®mo el miedo, incluso la misma palabra ¡°miedo¡±, hace que nos comportemos de manera que aumentemos las posibilidades de tomar una decisi¨®n equivocada. Tambi¨¦n ambas situaciones de aislamiento tienen en com¨²n que convives en espacios bien definidos, donde las decisiones las tomamos por el espacio donde podemos movernos (?correr?, ?saltar?, ?ir al ba?o?).
Curiosamente y cuanto m¨¢s lo pienso, m¨¢s cosas en com¨²n hay entre estar recluido en casa por el estado actual de alarma y confinamiento con estar recluido bajo tierra en una investigaci¨®n espeleol¨®gica. Aumentan los lazos con las personas que compartes encierro, las conoces mejor, interaccionas y hablas m¨¢s. Pero, ver¨¦is, bajo tierra no existe la luz del sol, con lo que no existe el d¨ªa y la noche. Esto hace que pierdas la noci¨®n del paso del tiempo, pero no como un intervalo repetitivo del famoso ¡°d¨ªa de la marmota¡±. Literalmente no te enteras de en qu¨¦ parte del d¨ªa vives.
Por ello es muy importante fijarse una rutina antes de entrar, llevar un inventario de comida y bebida, anticiparse a aquellos problemas que puedan surgir (c¨®mo abastecerse de agua, d¨®nde dormir, los sitios peligrosos, el tiempo de permanencia). En esto, es igual que el confinamiento casero. Sin embargo, a diferencia de ahora, en las cuevas no hay supermercados ni puntos de abastecimiento, todo lo tienes que llevar encima o bien confiar en que alg¨²n compa?ero lo ha dejado preparado anteriormente.
Vamos a tener tantas historias por contar, tantos momentos por recordar y tanta gente a la que querer que nos daremos cuenta de cu¨¢nto han cambiado nuestras vidas
Los sonidos dentro de la cueva son algo extra?o. O bien reina un absoluto silencio, solo roto por los ruidos propios de la progresi¨®n del espele¨®logo, o bien hay ruidos de mon¨®tonos goteos, cascadas de agua o raros sonidos inventados por un cerebro no acostumbrado al silencio absoluto. Ahora que reina el silencio en mi calle, mi cerebro me enga?a devolvi¨¦ndome ruidos ficticios de jolgorio callejero propio de un d¨ªa normal. Igual que en las cuevas. Recuerdo el primer vivac que pas¨¦ a 325 metros de profundidad en la Sima Jou sin Terre (CS9) junto a dos compa?eros, en una cueva muy vertical de hasta 1.200 metros y que est¨¢ en la parte c¨¢ntabra de Picos de Europa. All¨ª, uno de los compa?eros, al dormir, nos dec¨ªa preocupado que o¨ªa voces. Y no par¨® de despertarnos una y otra vez al resto para decirnos que ven¨ªa gente. Pero all¨ª no hab¨ªa nadie, era su mente jug¨¢ndole una broma de mal gusto ante el aislamiento.
Yo, personalmente, llevo varias cosas que me ayudan a vencer psicol¨®gicamente esta situaci¨®n, y lo digo porque la preparaci¨®n psicol¨®gica es clave para pasar el confinamiento con ¨¦xito en cuevas profundas. Yo llevo un dibujo que hizo uno de mis hijos cuando era peque?o de todos nosotros y nuestro perro. Tambi¨¦n llevo v¨ªdeos grabados con la familia en la playa o en la monta?a, en d¨ªas soleados y espacios abiertos, para alimentar mi evasi¨®n mental. Todo ello ayuda a vencer a la mente ante el temor del espacio peque?o, oscuro y sombr¨ªo.
Lo curioso es que a veces mi habitaci¨®n se hace m¨¢s insoportable que esos extra?os lugares que se quedaron grabados para siempre en mi cerebro. Qu¨¦ valientes son aquellos que est¨¢n confinados en UCI y habitaciones sin salir y que pasan mucho m¨¢s tiempo que yo confinados. Nosotros rara vez pasamos m¨¢s de tres d¨ªas. La rutina, obligarnos a dormir, a comer, a asearnos y, sobre todo, tener un objetivo final que conseguir sin que por ello peligren nuestras vidas hace que siempre haya salido indemne de los confinamientos bajo tierra.
Os aseguro que los vivacs bajo tierra son mucho m¨¢s inc¨®modos, h¨²medos, fr¨ªos y hostiles que quedarse en casa. Duermes en hamacas colgadas de paredes, o bien sobre h¨²medas y puntiagudas piedras que te atenazan los huesos y las articulaciones. Te da pereza hacer cualquier movimiento una vez que alcanzas cierto confort. Y, sin embargo, encuentro tantas similitudes con la situaci¨®n actual que me est¨¢n haciendo reflexionar bastante. Gran cantidad de espele¨®logos va a dejar esta situaci¨®n una vez que se revierta el confinamiento. Al final, vamos a tener tantas historias por contar, tantos momentos por recordar y tanta gente a la que querer que nos daremos cuenta de cu¨¢nto han cambiado nuestras vidas. Igual que cuando sales de la cueva.
Ra¨²l P¨¦rez L¨®pez es cient¨ªfico experto en Geolog¨ªa de Terremotos en el Instituto Geol¨®gico y Minero de Espa?a (IGME), l¨ªder de 3GEO, un proyecto para estudiar si en las cuevas en zonas s¨ªsmicas existen picos de gases y temperatura que alertan de los terremotos
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