Descubierta la flor m¨¢s grande atrapada en ¨¢mbar
El an¨¢lisis del polen de hace unos 38 millones de a?os permite identificar la planta a la que pertenec¨ªa
Hace 150 a?os, un farmac¨¦utico prusiano apellidado Kowalewski encontr¨® una flor atrapada en ¨¢mbar cerca de la laguna del V¨ªstula, en lo que hoy es oblast (departamento) de Kaliningrado, Rusia. Entonces, el bot¨¢nico Robert Caspary la caracteriz¨®, asign¨¢ndola al g¨¦nero Stewartia, al que pertenecen apenas 20 especies de plantas actuales. De ah¨ª que la llamaran Stewartia kowalewski. Ahora, dos investigadoras han redescubierto el ejemplar en un caj¨®n de un instituto cient¨ªfico berlin¨¦s. La aplicaci¨®n de la ciencia moderna ha permitido datar con relativa exactitud el esp¨¦cimen e identificar a qu¨¦ tipo de plantas pertenec¨ªa la flor m¨¢s grande conservada en el ¨¢mbar.
Por su posici¨®n en el sustrato geol¨®gico, la S. kowaleski debi¨® de verse rodeada por la resina de alg¨²n ¨¢rbol, probablemente una con¨ªfera, hace entre 34 y 38 millones de a?os, seg¨²n estiman las dos cient¨ªficas que la han analizado. Impresionantemente conservada, la flor mantiene todas sus partes: corola, p¨¦talos, s¨¦palos, estambres, pistilo... y polen. No est¨¢ aplastada ni fosilizada. El ¨¢mbar la ha mantenido en sus tres dimensiones. Con la ayuda de un escalpelo y mucho cuidado, la investigadora del Museo de Historia Natural de Berl¨ªn Eva-Maria Sadowski y su colega de la Universidad de Viena Christa-Charlotte Hofmann le arrebataron unos pocos granos de polen a la resina fosilizada. Su an¨¢lisis, cuyos resultados han sido publicados en la revista cient¨ªfica Scientific Reports, les ha llevado a recolocar el esp¨¦cimen en el ¨¢rbol de la vida.
¡°La describieron como una Stewartia y hemos podido demostrar que el esp¨¦cimen en realidad pertenece a las Symplocos, que es de una familia diferente (Symplocaceae, familia de las hojas dulces) que las Stewartia (Theaceae, la familia de las plantas del t¨¦)¡±, cuenta Sadowski, especializada en el estudio de vegetales en ¨¢mbar. As¨ª que han propuesto que la flor sea clasificada como Symplocos kowalewski. M¨¢s all¨¢ de la mera clasificaci¨®n, la identificaci¨®n correcta les permite saber m¨¢s de c¨®mo era el entorno en el que floreci¨®.
Para empezar, ni las Stewartia ni las Symplocos se dan hoy en Europa, as¨ª que hace una treintena de millones de a?os, la vegetaci¨®n y el clima deb¨ªan de ser muy diferentes. ¡°Los ejemplos f¨®siles y existentes de Symplocaceae indican que la familia prospera en bosques h¨²medos mesofitos [un tipo de hoja] mixtos en climas templados c¨¢lidos a subtropicales, evitando las regiones ¨¢ridas¡±, explica Sadowski. Gracias a esta flor y restos de otros vegetales tambi¨¦n atrapados en ¨¢mbar, las autoras del estudio pintan un paisaje de esta zona del norte europeo ¡°heterog¨¦neo, que inclu¨ªa pantanos costeros, ci¨¦nagas, bosques ribere?os y bosques mixtos de con¨ªferas y angiospermas [plantas con flores] entremezclados con ¨¢reas abiertas¡±. Y termina la cient¨ªfica alemana, ¡°la Symplocos kowalewskii probablemente creci¨® en los h¨¢bitats boscosos de este bosque de ¨¢mbar, pero tambi¨¦n podr¨ªa haber estado asociado con h¨¢bitats pantanosos¡±.
El misterio que no pueden resolver las investigadoras es c¨®mo se ha podido conservar en tan buen estado una flor tan grande. Casi todas las flores atrapadas en ¨¢mbar tienen un di¨¢metro de unos pocos mil¨ªmetros, las dem¨¢s se han conservado rotas. La corola de la S. kowalewskii alcanza los 28 mil¨ªmetros. Hay flores m¨¢s antiguas, de hace 130 millones de a?os, como las halladas en las serran¨ªas de Cuenca y Lleida, pero estas eran min¨²sculas. Aunque tres cent¨ªmetros de di¨¢metro puede que no parezcan mucho, no hay otra flor m¨¢s grande conservada en el registro f¨®sil, y menos en ese estado de conservaci¨®n excepcional.
¡°La excepcional conservaci¨®n [de la flor] pudieron provocarla las propiedades biocidas de la resina que la envolvi¨®Eva-Maria Sadowski, investigadora del Museo de Historia Natural de Berl¨ªn
Las investigadoras han intentado identificar el origen del ¨¢mbar sin ¨¦xito. Aparte de las con¨ªferas, ¨¢rboles presentes en la regi¨®n cuando floreci¨® la S. kowalewskii, hay pocas especies de plantas que secreten resina vegetal que mineralice y cristalice de esta manera. Esto facilitar¨ªa la identificaci¨®n, por ejemplo, al comparar el ¨¢mbar f¨®sil con el de especies actuales. Pero, como dice Sadowski, ¡°el ¨¢rbol originario de ¨¢mbar podr¨ªa ser un g¨¦nero extinto que ya no existe¡±. Adem¨¢s, ¡°durante la formaci¨®n del ¨¢mbar, la resina cambia sus propiedades, por lo que las comparaciones con las resinas existentes son un desaf¨ªo¡±, a?ade.
Para las autoras del estudio, la preservaci¨®n de la flor solo ha sido posible por la confluencia de varios factores. Por un lado, como escriben en el estudio, ¡°la excepcional conservaci¨®n pudieron provocarla las propiedades biocidas de la resina que la envolvi¨®, lo que inhibir¨ªa el proceso de degradaci¨®n¡±. En cuanto a su conservaci¨®n en el espacio, debieron desempe?ar un papel tanto la viscosidad como la necesaria, pero no excesiva tensi¨®n de la resina para que no aplastara o rompiera la flor. Adem¨¢s, el ¨¢mbar encapsul¨® la flor justo en el momento de la antesis, es decir, durante la floraci¨®n. Sin ese azar, no habr¨ªa habido polen para identificar a la Symplocos kowalewski.
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