El misterio de las esferas de piedra y la tecnolog¨ªa m¨¢s duradera de la humanidad
Desde hace d¨¦cadas, los cient¨ªficos se preguntan por la utilidad de unas bolas talladas encontradas en yacimientos que abarcan mill¨®n y medio de a?os
Cuando se cre¨ªa que los humanos hab¨ªan aparecido de repente, colocados sobre la Tierra por un soplo divino, separados del resto de los animales, era posible estudiar su naturaleza observando c¨®mo se comportaban en las sociedades del presente. La situaci¨®n se complic¨® cuando, a la luz de la teor¨ªa evolutiva, supimos que ¨¦ramos una rama m¨¢s del ¨¢rbol de la vida, y que, aunque entre nosotros y otros animales haya millones de a?os de distancia, compartimos antepasados. Para buscar la chispa que dio lugar a esa especie capaz de acumular conocimiento, comunicarlo y transformar su entorno como ninguna antes, los cient¨ªficos han tenido que ir m¨¢s all¨¢ de la especulaci¨®n acad¨¦mica y mancharse las manos, ara?ando el suelo de cuevas y barrancos, en busca de respuestas.
Uno de los lugares en los que se busca reconstruir los or¨ªgenes de la cultura humana es el yacimiento de Ubeidiya, en el norte de Israel. Excavado a partir de los a?os sesenta, all¨ª se han encontrado las hachas de mano de tipo achelense m¨¢s antiguas fuera de ?frica, y cientos de piedras de aspecto enigm¨¢tico, aparentemente talladas en forma de esfera del tama?o de una pelota de tenis. Estos esferoides, que comenzaron hace 1,7 millones de a?os en ?frica, se han encontrado por medio mundo, en yacimientos separados por miles de kil¨®metros, desde el valle del Rift a Corea del Sur, o los yacimientos de Orce, en Espa?a. Se conocen desde hace d¨¦cadas, pero su naturaleza sigue siendo un misterio. A¨²n se debate si fueron hechos a prop¨®sito o son producto casual del golpeo de otras piedras o cu¨¢l era su fin.
Esta semana, un equipo del Instituto Catal¨¢n de Paleoecolog¨ªa Humana y Evoluci¨®n Social (IPHES) de Tarragona y la Universidad Hebrea de Jerusal¨¦n han presentado un trabajo que apunta a que fueron talladas a prop¨®sito. Utilizando nuevas t¨¦cnicas de an¨¢lisis 3D y siguiendo las marcas en las piedras, los investigadores reconstruyeron la secuencia que habr¨ªan seguido aquellos hom¨ªnidos en su elaboraci¨®n. Sus conclusiones se?alan que, a diferencia de lo que sucede cuando una forma es fruto de la erosi¨®n, como un canto que rueda por un r¨ªo, los objetos no se volv¨ªan m¨¢s suaves, pero s¨ª m¨¢s esf¨¦ricos. ¡°En nuestro an¨¢lisis encontramos una regularidad y esa regularidad sugiere que hab¨ªa una intenci¨®n de llegar a este tipo de formas¡±, se?ala Deborah Barsky, investigadora del IPHES y una de las autoras del trabajo. ¡°Estas esferas ser¨ªan las primeras formas geom¨¦tricas recreadas en piedra de forma premeditada¡±, asevera.
Ahora, dentro de un proyecto a largo plazo en el que participa Barsky para estudiar los esferoides, seguir¨¢n trabajando para averiguar para qu¨¦ se produjeron esos objetos. Se ha propuesto que pod¨ªan servir para tratar vegetales, sacar el tu¨¦tano a huesos o como proyectiles para cazar, y tambi¨¦n se ha planteado que pudiesen tener un valor simb¨®lico, algo que ser¨ªa m¨¢s probable si, como proponen algunos autores, eran dif¨ªciles de fabricar y requer¨ªan horas de trabajo frente a los minutos en que puede estar lista una de las vers¨¢tiles hachas de mano que suelen acompa?ar en los yacimientos a estas bolas de piedra.
Las hachas y las esferas nos muestran uno de los episodios m¨¢s interesantes de la historia de la evoluci¨®n y abren un resquicio por el que entrever el surgimiento de la mente humana. Las primeras herramientas de piedra utilizadas por nuestros antecesores, la tecnolog¨ªa olduvayense asociada al Homo habilis, est¨¢n hechas a bulto, buscando una forma que sea ¨²til, pero sin pensar nada preciso. ¡°Las hachas achelenses, sin embargo, requieren una capacidad para imaginar la forma que se desea e impon¨¦rsela a roca, es un poco como aquella idea de Miguel ?ngel, que dec¨ªa que la escultura ya estaba dentro de la piedra y ¨¦l solo eliminaba lo que sobraba¡±, apunta Juan Manuel Jim¨¦nez Arenas, que ha estudiado los esferoides encontrados en el yacimiento de Orce, en Granada.
¡°Los n¨²cleos y las lascas del olduvayense no requieren una gran capacidad cognitiva ni destreza manual, ahora se ven primates, como los monos capuchinos de Brasil que, de manera no intencional, producen lascas indistinguibles de lo que encontramos en el olduvayense. El achelense es un juego completamente distinto¡±, explica el cient¨ªfico del CSIC Ignacio de la Torre, que recuerda un experimento en el que probaron qu¨¦ tal se les dar¨ªa la fabricaci¨®n de herramientas a humanos modernos. ¡°Por emulaci¨®n eran capaces de hacer herramientas olduvayenses, sin explicarles nada, pero en el achelense les ten¨ªan que explicar el proceso, algo que implica la existencia de un contexto social, en el que hab¨ªa maestros y aprendices, y donde pod¨ªa haber verdaderos artesanos¡±, cuenta De la Torre.
Si los esferoides se fabricaron con intenci¨®n, muestra la inclinaci¨®n por la simetr¨ªa de aquellos nuevos humanos, los Homo erectus, que caminaron por todo el planeta acompa?ados de la tecnolog¨ªa m¨¢s longeva que se conoce. Durante mill¨®n y medio de a?os, en lugares separados por miles de kil¨®metros, aparecen las mismas hachas y las mismas esferas. Esa omnipresencia de la tecnolog¨ªa tambi¨¦n plantea nuevas inc¨®gnitas. ¡°Los esferoides aparecen en Orce, en el sur de la pen¨ªnsula Ib¨¦rica, 400.000 a?os antes que en el resto de Europa, esto nos lleva a hacernos preguntas sobre la dispersi¨®n de los humanos por este continente¡±, apunta Jim¨¦nez Arenas.
La aparici¨®n de la tecnolog¨ªa en ?frica, en el extremo oriental de Asia y el conf¨ªn occidental de Europa, tambi¨¦n hace pensar sobre c¨®mo lleg¨® all¨ª. Barsky cree que esto ¡°no significa que hubo contacto entre poblaciones¡± y se inclina por pensar que los miembros de aquella especie ¡°alcanzaron un nivel cognitivo y cultural que los llev¨® a dar las mismas respuestas a circunstancias ambientales similares¡±.
Durante mill¨®n y medio de a?os, las hachas y, probablemente, las bolas de piedra muestran una sorprendente cohesi¨®n cultural en medio planeta, algo que ya no fue posible con la llegada de los innovadores Homo sapiens. La r¨¢pida introducci¨®n de nuevas tecnolog¨ªas y pr¨¢cticas culturales acentu¨® la heterogeneidad geogr¨¢fica. ¡°La capacidad de innovaci¨®n [de los erectus] era peque?a, pero el hecho de que la tecnolog¨ªa achelense fue eficaz lo demuestra que dur¨® mill¨®n y medio de a?os. Del hacha de mano se dice que fue un tipo de navaja suiza, que serv¨ªa para casi todo, desde descarnar animales a cortar tub¨¦rculos¡±, afirma De la Torre. ¡°Nuestra especie es innovadora por definici¨®n y cuando aparece Homo sapiens las culturas arqueol¨®gicas duran cada vez menos¡±, prosigue el investigador, que advierte: ¡°Pese a ser menos innovadores, sobrevivieron mill¨®n y medio de a?os, algo que est¨¢ por ver si conseguir¨¢ nuestra especie¡±.
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