Es la temperatura, est¨²pido
La distribuci¨®n en fr¨ªo posiciona unas vacunas antes que otras
Mientras los mercados se vuelven locos con las vacunas anunciadas y permanecen atentos a cualquier decimal insignificante en el aumento de la eficacia, los tecn¨®logos de las farmac¨¦uticas implicadas andan angustiados por una cuesti¨®n bien diferente y aparentemente mucho m¨¢s simple: su distribuci¨®n a la poblaci¨®n. Los escollos son formidables, desde la fabricaci¨®n de miles de millones de viales hasta la preparaci¨®n de los centros sanitarios para gestionar una campa?a de vacunaci¨®n masiva sin precedentes. Pero la cuesti¨®n que parece m¨¢s est¨²pida de todas, hasta el extremo de haberse escurrido entre los algoritmos de los corredores de Bolsa, es posiblemente la m¨¢s importante de todas. Es la temperatura, est¨²pido.
En Kalamazoo, una ciudad de 75.000 habitantes en el estado de Michigan, y en la localidad belga de Puurs, de 17.000, Pfizer va a enviar de inmediato unos contenedores de mil viales de su vacuna. Es un producto innovador basado en el mRNA (o ARN mensajero), una larga mol¨¦cula con informaci¨®n gen¨¦tica que resulta extremadamente l¨¢bil. Las enzimas que lo rompen est¨¢n por todas partes, en la saliva, el sudor y las l¨¢grimas, y por tanto en cualquier cosa que hayamos tocado, porque normalmente constituyen una protecci¨®n primaria contra los agentes infecciosos que utilizan RNA como informaci¨®n gen¨¦tica. En el caso de la vacuna de Pfizer, requiere una cadena de fr¨ªo de 70 grados bajo cero, y sus contenedores llevar¨¢n un sensor t¨¦rmico que avisar¨¢ al usuario de que la cadena se ha roto, un dato esencial para la compa?¨ªa.
Hay dos formas pr¨¢cticas de alcanzar 70 grados bajo cero. Una son los ultracongeladores, que necesitan energ¨ªa el¨¦ctrica (mucha), cuestan 13.000 euros y ocupan lo que un aparador grande. Son comunes en los laboratorios de investigaci¨®n, pero no en los centros sanitarios, no hablemos ya de las farmacias. La otra es el hielo seco, o nieve carb¨®nica, que son unos cilindritos de CO? congelado que se pueden meter en una caja y usar para transportar la vacuna, pero no duran mucho tiempo: un par de semanas si se cambia el hielo seco cada cinco d¨ªas. Todo esto hace que Pfizer pierda puntos frente a su competidora Moderna, cuya vacuna dura seis meses a unos meros 20 bajo cero, que son los que alcanza nuestro congelador de casa, e incluso un mes en la nevera. Hay una tercera vacuna de mRNA, la de CureVac, que va m¨¢s atrasada que las otras dos, pero permanece estable en la nevera durante al menos tres meses. Parece claro que la temperatura puede ser m¨¢s importante que el tiempo.
Si la temperatura ya supone un problema en los pa¨ªses occidentales, o en ciertas zonas de ellos, duele imaginar lo que ocurrir¨¢ en ?frica y partes de Asia y Latinoam¨¦rica, donde no es ya que no haya ultracongeladores, sino que ni siquiera hay donde enchufarlos con seguridad, pues las redes el¨¦ctricas son inestables y el hielo seco un bien escaso. Las Bolsas celebraron m¨¢s la vacuna de Pfizer que la de Moderna. No tuvieron en cuenta la temperatura.
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