Prevenir la pr¨®xima epidemia con las heces de un murci¨¦lago
El ecoepidemi¨®logo Jordi Serra-Cobo estudia desde hace 11 a?os la transmisi¨®n de coronavirus entre animales y humanos
Peque?os sacos de colores cuelgan de las ramas de un arbusto. Son una veintena de bolsas de tela, de las que se utilizan para guardar la merienda de los ni?os en la escuela. Dentro de ellas, en vez de un bocadillo y unas galletas, hay murci¨¦lagos. Algunos protestan por su encierro con t¨ªmidos sonidos: pocos minutos antes descansaban pl¨¢cidamente en la oscuridad de una cueva de La Noguera, en la provincia de Lleida. El ecoepidemi¨®logo Jordi Serra-Cobo abre los sacos y observa si han defecado. Sus excrementos pueden ayudar a prevenir una nueva epidemia.
Serra-Cobo es profesor de la Universidad de Barcelona y miembro de su Instituto de Investigaci¨®n de la Biodiversidad (IRBio). Fue uno de los primeros te¨®ricos, hace 30 a?os, de la ecoepidemiolog¨ªa, el estudio de c¨®mo y por qu¨¦ se transmite un virus en determinado momento y lugar. Son ya 50 centros de investigaci¨®n en todo el mundo que comparten en red datos sobre ecoepidemiolog¨ªa.
Serra-Cobo es uno de los principales expertos en Espa?a en la transmisi¨®n de enfermedades zoon¨®ticas por parte de murci¨¦lagos y otros mam¨ªferos, como roedores o jabal¨ªes. Las infecciones zoon¨®ticas son aquellas que se transmiten de los animales a los humanos. Solo en el siglo XXI ya se han producido cinco epidemias por coronavirus, adem¨¢s de la del virus del ¨¦bola. Todas, recuerda Serra-Cobo, habr¨ªan procedido del mayor reservorio de virus que hay en una especie animal, los murci¨¦lagos. La Organizaci¨®n Mundial de la Salud (OMS), en su informe del pasado marzo sobre el posible origen de la covid-19, corroboraba que ¡°la mayor¨ªa de las enfermedades emergentes se originan en reservorios animales, y existe una s¨®lida evidencia de que la mayor¨ªa de los actuales coronavirus humanos fueron originados en animales¡±.
Son sobre todo los depredadores que se alimentan de murci¨¦lagos, o los animales dom¨¦sticos en contacto con estos mam¨ªferos voladores, resume Serra-Cobo, los que sirven como hu¨¦spedes del virus y terminan infectando a una persona. La hiperconexi¨®n de la sociedad globalizada hace el resto, como sucedi¨® a partir de diciembre de 2019 con la covid-19, que se extendi¨® por todo el planeta presuntamente desde el mercado de animales de Wuhan, en China.
Solo en el siglo XXI ya se han producido cinco epidemias por coronavirus, adem¨¢s de la del virus del ¨¦bola. Se sospecha que todas han procedido de los murci¨¦lagos
Los murci¨¦lagos no son de por s¨ª una amenaza para los humanos, al contrario: son, junto a las aves, un actor fundamental para el control de las poblaciones de insectos. El problema, coinciden acad¨¦micos de todos los ¨¢mbitos, es la creciente interferencia de la civilizaci¨®n humana en los pulmones verdes del planeta, sobre todo en el Sureste asi¨¢tico, Am¨¦rica Latina y Centro¨¢frica. As¨ª lo advert¨ªa la resoluci¨®n sobre la covid-19 de mayo de 2020, suscrita por los Estados miembros de la OMS, en la que estos se compromet¨ªan a ¡°prevenir el establecimiento de nuevos reservorios zoon¨®ticos, adem¨¢s de reducir los posibles riesgos de surgimiento y transmisi¨®n de enfermedades zoon¨®ticas¡±.
64 millones de a?os en la Tierra
Serra-Cobo forma desde 1993 un t¨¢ndem de trabajo con Marc L¨®pez Roig. Se han adentrado en centenares de cuevas en pa¨ªses de Europa, Am¨¦rica y ?frica. La primera piedra de su colaboraci¨®n fue un hito cient¨ªfico: tras 22 a?os estudiando una colonia de murci¨¦lagos en Mallorca, confirmaron que estos animales generaban suficientes anticuerpos de la rabia para desarrollar una inmunidad de grupo. Hay varias razones por las que los murci¨¦lagos son un reservorio ideal de virus, detalla Serra-Cobo: ¡°Es un mam¨ªfero que lleva en la Tierra 64 millones de a?os, es decir, lleva mucho conviviendo con virus. La mayor¨ªa son gregarios, forman grupos y facilitan la transmisi¨®n. Est¨¢n presentes en todo el planeta y en m¨²ltiples h¨¢bitats. Y, por ¨²ltimo, viven muchos a?os, f¨¢cilmente superan los 15 a?os de vida¡±.
L¨®pez Roig es un hombre sensible que se ilusiona al o¨ªr el canto de unos abejarucos, pero tambi¨¦n es el m¨²sculo del equipo: desbroza durante horas el acceso a la cueva, que desde la ¨²ltima vez que estuvieron, en el mes de marzo, ha quedado oculta entre zarzales. ¡°Los murci¨¦lagos solo tienen una cr¨ªa por temporada, y nos encontramos ejemplares j¨®venes muertos porque al salir de la cueva, se quedan clavados en las espinas de las zarzas¡±, explica L¨®pez Roig. ?l es quien corre para capturar con el salabre los ejemplares de murci¨¦lago de cueva y del de herradura que analizar¨¢n. Su voz, suave, parece tranquilizarles incluso cuando les extrae muestras de sangre. Cuando los deja ir, tardan unos segundos en despertar.
El objetivo de su misi¨®n en esta gruta de La Noguera es hallar en los excrementos muestras de coronavirus de las familias alfa y beta, los que pueden contagiarse a los humanos. Estas muestras sirven para el proyecto CoNVat, un aparato biosensor de detecci¨®n r¨¢pida de infecciones de coronavirus liderado por Laura Lechuga, investigadora del CSIC y del Instituto Catal¨¢n de Nanociencia y Nanotecnolog¨ªa. El aparato podr¨¢ detectar infecciones, no solo de coronavirus, en un tiempo que rondar¨¢ los 15 minutos y a un precio asequible. La idea es que el biosensor sea utilizado en ambulatorios, centros sanitarios y farmacias. Lechuga confirma a EL PA?S que Serra-Cobo fue la primera persona que le plante¨® la necesidad de desarrollar estos sistemas de detecci¨®n r¨¢pida de coronavirus: ¡°Su conocimiento es fundamental, porque ¨¦l ya hablaba del biosensor antes de la pandemia. Llevaba a?os diciendo que los coronavirus nos dar¨ªan un susto¡±.
Serra-Cobo lleva 11 a?os estudiando los coronavirus, consciente de lo que podr¨ªa suceder. Causa v¨¦rtigo leer los estudios en los que ha participado en la ¨²ltima d¨¦cada advirtiendo de lo que la humanidad afrontaba, incluso propuestas de planes de detecci¨®n de epidemias en ciudades europeas que se descartaron porque nadie lo ve¨ªa realista.
Los primeros art¨ªculos admonitorios de Serra-Cobo son incluso anteriores a Contagio, el superventas del periodista David Quammen, publicado en 2012. ¡°He hecho las mismas dos preguntas a renombrados cient¨ªficos, a algunos de los m¨¢ximos expertos en ¨¦bola, en el SARS, en virus procedentes de murci¨¦lagos, en el sida y en la evoluci¨®n de los virus¡±, escribi¨® Quammen en su libro, pronosticando la covid-19: ¡°?Se producir¨¢ en el futuro cercano una nueva enfermedad lo suficientemente transmitible y virulenta para causar una pandemia del nivel del sida, o de la gripe de 1918, matando a decenas de millones de personas? Si es as¨ª, ?c¨®mo ser¨¢ y cu¨¢ndo? Las respuestas a la primera pregunta variaron de ¡°puede ser¡± a ¡°probable¡±. A la segunda, las respuestas se centraron en los virus RNA¡±.
Serra-Cobo confirma que ahora est¨¢ cuajando el esfuerzo de tanto tiempo. L¨®pez Roig publicar¨¢ un trabajo que recoger¨¢ dos d¨¦cadas de an¨¢lisis de c¨®mo el cambio clim¨¢tico est¨¢ modificando la din¨¢mica y la estacionalidad de los murci¨¦lagos. Una variaci¨®n importante, indica, es que el periodo de hibernaci¨®n se est¨¢ reduciendo dr¨¢sticamente. Los animales est¨¢n activos m¨¢s tiempo. L¨®pez Roig concede que ello puede suponer un aumento en el riesgo de propagaci¨®n de virus. Lo explica mientras con una mano sujeta un murci¨¦lago de herradura y con la otra le extrae una muestra que enviar¨¢n al Instituto Pasteur de Par¨ªs, con el que colaboran desde hace a?os. La principal lecci¨®n que debemos extraer de la pandemia, dicen los dos bi¨®logos de la UB, es que siempre es mejor prevenir que curar.
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