Una paella en el espacio exterior
La participaci¨®n espa?ola en la primera misi¨®n privada a la Estaci¨®n Espacial Internacional incluye un men¨² de platos mediterr¨¢neos ideados por el chef Jos¨¦ Andr¨¦s y los hermanos Adri¨¤
La primera misi¨®n privada a la Estaci¨®n Espacial Internacional (ISS por sus siglas en ingl¨¦s), prevista para el 8 de abril tras dos aplazamiento, la organiza Axiom Space, una compa?¨ªa americana dedicada a explorar usos comerciales del espacio. Es una primera exploraci¨®n antes de instalar tres m¨®dulos m¨¢s. Uno de ellos incluye un mirador con grandes ventanales, un claro gui?o a futuros turistas del que podr¨ªa ser el primer hotel fuera de la Tierra. El piloto de este vuelo es Michael L¨®pez-Alegr¨ªa, madrile?o de nacimiento pero naturalizado estadounidense y vicepresidente de Axiom. Ha sido astronauta de la NASA y realizado nada menos que diez paseos espaciales, con un tiempo total 68 horas: ?Casi tres d¨ªas flotando en el vac¨ªo exterior!. Pero la participaci¨®n espa?ola en el vuelo abarca otros aspectos, como la gastronom¨ªa. Axiom, consciente de que sus futuros clientes esperan cierto grado de comodidad (los camarotes del sus m¨®dulos han sido dise?ados por Philippe Stark), ha recurrido para los men¨²s a Jos¨¦ Andr¨¦s, el famoso cocinero asturiano afincado en Washington, y a los hermanos Ferran y Albert Adri¨¤.
La carta incluye platos tan hisp¨¢nicos como el secreto de cerdo ib¨¦rico con pisto (tomates, cebolla, berenjenas y pimientos). Pero, sobre todo, Jos¨¦ Andr¨¦s se ha propuesto que los astronautas disfruten de nuestro plato estrella: la paella. A bordo del vuelo ir¨¢n raciones individuales de arroz con pollo y setas, cocinadas a alta presi¨®n, termoestabilizadas, selladas en bolsas de pl¨¢stico y esterilizadas. Todo el proceso, realizado bajo la supervisi¨®n de un cocinero hawaiano del equipo del chef espa?ol.
Le hubiese gustado enviar al espacio una paellera de tama?o natural para que los astronautas pudiesen disfrutar del ritual de comer el arroz a cucharadas directamente, pero hubo que rechazar la idea porque los granos pod¨ªan flotar e introducirse en los recovecos de la estaci¨®n.
De todas formas, solo el calentarla ya representar¨¢ un reto. En la ISS no hay ning¨²n horno microondas porque consume excesiva energ¨ªa y, adem¨¢s, interferir¨ªa con otros equipos. Solo calentadores. Pero en microgravedad no se produce convecci¨®n y hay que ir con cuidado: si la comida se deja demasiado tiempo sobre la superficie caliente, puede quemarse el fondo mientras por arriba permanece fr¨ªa. Ser¨ªa una l¨¢stima que la primera paella espacial quedase pasada de socarrat.
Experimentos
Los tres compa?eros de viaje de L¨®pez Alegr¨ªa son otro estadounidense, un canadiense y un israel¨ª. Todos ellos vuelan por cuenta de una u otra fundaci¨®n de la que son directivos o principales contribuyentes. En cualquier caso, ninguno sufre problemas de liquidez. Cada asiento se va por encima de los 50 millones de d¨®lares. Eso s¨ª, para aprovechar (y, en parte, justificar) el viaje, todos llevan un abultado programa de experimentos.
Larry Connor, que actuar¨¢ tambi¨¦n como copiloto, realizar¨¢ una serie de experimentos relacionados con el envejecimiento celular en microgravedad; Mark Pathy, el canadiense, servir¨¢ ¨Cen sus propias palabras- de ¡°rata de laboratorio¡± para estudios sobre los mecanismos del dolor y lleva encargos de media docena de universidades y empresas que trabajan en el empleo de hologramas como medio de comunicaci¨®n. Hay a quien estos ensayos le recuerdan la escena de Star Wars en que la princesa Leia conf¨ªa su mensaje de socorro a R2-D2.
El otro miembro de la tripulaci¨®n es Eytan Stibbe, el segundo israel¨ª en ir al espacio. El primero fue Ilan Ramon, fallecido en el accidente del Columbia en el 2003. Stibbe, que hab¨ªa servido bajo sus ¨®rdenes durante su ¨¦poca de piloto militar, fue uno de los principales contribuidores a la creaci¨®n de la Fundaci¨®n Ramon, que ahora patrocina el vuelo. Realizar¨¢ una serie de demostraciones y pruebas, entre ellas, la de un traje protector contra radiaciones.
Los lanzamientos de nuevos astronautas hacia el espacio ya no son noticia. Ni siquiera cuando se trata de ciudadanos privados que han decidido pagar de su bolsillo el precio del billete. Jared Isaacman, no solo invit¨® a tres compa?eros de vuelo, sino que qued¨® tan encantado con la experiencia que ha contratado ya tres vuelos m¨¢s. El primero le cost¨® ¡°algo menos¡± de 200 millones.
Rafael Clemente es ingeniero industrial y fue el fundador y primer director del Museu de la Ci¨¨ncia de Barcelona (actual CosmoCaixa). Es autor de ¡®Un peque?o paso para [un] hombre¡¯ (Libros C¨²pula).
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