Un cient¨ªfico que publica un estudio cada dos d¨ªas muestra el lado m¨¢s oscuro de la ciencia
El investigador m¨¢s prol¨ªfico de Espa?a, el experto en carne Jos¨¦ Manuel Lorenzo, firm¨® 176 trabajos el a?o pasado, exponiendo un submundo de turbias pr¨¢cticas cient¨ªficas
El experto en carne Jos¨¦ Manuel Lorenzo, de 46 a?os, es el investigador que m¨¢s estudios cient¨ªficos publica en Espa?a: firm¨® 176 trabajos el a?o pasado, seg¨²n un recuento solicitado por EL PA?S a John Ioannidis, experto en estad¨ªsticas biom¨¦dicas en la Universidad de Stanford (Estados Unidos). Lorenzo publica un estudio cada dos d¨ªas, si se incluyen los fines de semana. Es una cifra inveros¨ªmil, muy lejos del segundo clasificado ¡ªel prestigioso ec¨®logo Josep Pe?uelas, de 65 a?os, con 112 estudios anuales¡ª y a una distancia sideral de la inmensa mayor¨ªa de los colegas de su campo, que suelen publicar una decena de art¨ªculos al a?o como mucho. La Universidad de Vigo, en la que Lorenzo es profesor asociado, ha llegado a proclamar que es ¡°el mayor experto en carne del mundo¡±, pero un investigador franc¨¦s que suele protagonizar los congresos internacionales de la especialidad explica a este peri¨®dico que nunca hab¨ªa o¨ªdo el nombre del espa?ol. El caso de Lorenzo ilumina el lado m¨¢s oscuro de la ciencia.
Los investigadores sufren una presi¨®n brutal para publicar estudios. Sus aumentos de sueldo, sus ascensos, la financiaci¨®n de sus proyectos y su reconocimiento social dependen de evaluaciones en las que su rendimiento se mide pr¨¢cticamente al peso. Este sistema, conocido como ¡°publica o muere¡±, ha creado monstruos. Miles de cient¨ªficos en todo el mundo publican al menos un estudio cada cinco d¨ªas, seg¨²n los c¨¢lculos de Ioannidis. Son los denominados ¡°hiperprol¨ªficos¡±, con un ritmo de producci¨®n asombroso y, a veces, directamente sospechoso.
Jos¨¦ Manuel Lorenzo es el jefe de investigaci¨®n del Centro Tecnol¨®gico de la Carne, una entidad dedicada a los productos c¨¢rnicos, dependiente de la Xunta de Galicia, en San Cibrao das Vi?as (Ourense). Una persona que ha trabajado con ¨¦l recuerda que, alrededor de 2018, su laboratorio se convirti¨® en ¡°una f¨¢brica de salchichas¡±. Lorenzo pas¨® de publicar menos de 20 estudios al a?o a firmar m¨¢s de 120. ¡°No le da tiempo ni a le¨¦rselos¡±, afirma otra persona con la que ha compartido proyectos. Un d¨ªa comenz¨® a colaborar con investigadores ex¨®ticos, que nadie conoc¨ªa, sobre tem¨¢ticas que nada tienen que ver con la carne. Hace cuatro meses public¨® un estudio sobre la gesti¨®n hospitalaria de la viruela del mono, con coautores iraqu¨ªes, indios y paquistan¨ªes. Hace un a?o, firm¨® con investigadores de India y Arabia Saud¨ª un art¨ªculo sobre el tratamiento de enfermedades de las enc¨ªas con veneno de abeja. Lorenzo admite, en conversaci¨®n telef¨®nica con este peri¨®dico, que no conoce en persona a ninguno de esos coautores ni es experto en estos temas.
La India es uno de los pa¨ªses en los que se concentran las llamadas paper mills, aut¨¦nticas f¨¢bricas de estudios cient¨ªficos ya escritos y listos para ser publicados en revistas especializadas, cuya coautor¨ªa se ofrece a cambio de dinero. EL PA?S ha preguntado precios a una de las empresas indias que env¨ªan sus ofertas a cient¨ªficos espa?oles: iTrilon, con sede en Chennai. El director cient¨ªfico de la compa?¨ªa, Sarath Ranganathan, ofrece la posibilidad de firmar como primer autor un estudio ya escrito, titulado ¡°Neuroterapias de nueva generaci¨®n contra el alzh¨¦imer¡±, a cambio de unos 450 euros. Tambi¨¦n es posible ser el quinto coautor del art¨ªculo ¡°Aparici¨®n de infecciones microbianas raras en la India¡±, por 400 euros. iTrilon promete publicar estos estudios precocinados en las revistas de las principales editoriales cient¨ªficas del mundo: Elsevier, Taylor & Francis, Springer Nature, Science y Wiley. La industria editorial reconoci¨® el a?o pasado que cada revista recibe un m¨ªnimo de un 2% de estudios sospechosos, con picos de hasta un 46%.
Lorenzo niega rotundamente haber recurrido a estas f¨¢bricas de estudios, pero conoce la existencia de un mercado de compraventa de autor¨ªas. ¡°A m¨ª me llegaron varios correos de una persona que se ofrec¨ªa a pagarme 1.000 o 2.000 euros para que lo pusiera como coautor, pero ni contest¨¦¡±, asegura. Lorenzo afirma que cient¨ªficos de la India, Pakist¨¢n, Irak y otros pa¨ªses le invitan a menudo a colaborar, sin conocerse. Seg¨²n su relato, el bioqu¨ªmico de plantas Manoj Kumar, del Instituto Tecnol¨®gico del Algod¨®n de Bombay, le ofreci¨® participar en ese estudio sobre el tratamiento de enfermedades de las enc¨ªas y ¨¦l, experto en carne, acept¨®. Lorenzo cuenta que se limit¨® a revisar el ingl¨¦s, proponer unos gr¨¢ficos y firmarlo como coautor.
¡°Me llegan todos los d¨ªas much¨ªsimos correos y, si tengo tiempo y me apetece la tem¨¢tica que plantean, digo que s¨ª¡±, explica. ¡°Yo conf¨ªo en la gente. Si me est¨¢n enga?ando, lo desconozco. No es ¨¦tico usar el nombre de una persona para publicar un estudio o cobrar por una coautor¨ªa. Yo estoy en contra de todas esas pr¨¢cticas. Y, que yo sepa, nunca me han usado para eso¡±, sostiene.
Las universidades espa?olas se han convertido en macrogranjas de gallinas ponedoras de estudiosEmilio Delgado, catedr¨¢tico de la Universidad de Granada
Las revistas cient¨ªficas tienen un incentivo perverso para publicar estudios de dudosa calidad. Antes eran los lectores los que pagaban para leer los art¨ªculos, inaccesibles entonces sin suscripci¨®n, pero en los ¨²ltimos a?os se ha impuesto otro modelo, en el que son los propios autores los que pagan hasta 6.000 euros a las editoriales privadas para que su estudio se publique con acceso abierto a cualquier lector.
El cambio de modelo ha provocado un terremoto en la ciencia. En 2015 apenas hab¨ªa una decena de revistas biom¨¦dicas que publicasen m¨¢s de 2.000 estudios al a?o cada una, representando entre todas el 6% de la producci¨®n total. Ahora hay 55 de estas llamadas ¡°megarrevistas¡±, y juntas ya publican casi una cuarta parte de toda la literatura especializada, seg¨²n una reciente investigaci¨®n de John Ioannidis.
La mitad de las principales megarrevistas son de la misma editorial: MDPI, un gigante empresarial fundado en Basilea (Suiza) por el qu¨ªmico chino Shu-Kun Lin, que ya controla 427 revistas. Su marca International Journal of Environmental Research and Public Health publica casi 17.000 estudios al a?o, una cantidad que dificulta garantizar la calidad. Esta revista cobra a los autores m¨¢s de 2.500 euros por los gastos de publicaci¨®n de cada trabajo. Hace cinco a?os, m¨¢s de una decena de editores de otra de estas megarrevistas (Nutrients) dimitieron alegando que MDPI los presionaba para aceptar estudios de baja calidad y aumentar los ingresos. El trabajo del experto en carne Jos¨¦ Manuel Lorenzo sobre las enfermedades de las enc¨ªas se public¨® en la revista Antioxidants, tambi¨¦n de MDPI.
La editorial de Shu-Kun Lin se ha convertido en poco tiempo en un imperio. Las revistas de MDPI ofrecen una v¨ªa sencilla para publicar estudios, gracias a sus requisitos menos exigentes. Un cient¨ªfico puede enviarles un trabajo y verlo publicado en apenas un mes tras una revisi¨®n superficial, en vez de los seis meses habituales en otras editoriales. Emilio Delgado, catedr¨¢tico de Metodolog¨ªa de la Investigaci¨®n de la Universidad de Granada, hace un diagn¨®stico demoledor. ¡°Las revistas de MDPI han fagocitado el sistema¡±, opina. Delgado recuerda que en el mundo acad¨¦mico ya se habla de ¡°catedr¨¢ticos MDPI¡± para referirse a profesores que han ascendido gracias a un curr¨ªculum basado en este tipo de trabajos, a menudo insustanciales. ¡°Las universidades espa?olas se han convertido en macrogranjas de gallinas ponedoras de estudios¡±, afirma el catedr¨¢tico de Granada.
Delgado y su colega Alberto Mart¨ªn han analizado este cambio de comportamiento de los cient¨ªficos espa?oles. Sus datos muestran que, en 2015, apenas el 0,9% de la producci¨®n espa?ola se publicaba en revistas de MDPI, frente al 0,6% mundial. Seis a?os despu¨¦s, el porcentaje en Espa?a se dispar¨® hasta rozar el 15% y duplicar la proporci¨®n del resto del mundo. Algunas universidades concentran la publicaci¨®n de sus estudios en revistas de MDPI, como la Cat¨®lica de ?vila (71%), la Alfonso X el Sabio (42%) la de Extremadura (30%) y la Cat¨®lica de Murcia (27%). En la mayor universidad presencial de Espa?a, la Complutense de Madrid, el porcentaje supera el 12%.
El tercer cient¨ªfico m¨¢s prol¨ªfico de Espa?a es Jes¨²s Simal, catedr¨¢tico de Nutrici¨®n de la Universidad de Vigo, con 110 estudios publicados el a?o pasado, casi uno cada tres d¨ªas. Simal es especialista en contaminantes qu¨ªmicos en los alimentos, pero en su curr¨ªculum tambi¨¦n aparecen estudios de tem¨¢ticas diferentes con coautores ex¨®ticos. Hace un a?o public¨® un estudio sobre la herramienta de edici¨®n gen¨¦tica CRISPR contra el c¨¢ncer, firmado con coautores de Banglad¨¦s, Indonesia y Arabia Saud¨ª. El catedr¨¢tico, antiguo vicerrector, admite que no conoce en persona al resto de firmantes y atribuye su ins¨®lita producci¨®n a su cooperaci¨®n con ¡°m¨²ltiples equipos de investigaci¨®n internacional¡±. Simal, adem¨¢s, ha colaborado ocasionalmente con Jos¨¦ Manuel Lorenzo y juntos han escrito un libro sobre comida para peces.
El cuarto puesto en la lista de cient¨ªficos m¨¢s prol¨ªficos de Espa?a lo ocupa la psiquiatra japonesa Ai Koyanagi, con un pico de 108 estudios anuales, sin contar trabajos menores. Koyanagi era la codirectora del grupo de Epidemiolog¨ªa de los trastornos mentales en el Instituto de Investigaci¨®n Sant Joan de D¨¦u, en el ¨¢rea metropolitana de Barcelona. El 30 de abril renunci¨® a su contrato, despu¨¦s de que EL PA?S revelara que la psiquiatra es uno de los 19 cient¨ªficos en Espa?a que han declarado falsamente, a cambio de dinero, que su lugar de trabajo principal es una universidad saud¨ª, con el fin de aupar con trampas a las instituciones ¨¢rabes en los rankings acad¨¦micos internacionales. Un portavoz de la instituci¨®n p¨²blica catalana que le pagaba el sueldo ¡ªla fundaci¨®n ICREA¡ª explica que Koyanagi buscar¨¢ trabajo fuera de Espa?a.
Estamos perdiendo millones de euros de dinero p¨²blico en pagar por la publicaci¨®n de estudios que habitualmente no aportan nada?ngel Mar¨ªa Delgado, profesor de Documentaci¨®n
Para evaluar el rendimiento de un investigador, y decidir ascensos o aumentos de sueldo, las instituciones consultan su producci¨®n en bases de datos internacionales, como la Web of Science, de la multinacional Clarivate. La vicepresidenta de la Web of Science, la qu¨ªmica Nandita Quaderi, anunci¨® el 20 de marzo que su equipo ha detectado m¨¢s de 500 revistas sospechosas, gracias a un nuevo programa de inteligencia artificial creado para limpiar ¡°los cada vez m¨¢s contaminados registros acad¨¦micos¡±. La compa?¨ªa ha expulsado ya a m¨¢s de 80 publicaciones de su base de datos, entre ellas 15 megarrevistas, incluida la mencionada International Journal of Environmental Research and Public Health de MDPI. Es la revista en la que m¨¢s han publicado los cient¨ªficos espa?oles en los ¨²ltimos cinco a?os, con m¨¢s de 5.400 estudios, seg¨²n un an¨¢lisis de los profesores de Documentaci¨®n Rafael Repiso y ?ngel Mar¨ªa Delgado V¨¢zquez.
¡°Estamos perdiendo millones de euros de dinero p¨²blico en pagar por la publicaci¨®n de estudios que habitualmente no aportan nada, solo repiten como papagayos resultados que ya conoc¨ªa todo el mundo¡±, lamenta Delgado V¨¢zquez, de la Universidad Pablo de Olavide, en Sevilla. Su an¨¢lisis revela que las 82 revistas ahora expulsadas publicaron casi 190.000 estudios en los ¨²ltimos cinco a?os. Unos 7.000, casi el 4%, est¨¢n firmados por autores espa?oles. Las instituciones espa?olas han gastado m¨¢s de 12 millones de euros en pagar los gastos de publicaci¨®n de estos controvertidos estudios, seg¨²n sus c¨¢lculos.
¡°No hay que generalizar, pero todos conocemos en nuestras universidades a un profesor o profesora al que le ha crecido el curr¨ªculum misteriosamente, en muy poco tiempo, y que est¨¢ consiguiendo ascender en un plazo de tiempo inusual. Esa podredumbre est¨¢ ah¨ª y el que no la huele es porque se tapa la nariz¡±, afirma Delgado V¨¢zquez. Cinco universidades p¨²blicas espa?olas ¡ªGranada, Valencia, Extremadura, Sevilla y Almer¨ªa¡ª publicaron casi 1.900 estudios en el pol¨¦mico International Journal of Environmental Research and Public Health en apenas cinco a?os. ¡°Lo vomitivo, adem¨¢s, del dinero p¨²blico tirado, es la desigualdad que esto provoca en el sistema cient¨ªfico. Los caraduras progresan en su carrera mientras la gente legal se va quedando en el arc¨¦n, esto es lo verdaderamente lamentable¡±, expone Delgado V¨¢zquez.
El rendimiento de un cient¨ªfico tambi¨¦n se mide por la cantidad de veces que otros investigadores citan su trabajo. Publicar una enorme cantidad de estudios, y pertenecer a una red internacional de colegas que hagan lo mismo y se citen unos a otros, es una manera sencilla de trepar en algunos rankings internacionales. El Centro Tecnol¨®gico de la Carne presume de que ¡°cuatro de los cinco primeros expertos en productos c¨¢rnicos¡± del mundo son investigadores de su organizaci¨®n, seg¨²n los datos del portal estadounidense Expertscape, que valora los estudios al peso. En ese listado, Jos¨¦ Manuel Lorenzo es el primero del planeta, seguido por sus colegas de laboratorio Paulo Munekata, Mirian Pateiro y Rub¨¦n Dom¨ªnguez. Estos dos ¨²ltimos tambi¨¦n est¨¢n implicados en la trama saud¨ª para hacer trampas en los rankings.
El quinto cient¨ªfico m¨¢s prol¨ªfico de Espa?a es Toni Frontera, catedr¨¢tico de Qu¨ªmica de la Universidad de las Islas Baleares. Firma un centenar de estudios al a?o. ¡°Yo trabajo ocho horas y, luego, ocho m¨¢s, porque mi hobby es publicar. Me encanta. Trabajo b¨¢sicamente todos los d¨ªas del a?o: s¨¢bados, domingos, en Navidad¡±, asegura en conversaci¨®n telef¨®nica. Acaba de publicar un estudio sobre la estructura de un complejo molecular con potencial farmacol¨®gico, junto a investigadores de Arabia Saud¨ª, Pakist¨¢n, Nueva Zelanda y Egipto. Frontera admite que no conoce a ninguno de sus coautores y afirma que se limit¨® a hacer simulaciones en el ordenador a partir de datos experimentales que le enviaron. ¡°Me contactaron por correo electr¨®nico. Si ha habido compraventa de autor¨ªas o si han a?adido autores [que en realidad no hayan hecho nada], yo no lo puedo saber, la verdad¡±, sostiene el catedr¨¢tico.
El sexto investigador m¨¢s prol¨ªfico es Rafael Luque, un qu¨ªmico expulsado de la Universidad de C¨®rdoba hace seis meses, con una sanci¨®n de 13 a?os sin empleo y sueldo, por su implicaci¨®n en la trama saud¨ª. Luque firm¨® 98 estudios el a?o pasado, incluido un trabajo en la editorial Springer Nature sobre la degradaci¨®n del ibuprofeno en aguas residuales, firmado junto a siete iran¨ªes. El ingeniero brit¨¢nico Nick Wise, de la Universidad de Cambridge, ha denunciado que las coautor¨ªas de ese estudio salieron a la venta unos meses antes. Luque afirma que nunca ha pagado para firmar un estudio ajeno y a?ade que no descarta que alguno de sus coautores iran¨ªes s¨ª pagase para figurar.
La editorial MDPI ha creado un nuevo modelo de negocio. Sus revistas invitan a los cient¨ªficos, incluso a los m¨¢s mediocres, a ser editores de multitud de n¨²meros especiales, convirtiendo al investigador de turno en su agente comercial, sin pagarle. Ese editor invitado ofrecer¨¢ a sus colegas publicar estudios en ese monogr¨¢fico, siempre que paguen los 2.500 euros o lo que toque como gastos de publicaci¨®n. A cambio, el editor invitado podr¨¢ publicar uno o varios art¨ªculos gratis en ese n¨²mero especial. Son ¡°t¨¦cnicas comerciales piramidales¡±, en palabras de Isidro Aguillo, del Instituto de Bienes y Pol¨ªticas P¨²blicas del CSIC. Cada revista de MDPI publica cientos de n¨²meros especiales al a?o, multiplicando la cantidad de n¨²meros normales. MDPI hincha sus beneficios y los miles de editores invitados inflan su curr¨ªculum.
Delgado V¨¢zquez y Repiso instan a las instituciones a que consideren estas pr¨¢cticas como dem¨¦ritos, en vez de m¨¦ritos, como ocurre actualmente. ¡°Un dem¨¦rito es tratar de vender que se ha publicado en una revista internacional, cuando la realidad es que se ha publicado en un monogr¨¢fico propio (a veces varios art¨ªculos), o en un monogr¨¢fico editado por la pareja, un coautor habitual o un compa?ero de departamento. Eso no es m¨¦rito, es endogamia¡±, se?alan en su an¨¢lisis. Jos¨¦ Manuel Lorenzo y sus tres compa?eros del Centro Tecnol¨®gico de la Carne han sido editores invitados de monogr¨¢ficos de la editorial MDPI.
En Arabia Saud¨ª est¨¢n los jeques de la mafia de las citasDomingo Docampo, antiguo rector de la Universidad de Vigo
Muchos de los cient¨ªficos m¨¢s prol¨ªficos acaban entrando en la prestigiosa lista de los Cient¨ªficos Muy Citados, elaborada por la multinacional Clarivate con los 7.000 investigadores del mundo m¨¢s citados por otros colegas. Simal, Koyanagi, Luque y los dos colegas de laboratorio de Jos¨¦ Manuel Lorenzo (Mirian Pateiro y Rub¨¦n Dom¨ªnguez) figuran en ese listado, utilizado por el influyente ranking de Shangh¨¢i para designar a las mejores universidades del planeta. Algunas instituciones saud¨ªes ofrecen en secreto hasta 70.000 euros anuales en la cuenta bancaria de los Muy Citados para que mientan en la base de datos de Clarivate y declaren trabajar en Arabia Saud¨ª.
El matem¨¢tico Domingo Docampo, antiguo rector de la Universidad de Vigo, denuncia adem¨¢s la existencia de ¡°granjas de citas¡±: redes internacionales de investigadores que pactan citarse unos a otros para ascender artificialmente en los rankings internacionales. Hist¨®ricamente, los estudios matem¨¢ticos m¨¢s citados proced¨ªan de universidades reconocibles por todo el mundo, como las estadounidenses de Harvard, Stanford y Princeton. Ahora, explica Docampo, es dif¨ªcil encontrar una instituci¨®n de referencia en los primeros puestos, copados por universidades asi¨¢ticas de segunda fila.
El estudio matem¨¢tico m¨¢s citado de 2022 fue un trabajo sobre el flujo de calor en un nanomaterial, encabezado por un investigador de la Universidad Rey Abdulaziz, una de las instituciones saud¨ªes implicadas en el soborno de cient¨ªficos muy citados. Ese art¨ªculo irrelevante acumula en un solo a?o m¨¢s de 430 citas, frente a las 24 que ha recibido el estudio m¨¢s citado de Princeton, seg¨²n subraya Docampo. ¡°En Arabia Saud¨ª est¨¢n los jeques de la mafia de las citas¡±, advierte. Ese trabajo ¨¢rabe ya ha sido retractado, tras detectarse ¡°cambios sospechosos¡± de ¨²ltima hora, con tres coautores de India y Arabia Saud¨ª a?adidos de tapadillo, seg¨²n una nota de la editorial Elsevier. Es el comportamiento habitual en la compraventa de autor¨ªas. Isidro Aguillo, del CSIC, pide mano dura: ¡°El problema no son ni los tramposos ni el sistema, porque, si el sistema cambia, los tramposos se adaptar¨¢n. El problema es la impunidad¡±.
El cardi¨®logo Gregory Lip, de la Universidad de Liverpool, es el cient¨ªfico que m¨¢s publica en el mundo, con m¨¢s de 250 estudios al a?o, seg¨²n los c¨¢lculos solicitados por este peri¨®dico a Ioannidis. Es un ritmo que supone firmar un art¨ªculo cada d¨ªa y medio, trabajando los fines de semana. ¡°No hay nada malo en la productividad per se. De hecho, es bueno que los cient¨ªficos sean productivos en vez de perezosos, pero el n¨²mero de art¨ªculos no deber¨ªa ser lo importante¡±, opina Ioannidis. ¡°El hecho de que muchos investigadores relativamente j¨®venes en Espa?a tengan una productividad tan elevada en los ¨²ltimos a?os es preocupante. Sugiere que hay un sistema de recompensas que ha incentivado esas tasas de publicaci¨®n masiva¡±, reflexiona el profesor de Stanford.
La guardiana de la calidad de la universidad espa?ola es la Agencia Nacional de Evaluaci¨®n de la Calidad y Acreditaci¨®n (ANECA). El organismo empez¨® en 2017 a exigir m¨¢s de un centenar de estudios publicados como m¨¦rito imprescindible para acreditarse como catedr¨¢tico en algunas especialidades. La nueva directora de la agencia, Pilar Paneque, atribuye aquellos cambios a un Real Decreto del Gobierno de Mariano Rajoy. ¡°Es un clamor que esto es una locura y que estamos desvirtuando el sentido de lo que debe ser la universidad y la ciencia¡±, afirma Paneque, que solo lleva tres meses en el cargo.
Todo el sistema es una locura y est¨¢ costando millones de euros. Por eso el momento es excelente para cambiarloPilar Paneque, directora de la ANECA
¡°En cada caf¨¦, en cada universidad, est¨¢ esa conversaci¨®n sobre c¨®mo nos hemos echado en los brazos del mercado editorial y sobre el coste que est¨¢ teniendo este sistema en todos los sentidos¡±, cuenta la directora de la ANECA. Las universidades espa?olas y el mayor organismo espa?ol de ciencia, el CSIC, pagan unos 43 millones de euros al a?o a cuatro editoriales (Elsevier, Wiley, Springer Nature y ACS) para poder leer sus revistas y publicar m¨¢s estudios de acceso abierto en ellas. Otras empresas, como la pol¨¦mica MDPI, tambi¨¦n han llegado a acuerdos individuales con multitud de universidades.
Eva M¨¦ndez, experta en ciencia abierta de la Universidad Carlos III de Madrid, hace una cr¨ªtica corrosiva del sistema actual y de las ¡°conductas depredadoras¡± de todas las editoriales cient¨ªficas. ¡°Pagar 43 millones de euros al a?o es una barbaridad. Con esos 43 millones de euros se podr¨ªa hacer un sistema alternativo estupendo¡±, opina. M¨¦ndez pone el ejemplo de Open Research Europe, una plataforma apoyada por la Comisi¨®n Europea en la que los investigadores no pagan ni por leer ni por publicar sus estudios.
La directora de la ANECA lanza un mensaje de optimismo. ¡°Precisamente porque todos hemos llegado al agotamiento ante estas malas pr¨¢cticas, porque el mercado editorial domina nuestra actividad investigadora y porque esto es sabido y criticado por todos, yo creo que estamos en una coyuntura perfecta para hacer todos los cambios necesarios¡±, opina. El plan de Pilar Paneque es introducir nuevos criterios de evaluaci¨®n de los cient¨ªficos en enero de 2024, tras la aprobaci¨®n de un nuevo Real Decreto que sustituya al controvertido de la ¨¦poca de Rajoy. ¡°Todo el sistema es una locura y est¨¢ costando millones de euros. Por eso el momento es excelente para cambiarlo¡±, sentencia.
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