El humano m¨¢s antiguo de Europa: prehistoria que hace historia
Gracias al nuevo hallazgo, podremos conocer ahora en qu¨¦ momento surgi¨® aquel hom¨ªnido en quien, al mirarnos a la cara, nos reconocer¨ªamos a nosotros mismos
De nuevo, la prehistoria hace historia, y Espa?a se encumbra en el p¨®dium de la ciencia internacional con el hallazgo de la cara humana m¨¢s antigua jam¨¢s conocida en el registro f¨®sil de toda Europa. Si hace 30 a?os, un aficionado a la paleontolog¨ªa hubiera introducido los t¨¦rminos ¡°humano¡±, ¡°mill¨®n de a?os¡± y ¡°Europa¡± en el buscador, se hubiera encontrado con un lac¨®nico ¡°la p¨¢gina no existe¡± porque simplemente no hab¨ªa nada que ense?ar. Poco despu¨¦s aparecer¨ªan en la Gran Dolina de Atapuerca los f¨®siles asignados a una nueva especie, Homo antecessor, con 860.000 a?os, con la que el buscador comenzaba a consolarnos con un mensaje m¨¢s amable anunciando una ¡°p¨¢gina en construcci¨®n¡±.
Algo m¨¢s de 15 a?os despu¨¦s, en 2007, el yacimiento de la Sima del Elefante proporcionaba una mand¨ªbula humana de nada m¨¢s y nada menos que 1,2 millones de a?os de edad, con lo que ya ten¨ªamos una p¨¢gina a todo color e incluso una entrada en la Wikipedia sobre el cu¨¢ndo de los primeros humanos europeos. Pero Atapuerca no tiene fin. Hoy, la Sierra mejora sus tiempos y como en un marat¨®n pleistoc¨¦nico vuelve a batir su propio r¨¦cord presentando al mundo los huesos de la cara de un individuo que habit¨® nuestro continente hace aproximadamente 1,4 millones de a?os. Homo antecessor era, en su tiempo, la evidencia m¨¢s antigua de una cara ¡°moderna¡±, plana, m¨¢s parecida a la nuestra que el rostro simiesco de nuestros ancestros. Gracias al nuevo hallazgo, podremos conocer ahora en qu¨¦ momento surgi¨® aquel hom¨ªnido en quien, al mirarnos a la cara, nos reconocer¨ªamos a nosotros mismos.
Pero hay algo m¨¢s. En el contexto de la abundancia y excelencia de otros yacimientos de Atapuerca, como la Gran Dolina donde se encontr¨® Homo antecessor, o la exuberancia de la Sima de los Huesos ©¤donde hasta una treintena de individuos preneandertales se acumularon en lo que puede ser la evidencia m¨¢s antigua de pr¨¢ctica funeraria©¤ seguir excavando durante una veintena de a?os un yacimiento en el que ¡°apenas sal¨ªan m¨¢s que aves y tortugas¡± es el mejor exponente de la perseverancia y conocimiento del equipo en el que he tenido la suerte de crecer y formarme.
Hay un factor indudable de suerte en el hallazgo de f¨®siles, pero esta diosa fortuna se encuentra a un equipo que lleva m¨¢s de cuarenta a?os afaenado y empe?ado en no dejar nada al azar. En Atapuerca no se excava esperando a ver si sale algo, sino esperando cu¨¢ndo o c¨®mo sale lo que esperamos que tiene que estar ah¨ª. Cuatro generaciones de investigadores formados en su seno ©¤ge¨®logos, arque¨®logos, paleont¨®logos, geocron¨®logos©¤ hemos aprendido a leer las se?ales que la Sierra nos da sobre d¨®nde y qu¨¦ hay que buscar, a descifrar las voces at¨¢vicas que, como en el Pedro P¨¢ramo de Juan Rulfo estaban ¡°cerradas en los huecos de las paredes o debajo de las piedras¡±, ¡°voces tan claras que las reconoces, como si se filtraran entre las grietas y las descarapeladuras¡± de su caliza cret¨¢cica ancestral. Hay un algo de realismo m¨¢gico en la abundancia, casi obscena, de la Sierra de Atapuerca, pero es una magia sembrada sobre el abono pragm¨¢tico de la apuesta sostenida y sistem¨¢tica por la ciencia, y el premio a una carrera de fondo, vocacional, que hoy recoge sus frutos de oro y hueso.
Mar¨ªa Martin¨®n es paleoantrop¨®loga y dirige el Centro Nacional de Investigaci¨®n sobre la Evoluci¨®n Humana en Burgos.
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