Los campos electromagn¨¦ticos de las torres de alta tensi¨®n estresan a las abejas
Los insectos polinizan peor en las zonas cercanas a estos postes el¨¦ctricos, seg¨²n una nueva investigaci¨®n que combina experimentos en entornos naturales y pruebas de laboratorio
Cuanto m¨¢s cerca de una torre de alta tensi¨®n, menos flores. Y eso tiene que ver con las abejas, estresadas por el campo electromagn¨¦tico de la torre. Es lo que ha observado un grupo de entom¨®logos chilenos que han llevado a cabo una serie de experimentos en campos de amapolas y en el laboratorio. Los cient¨ªficos comprobaron que la exposici¨®n a los campos electromagn¨¦ticos alteraba la expresi¨®n de los genes de las abejas relacionados con el estr¨¦s y la conducta. El resultado fue que las plantas cercanas a las torres produc¨ªan menos semillas, afectando a su supervivencia. Esto podr¨ªa estar pasando a lo largo de todo el tendido y con otros insectos claves para la polinizaci¨®n.
La amapola de California (Eschscholzia californica) es una planta invasora originaria de esta regi¨®n de Estados Unidos y M¨¦xico. Pero la belleza de sus flores naranjas la ha convertido en ornamental, y se cultiva en varias zonas de clima mediterr¨¢neo. Tambi¨¦n hay quienes le han encontrado un uso medicinal. La amapola necesita de las abejas para la polinizaci¨®n de sus flores. Estos insectos se ayudan de un sofisticado sistema de navegaci¨®n apoyado en receptores magn¨¦ticos para encontrar los campos de flores y regresar a la colmena. Pero los campos electromagn¨¦ticos de las torres de alta tensi¨®n podr¨ªan estar interfiriendo en esta habilidad, cortocircuitando una interacci¨®n que es b¨¢sica tanto en la naturaleza como para la agricultura.
Tras observar que la floraci¨®n de las plantas era menor en torno a las torres de alta tensi¨®n, Marco Molina, director del Centro de Ecolog¨ªa Integrativa de la Universidad de Talca (Chile) y un grupo de investigadores chilenos y argentinos quisieron ver qu¨¦ estaba pasando. Sospechaban que hab¨ªa una conexi¨®n entre la electricidad, las plantas y las abejas. Para investigarlo, se centraron en varios campos de amapola de California (naturalizada hace tiempo en tierras chilenas) en la localidad de Quinam¨¢vida. Para comparar el posible impacto de los campos electromagn¨¦ticos, localizaron varias torres de alta tensi¨®n, algunas de ellas fuera de uso. ¡°Una de las complejidades experimentales es evaluar el efecto torre; es decir, c¨®mo afecta la presencia de una estructura de metal con cientos de metros de cable a las visitas de los polinizadores¡±, destaca Molina. Por eso estudiaron la conducta de los insectos en zonas con torres activas e inactivas.
Seg¨²n detallan en la revista cient¨ªfica Science Advances, midieron el alcance e intensidad del campo electromagn¨¦tico en torno a las torres a diversas distancias (10, 25, 20 y 200 metros y m¨¢s all¨¢). Cerca de los postes inactivos, el campo electromagn¨¦tico no llegaba a los 1,5 microteslas (el tesla es una unidad de medida del electromagnetismo). Mientras, a 10 metros de una torre activa, la intensidad era de 9,47 microteslas, bajando a la mitad a los 50 metros y siendo inapreciable a partir de los 200 metros.
Las abejas usan el campo electromagn¨¦tico terrestre en su navegaci¨®n, as¨ª que existe la posibilidad de que los campos electromagn¨¦ticos artificiales interfieran con el natural. Para saberlo, analizaron abejas de la miel (Apis mellifera) que visitaban los distintos campos. Vieron que las que forrajeaban m¨¢s cerca de las torres activas produc¨ªan un exceso de una prote¨ªna llamada HsP70. ¡°Seleccionamos la HsP70 debido a que tiene un rol funcional ampliamente observado en insectos y que se activa frente a factores de estr¨¦s; por ende, act¨²a como un marcador molecular para una condici¨®n de estr¨¦s ambiental¡±, explica Molina. Este estr¨¦s se manifiesta a nivel fisiol¨®gico en un aumento de la temperatura y en alteraciones de la conducta del animal.
Para medir el alcance de estas alteraciones, los cient¨ªficos llevaron a cabo una serie de experimentos en el laboratorio, exponiendo a varias abejas a un solenoide, una bobina que genera su propio campo electromagn¨¦tico cuando pasa por ella una corriente el¨¦ctrica. Tras exponerlas a un campo de la misma intensidad que la medida cerca de las torres, estudiaron la expresi¨®n de 14 genes relacionados con el sistema inmunitario o la navegaci¨®n. En 12 de ellos, observaron diferencias de expresi¨®n entre las abejas expuestas y las que no. En cuanto a la prote¨ªna HsP70, la expresi¨®n fue un 52% superior en las primeras que en las segundas.
La ¨²ltima parte de la investigaci¨®n se centr¨® en observar el impacto en la polinizaci¨®n. Las abejas van donde hay m¨¢s flores, independientemente de que haya torres de alta tensi¨®n. Pero all¨ª donde las hab¨ªa, la frecuencia de visitas a las flores m¨¢s cercanas (a menos de 25 metros) fue un 308% menor que en los campos donde no hab¨ªa una torre activa. El porcentaje de reducci¨®n se limita a un 16% si las flores est¨¢n a m¨¢s de 200 metros de las torres en funcionamiento.
Un efecto negativo a largo plazo
¡°Pero las abejas no evitan estas zonas y precisamente ese es el problema. Estar expuestas al campo electromagn¨¦tico, incluso por periodos muy breves, les genera un impacto fisiol¨®gico negativo por un tiempo prolongado, lo que perjudica la polinizaci¨®n¡±, dice Molina. El resultado final fue que en torno a las torres hab¨ªa menor abundancia de amapolas de California y con una menor cantidad de flores. Bajo ellas est¨¢ el tallo que oculta las semillas, as¨ª que, la reproducci¨®n de la planta se ve comprometida.
Aunque los cient¨ªficos hicieron su trabajo en las cercan¨ªas de las torres, est¨¢n convencidos de que el impacto se reproduce a lo largo de todo el tendido de alta tensi¨®n, como demostrar¨ªa que las torres, unas estructuras met¨¢licas de 20 metros de altura, no afectaban a los insectos si estaban desconectadas. Aunque har¨ªan falta nuevos estudios, Molina termina asegurando que los campos electromagn¨¦ticos no es solo afectan a las abejas, sino tambi¨¦n a ¡°otros polinizadores que habitan en la zona, incluyendo abejorros, mariposas y escarabajos¡±.
En 2019, Adam Vanbergen, cient¨ªfico del Instituto Nacional de Investigaci¨®n para la Agricultura, la Alimentaci¨®n y el Medio Ambiente de Francia, lider¨® una revisi¨®n de lo que la ciencia sab¨ªa acerca del impacto sobre los insectos polinizadores que tienen las distintas radiaciones electromagn¨¦ticas, desde la luz visible hasta la emitida por los m¨®viles. ¡°En el espectro visible hab¨ªa una creciente confirmaci¨®n de que la luz artificial nocturna puede alterar las comunidades de polinizadores, afectando potencialmente a la polinizaci¨®n de las plantas¡±, cuenta Vanbergen. Pero, a?ade, ¡°entonces, no hab¨ªa evidencias de trabajos de campo o estudios cient¨ªficos s¨®lidos que mostraran un efecto claro de la parte del espectro no visible de radiaci¨®n electromagn¨¦tica producida por el hombre¡±.
De ah¨ª que Vanbergen valore este trabajo de los cient¨ªficos chilenos. ¡°Parece s¨®lidamente ejecutado y tiene una buena combinaci¨®n de pruebas de laboratorio de los impactos fisiol¨®gicos y evidencias de campo de la interrupci¨®n del forrajeo de los insectos y de la polinizaci¨®n de plantas¡±, dice. Este experto galo en ecolog¨ªa de la polinizaci¨®n destaca el uso de las torres activa e inactivas para basar los efectos observados en la radiaci¨®n electromagn¨¦tica y no en otras fuentes. En cuanto al impacto en otras especies, Vanbergen recuerda que la abeja de la miel es ¡°una abeja muy social, con una potente capacidad de orientaci¨®n en el paisaje y puede ser m¨¢s sensible que insectos polinizadores a esta perturbaci¨®n, por lo que habr¨ªa que tener cuidado con extrapolarla a otras especies¡±.
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