?Y si los insectos pueden sentir dolor?
Una revisi¨®n de estudios confirma que estos artr¨®podos cuentan con los mecanismos necesarios para padecer sufrimiento, algo que adem¨¢s alterar¨ªa los planes para convertirlos en alimentos
En el mundo se han contabilizado alrededor de un mill¨®n de especies de insectos, aunque se estima que en total puede haber hasta 10 millones, seg¨²n c¨¢lculos de la Real Sociedad Entomol¨®gica de Londres, que se dedica a estudiarlos. A pesar del gran n¨²mero de especies que componen a estos artr¨®podos, no siempre se han estudiado en igual medida que otros animales, seg¨²n defiende Jos¨¦ Carlos Otero, profesor em¨¦rito Ad Honorem de la Universidad de Santiago de Compostela. Pero esto est¨¢ cambiando: ¡°Ahora empiezan a estudiarse bastante porque nos estamos dando cuenta de que son absolutamente necesarios para la pervivencia de la especie humana, es decir, que una buena cantidad de cosas que nos proporcionan los servicios ecosist¨¦micos que proviene de los animales son de los insectos¡±, explica. Recientemente, un grupo de investigadores ha intentado responder, con un estudio, a un debate que lleva varios a?os abierto: ?los insectos son capaces de sentir dolor? Para ello han realizado una revisi¨®n de la literatura disponible, cuya conclusi¨®n confirma que los insectos tienen los mecanismos necesarios para experimentar el sufrimiento. Aunque estos resultados, matizan los responsables, no son una prueba definitiva y se han de complementar en un futuro con m¨¢s trabajo conductual, psicol¨®gico y hormonal.
Lars Chittka, profesor de ecolog¨ªa sensorial y conductual de la de la Universidad Queen Mary de Londres y uno de los autores del estudio, explica que es relevante tener certezas sobre esta cuesti¨®n en una ¨¦poca en la que se puede observar el crecimiento de la industria de los insectos como v¨ªa de consumo para personas, pero tambi¨¦n para el ganado. En 2013, la Organizaci¨®n de las Naciones Unidas para la Alimentaci¨®n y la Agricultura (FAO) alent¨® a comer insectos para combatir el hambre y defini¨® a estos animales como una fuente importante y f¨¢cilmente accesible de alimentos nutritivos y ricos en prote¨ªnas.
El investigador, que acaba de publicar un libro titulado The Mind of the Bee (La mente de una abeja en espa?ol), sostiene que no existe un marco legal para el uso de estos insectos en el caso de la industria, pero tampoco en el caso de la investigaci¨®n, e insta a entender lo que sucede bien con estos animales, ¡°antes de que se repitan los mismos tipos de errores que ya sucedieron con la crianza de pollos, por ejemplo¡±. Otero aboga tambi¨¦n por legislar toda esta cuesti¨®n, especialmente la forma de sacrificarlos en la industria, porque est¨¢ ¡°convencido de que sufren¡±.
La nocicepci¨®n es el mecanismo sensorial que permite a los animales sentir y evitar est¨ªmulos potencialmente da?inos, seg¨²n explica una investigaci¨®n publicada en Current Biology. Un ejemplo de este concepto se da cuando se est¨¢ expuesto a algo muy caliente y los receptores especializados de la piel responden a ese est¨ªmulo y lo alejan r¨¢pidamente de ¨¦l. Esto est¨¢ presente en todos los animales, detalla Chittka, y ha sido bastante estudiado en insectos. Pero la nocicepci¨®n no es necesariamente una evidencia de que el animal sienta una especie de sensaci¨®n subjetiva de desagrado en su mente, es decir, el dolor.
Por tanto, es importante distinguir entre esta respuesta refleja y el dolor. ¡°Lo que es interesante en ese sentido es que existe una especie de control de arriba hacia abajo, desde el cerebro de la sensaci¨®n perif¨¦rica de la nocicepci¨®n. Si bien este tipo de respuestas nociceptivas son casi autom¨¢ticas, un reflejo del control del cerebro nervioso central de la sensaci¨®n perif¨¦rica muestra que es flexible y puede controlarse desde el cerebro¡±, concreta este autor. Para simplificarlo recurre al ejemplo de un soldado herido en un campo de batalla que no es consciente de su herida hasta que regresa a su refugio. Esto es consecuencia de su sistema de opi¨¢ceos end¨®geno. ¡°En ese sentido, se puede demostrar que existe este tipo de modulaci¨®n nerviosa central de la sensaci¨®n de un est¨ªmulo potencialmente da?ino que indica que existe plasticidad que viene con el dolor real, no solo con la percepci¨®n¡±, a?ade. Y esto es lo que han concluido que tienen los insectos. En este proceso se necesitan v¨ªas neuronales y bloques de construcci¨®n moleculares.
Adem¨¢s de analizar si los insectos sufren dolor, un equipo de investigadores dio un paso m¨¢s all¨¢ y public¨® en 2019 un estudio en el que afirmaron que algunos de estos animales pueden experimentar dolor cr¨®nico, que dura tiempo despu¨¦s de que una herida inicial ha sanado. En esta investigaci¨®n, publicada en la revista cient¨ªfica Science Advances, los investigadores da?aron un nervio de una pata de la conocida como mosca de la fruta. Una vez que la herida se cur¨®, descubrieron que las otras patas de la mosca se hab¨ªan vuelto hipersensibles.
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