Las huellas de Do?ana son de neandertales y no de un linaje previo, seg¨²n un nuevo estudio sobre los rastros de esta especie
La investigaci¨®n data las se?ales m¨¢s antiguas dejadas por los hom¨ªnidos y las herramientas que usaron en 150.000 a?os frente a los 300.000 que sosten¨ªa un trabajo previo
Unos miles de a?os de diferencia pueden parecer banales en los millones que abarca la prehistoria. Sin embargo, una dataci¨®n 150.000 a?os m¨¢s o menos en huellas de hom¨ªnidos puede obligar a cambiar algunas p¨¢ginas de este periodo e incluso la cronolog¨ªa de la evoluci¨®n humana. Una discordia de estas caracter¨ªsticas ha ocurrido con las huellas de hom¨ªnidos halladas en El Asperillo, un enclave costero onubense situado entre las playas de Mazag¨®n y Matalasca?as. Un estudio publicado en Scientific Reports defend¨ªa que la edad de estas huellas era de 295.800 a?os, por lo que podr¨ªan haber sido dejadas por un linaje previo del neandertal y representar, seg¨²n los autores, ¡°un registro crucial para comprender las ocupaciones humanas en Europa en el Pleistoceno¡±. Un nuevo trabajo de dataci¨®n publicado en Quaternary Science Reviews fija la edad de las huellas en 151.100 a?os, asegura que son de neandertales (las m¨¢s antiguas) e incorpora restos de utensilios de piedra utilizados por estos para manipular la carne de los gigantescos animales que cohabitaron este entorno, hoy parque nacional de Do?ana, al que los hom¨ªnidos acud¨ªan temporalmente a cazar.
Encontrar una pisada preservada durante m¨¢s de 150.000 a?os es un premio paleontol¨®gico dif¨ªcil de obtener. Esas simples huellas o rastros, estudiados por la icnolog¨ªa (disciplina de la Paleontologia que estudia evidencias de actividad dejadas en los sedimentos o las rocas por organismos vivos), pueden aportar luz sobre qui¨¦n o qu¨¦ la dej¨®, el entorno de vida, de d¨®nde ven¨ªa y hacia d¨®nde se dirig¨ªa, para qu¨¦, de qu¨¦ se alimentaba, c¨®mo se relacionaba con su mundo¡ Las tormentas de hace tres a?os en Matalasca?as se aliaron con los investigadores y desvelaron las evidencias de la actividad biol¨®gica, incluida la humana, dejadas hace milenios en una zona de playa y acantilados que hab¨ªa permanecido intacta. Jos¨¦ Mar¨ªa Gal¨¢n, gu¨ªa del parque nacional de Do?ana, autor de las ilustraciones de esta informaci¨®n y experto rastreador de las huellas de la historia, fue el primero en advertir de la singularidad del vestigio existente en las arenas de Huelva.
El nuevo yacimiento, denominado MTS (Matalasca?as Trampled Surface o Superficie Pisada de Matalasca?as) y descrito por primera vez por este mismo equipo internacional en 2020, incluye huellas y rastros de grandes mam¨ªferos como Palaeoloxodon antiquus, elefantes de colmillo recto parecidos a sus parientes actuales de las florestas africanas, pero de hasta cuatro metros de altura; Sus scrofa scrofa, jabal¨ªes que triplicaban el tama?o de los que hoy existen; Bos primigenius, toros de hasta dos metros de altura y 1.500 kilogramos de peso; ciervos y lobos. Tambi¨¦n delicados f¨®siles de rastros de aves y de ra¨ªces, as¨ª como madrigueras de invertebrados. Pero las huellas m¨¢s sustanciales son de hom¨ªnidos que se refugiaron en el sur de Europa de la glaciaci¨®n del resto del continente.
El estudio publicado por Scientific Reports les atribuy¨® unos 300.000 a?os de antig¨¹edad, en el Pleistoceno medio. ¡°Abri¨® un nuevo escenario geocronol¨®gico, en comparaci¨®n con estudios anteriores, y plante¨® preguntas sobre la edad del MTS [yacimiento de Matalasca?as] y, en consecuencia, de las posibles especies de hom¨ªnidos que podr¨ªan haber producido las huellas¡±, advierte el nuevo trabajo.
Ese ¡°nuevo escenario¡± no cuadraba con el resto de huellas de mam¨ªferos en las mismas capas geol¨®gicas ni con los materiales encontrados. Por lo que, el equipo encabezado por Carlos Neto De Carvalho, paleont¨®logo del Naturtejo UNESCO Global Geopark y de la Universidad de Lisboa, Fernando Mu?iz, ge¨®logo e icn¨®logo de la Universidad de Sevilla, y Luis Miguel C¨¢ceres, ge¨®logo de la Universidad de Huelva, entre otros, mantuvo abierta su investigaci¨®n y prefiri¨® esperar a los resultados de una exhaustiva dataci¨®n con luminiscencia ¨®pticamente estimulada (OSL) desarrollada por el laboratorio del burgal¨¦s Centro Nacional de Investigaci¨®n sobre la Evoluci¨®n Humana (CENIEH). La conclusi¨®n, reci¨¦n publicada, ¡°asegura la atribuci¨®n de las huellas a los neandertales, los ¨²nicos hom¨ªnidos conocidos que han estado presentes en la pen¨ªnsula Ib¨¦rica durante la transici¨®n MIS6-5 [Pleistoceno medio]¡±.
¡°Los ¨²nicos humanos presentes en aquel momento en la pen¨ªnsula Ib¨¦rica y que dejaron las huellas de su actividad eran neandertales. Son las huellas de esta especie de humanos m¨¢s antiguas halladas en Europa y del mundo, ya que solo el neandertal ocupaba, en esa ¨¦poca, Europa y la zona fronteriza con Asia¡±, afirma Mu?iz.
Neto de Carvalho destaca que, m¨¢s all¨¢ de ser o no los m¨¢s viejos rastros de esta especie, a¨²n presente en nuestro ADN, la clave es la dataci¨®n precisa: ¡°Lo m¨¢s importante ni siquiera es la antig¨¹edad, sino el hecho de ser los primeros rastros de neandertales bien definidos cronol¨®gicamente, la industria l¨ªtica encontrada en su entorno y que es la ¨²nica evidencia de interacci¨®n directa con los animales con los que se alimentaban¡±.
En este sentido, el estudio detalla que la industria l¨ªtica t¨ªpica musteriense (126 herramientas de piedra pertenecientes al Paleol¨ªtico medio y relacionadas con el Homo neanderthalensis) refleja que la selecci¨®n de materias primas se hizo en afloramientos situados cerca de la zona en la que se dejaron las huellas. ¡°Posiblemente, las manufacturaron all¨ª mismo con los recursos l¨ªticos que ofrec¨ªa el entorno, como guijarros de cuarcita¡±, explica Mu?iz.
Luis Miguel C¨¢ceres precisa que ¡°estos recursos l¨ªticos son escasos en el ¨¢rea m¨¢s inmediata, por lo que lo m¨¢s sencillo era traerlos desde donde abundan¡±. ¡°Estas fuentes abundantes no est¨¢n demasiado lejos, son las terrazas del Tinto o del Guadalquivir, situadas a unos 30 km hacia el noroeste, las primeras, y hacia el noreste las segundas¡±.
El origen de las piedras y el lugar de uso, seg¨²n la investigaci¨®n, confirma que el yacimiento ¡°no puede verse como un asentamiento, sino m¨¢s bien como un lugar de paso para la fauna, incluidos los neandertales, donde algunos individuos humanos realizaron actividades temporales, como la adquisici¨®n de alimentos y el procesamiento de carne¡±.
C¨¢ceres a?ade que ¡°los neandertales no contaban con asentamientos propiamente estables, sino que se mov¨ªan por el territorio aprovechando los recursos que les pod¨ªa ofrecer el medio natural. Las cuevas les serv¨ªan de asentamiento temporal y, probablemente, estacional¡±.
¡°El sistema lacustre estacional entre las dunas costeras [que hoy forma parte de Do?ana] era un sitio de congregaci¨®n donde diferentes mam¨ªferos, incluidos los hom¨ªnidos, y las aves convergieron, presumiblemente, para obtener recursos h¨ªdricos y alimenticios y, posiblemente, tambi¨¦n para la reproducci¨®n¡±, ratifica el estudio en contraste con las teor¨ªas que se?alan que la zona pudo ser un asentamiento estable. El trabajo anterior suger¨ªa esta hip¨®tesis con la atribuci¨®n de hasta 87 huellas a un grupo social de edades diferentes.
¡°Comportamiento de acecho¡±
¡°El MTS [yacimiento de Matalasca?as] representa un caso extraordinario donde las huellas neandertales se produjeron al mismo tiempo o poco despu¨¦s que las otras huellas de grandes herb¨ªvoros. La evidencia arqueol¨®gica (instrumentos de piedra) y las huellas de los animales junto con las de la marcha lenta observada en los rastros de neandertales permiten inferir un posible comportamiento de acecho. La presencia de herramientas l¨ªticas asociadas es una evidencia convincente de que se usaron para el procesamiento animal. No son evidencia de asentamiento, sino m¨¢s bien de un lugar de paso, tanto para la fauna como para los neandertales¡±, concluye el estudio. ¡°Las huellas de neandertal fueran producidas exactamente en el mismo momento de las restantes huellas con una diferencia de horas o pocos d¨ªas¡±, explica Neto y ratifica C¨¢ceres.
Las dataciones de ambos estudios se han realizado por luminiscencia ¨®pticamente estimulada (OSL), una t¨¦cnica que, seg¨²n explica Alicia Medialdea, f¨ªsica del CENIEH especializada en este m¨¦todo, ¡°aporta la edad de los sedimentos a partir de la dosis de radiaci¨®n ionizante que han recibido los granos de cuarzo y feldespato. Esta radiaci¨®n proviene principalmente del uranio, torio y potasio de su entorno. La dosis acumulada depender¨¢ de la concentraci¨®n de estos radioelementos en el medio y del tiempo que los granos minerales hayan estado recibiendo esa radiaci¨®n. Esa relaci¨®n ser¨¢ la que d¨¦ el tiempo que un sedimento concreto lleva enterrado¡±.
La t¨¦cnica es fiable, defiende Medialdea, y se ha ejecutado correctamente en los dos estudios, que han arrojado una diferencia de edad de 150.000 a?os sobre muestras diferentes tomadas de la misma zona, pero no del mismo punto. ¡°Este m¨¦todo¡±, explica la f¨ªsica, ¡°data la ¨²ltima vez que los granos de arena estuvieron expuestos a la luz solar, asumiendo que eso se produjo la ¨²ltima vez que sufrieron un proceso de transporte antes de quedar enterrados. En los casos en los que el transporte fue muy r¨¢pido, en un medio muy turbio o durante la noche, es posible que no todos los granos estuvieran expuestos a la luz durante su ¨²ltimo transporte y, por tanto, no blanquearan su se?al luminiscente. Esto supondr¨ªa que, en un mismo nivel, habr¨ªa mezcla de granos de arena a los que le dio suficiente luz durante el ¨²ltimo transporte, y ser¨ªan v¨¢lidos para estimar la edad, y otros, no blanqueados, que mantendr¨¢n una se?al residual. Esta mezcla, que denominamos blanqueamiento parcial, puede dar lugar a sobreestimaciones de la edad¡±.
Y a?ade: ¡°Hay muchos perfiles sedimentarios distintos en el acantilado de Matalasca?as y los dos grupos no han tratado exactamente lo mismo. Las muestras medidas por uno y otro grupo no son exactamente las mismas. Puede ser que las dataciones est¨¦n correctamente hechas, pero sea necesario revisar la interpretaci¨®n de la estratigraf¨ªa para entender mejor c¨®mo se form¨® el acantilado de Matalasca?as¡°.
De esta forma, el m¨¦todo f¨ªsico empleado (las medidas de luminiscencia y concentraci¨®n de radioelementos del medio) requiere de un an¨¢lisis e interpretaciones exhaustivas para poder llegar a estimar cu¨¢ndo qued¨® el sedimento depositado y enterrado. ¡°Ahora que disponemos de dataciones en la zona, toca trabajar para reforzarlas apoy¨¢ndose en la industria l¨ªtica asociada y en las huellas de fauna¡±, concluye Medialdea.
En el ¨²ltimo estudio publicado han participado investigadores del Geoparque Naturtejo, Sevilla, Huelva, Lisboa, Coimbra, Burgos, Barcelona, Murcia y Gibraltar.
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