C¨®mo un pu?ado de rayitas cambi¨® para siempre las investigaciones criminales
Han pasado 30 a?os desde que el ADN se usara por primera vez en un caso penal en Espa?a: fue en una agresi¨®n sexual. Los pioneros cuentan la historia de una prueba que reescribi¨® las reglas en la escena forense
El forense Antonio Alonso escuchaba en la tele a Mercedes Mil¨¢ aquella noche de 1995. La presentadora hablaba de una importante prueba gen¨¦tica definitiva para identificar los huesos de los j¨®venes vascos, presuntos miembros de ETA, Jos¨¦ Antonio Lasa y Jos¨¦ Ignacio Zabala. Alonso ten¨ªa delante parte de esos restos. Del trabajo de su equipo depend¨ªa zanjar un asunto que manten¨ªa en vilo a la sociedad espa?ola. ¡°Era fin de semana, recuerdo que hab¨ªa bastante presi¨®n medi¨¢tica, y el domingo por la ma?ana ten¨ªamos el informe¡±, rememora el especialista, hoy director del Instituto Nacional de Toxicolog¨ªa y Ciencias Forenses.
Los medios empezaban a fijarse en el ADN, una prueba que se hab¨ªa usado en Espa?a por primera vez en un caso penal solo seis a?os antes y en el mundo, en 1987. El brit¨¢nico Colin Pitchfork se convirti¨® ese a?o en el primer condenado gracias a esa nueva t¨¦cnica forense descubierta por Alec Jeffreys. La polic¨ªa buscaba a un individuo que hab¨ªa violado y asesinado a dos adolescentes. Para ello, puso en marcha una recogida masiva de muestras en la zona en la que ocurrieron las muertes para compararlas con el perfil de las muestras obtenido en los cad¨¢veres. ¡°Como en las mejores pel¨ªculas, una mujer apareci¨® en la comisar¨ªa para contar que hab¨ªa escuchado a un hombre en un pub presumir de que se hab¨ªa presentado a las pruebas con la identificaci¨®n de otra persona¡±, explica Alonso. Aquel pu?ado de rayitas, que es como se visualiza un perfil, confirm¨® la culpabilidad. El 99,9% del ADN de un ser humano es id¨¦ntico al del resto, es el 0,1% restante el que sirve a los forenses.
En 1989 el equipo de ?ngel Carracedo, uno de los mayores expertos en gen¨¦tica a nivel global, us¨® por primera vez esa t¨¦cnica en un caso penal en Espa?a. Fue en una agresi¨®n sexual en Galicia. ¡°En el mundo penal est¨¢bamos muy limitados porque normalmente obten¨ªamos cantidades min¨²sculas (de sangre, semen, saliva...) y las muestras fallaban; en ese momento solo se pod¨ªa analizar muestras muy grandes y relativamente frescas¡±, rememora el especialista. Las PCR, que hoy toda la sociedad conoce gracias a la pandemia de coronavirus, permitieron con el paso de los a?os amplificar el material gen¨¦tico que se pod¨ªa estudiar a partir de cantidades m¨ªnimas. Del Instituto de Medicina Legal de la Universidad de Santiago, que Carracedo dirigi¨® hasta 2012, han salido marcadores y tecnolog¨ªas que se emplean en todos los laboratorios forenses del mundo.
En 1991, el Instituto Nacional de Toxicolog¨ªa y Ciencias Forenses lo emple¨® por primera vez para exculpar a un acusado de violaci¨®n. ¡°Esta tecnolog¨ªa hizo que pas¨¢ramos de la nada al todo. En aquella primera ocasi¨®n, lo repetimos varias veces, el miedo de haberte equivocado estaba ah¨ª¡±, recuerda Alonso. Hoy existen en Espa?a 19 laboratorios que pueden hacer este tipo de procedimientos. 14 son p¨²blicos, pertenecientes a seis instituciones y el resto son privados, pero est¨¢n acreditados para participar en determinadas investigaciones. Solo el Instituto Nacional de Toxicolog¨ªa y Ciencias Forenses recibi¨® en 2019 m¨¢s de 8.000 peticiones de an¨¢lisis de los ¨®rganos judiciales (que incluyen no solo casos penales, sino tambi¨¦n, por ejemplo, pruebas de paternidad). Esto supuso m¨¢s de 36.000 pruebas forenses, seg¨²n los datos aportados por el organismo.
Cuatro profesionales del equipo de Alonso se desplazaron en 1990 hasta Cambridge para aprender esta nueva t¨¦cnica y traerla a Espa?a. ¡°Entonces era todo muy artesanal, se usaban geles que se te?¨ªan con nitrato de plata para ver las bandas de ADN. Despu¨¦s llegaron los perfiles digitalizados y con ellos otro gran salto: tener una base de datos¡±, se?ala. ¡°En la actualidad existen 130 millones de perfiles en el mundo de uso forense para la investigaci¨®n criminal e identificaci¨®n de desaparecidos¡±, apunta el experto.
En esas bases de datos est¨¢ el perfil de Antonio Angl¨¦s, uno de los acusados del crimen de las ni?as de Alc¨¤sser. ¡°Ese caso marc¨® un antes y un despu¨¦s. Entonces [1992], la mayor¨ªa de los laboratorios ya trabajaban con ADN, pero no ten¨ªamos un desarrollo de la escena del delito. De alguna manera entramos en la era CSI [Crime Scene Investigation, serie de televisi¨®n]¡°, apunta Alonso. En ese triple asesinato, los forenses se enfrentaron tambi¨¦n a la cara m¨¢s dura de los medios, con el nacimiento de la telebasura. ¡°En general, los casos medi¨¢ticos me producen mucha desaz¨®n¡±, se lamenta Carracedo.
La ficci¨®n, a veces, ha dado una idea equivocada de esta tarea. ¡°Yo creo que las series han dado lugar a much¨ªsimos t¨®picos. Sobre todo lo de que si lo dice el ADN es infalible, que es un test inmediato, que es la respuesta a todo, pero la realidad es que no siempre es as¨ª de f¨¢cil¡±, puntualiza Cristina Albarr¨¢n, facultativa del Instituto Nacional de Toxicolog¨ªa y Ciencias Forenses desde hace m¨¢s de tres d¨¦cadas. Un ejemplo de que el ADN no es la respuesta a todos los interrogantes es el crimen de Almonte, en el que fueron hallados asesinados un padre y su hija con 150 pu?aladas. ¡°Determinamos que hab¨ªa restos del compa?ero sentimental de la madre de la ni?a en unas toallas, pero, ?se limpi¨® las manos despu¨¦s de matarles o ya estaba ah¨ª porque las hab¨ªa tocado en d¨ªas anteriores? Nosotros no podemos saberlo, solo decir que est¨¢ presente¡±, a?ade Alonso. El principal sospechoso acab¨® siendo declarado inocente.
La que era jefa de servicio de Alonso le pregunt¨® hace d¨¦cadas que cu¨¢ndo iban a dejar de investigarse nuevas t¨¦cnicas. ?l le respondi¨® que cre¨ªa que nunca. Ahora, se pueden conocer con un alto grado de fiabilidad determinados rasgos de la persona con una simple muestra biol¨®gica. Por ejemplo, el color de ojos o el origen ancestral. As¨ª es como se identific¨® al asesino de Eva Blanco, al borde de que prescribiera el crimen. Alonso lo recuerda as¨ª: ¡°Se determin¨® que era un individuo magreb¨ª, se hizo el test a los que respondieran a este perfil en el pueblo y as¨ª es como apareci¨® la coincidencia con un familiar del que acab¨® siendo detenido y que despu¨¦s se suicid¨® en la c¨¢rcel¡±.
El ADN familiar es probablemente la pr¨®xima gran revoluci¨®n. El FBI detuvo el a?o pasado a un asesino en serie que llevaba escabull¨¦ndose 42 a?os. Joseph James DeAngelo mat¨® al menos a una docena de mujeres y viol¨® a 50. Sin pistas que seguir, el FBI compar¨® los restos biol¨®gicos del criminal con los de una base de datos privada de perfiles de ADN. ?Bingo! Encontraron coincidencia con un primo que hab¨ªa introducido su material hac¨ªa a?os para saber m¨¢s de su ¨¢rbol geneal¨®gico. ¡°Hay cuatro o cinco compa?¨ªas en el mundo que tienen 15 millones de muestras. Esto parece una an¨¦cdota, pero hoy hay m¨¢s de 100 casos que se est¨¢n investigando con este m¨¦todo¡±, reconoce Alonso. En Espa?a todav¨ªa no, pero se usar¨¢, asegura el experto. ¡°Es una herramienta muy potente¡±.
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