Neumon¨ªa, tuberculosis y fiebre amarilla: nuestros pat¨®genos est¨¢n matando a los primates
Las enfermedades ya se consideran una de las principales amenazas para la conservaci¨®n de estos animales
La necropsia determin¨® la causa de la muerte de Stella: neumon¨ªa. Tiempo despu¨¦s, los resultados revelaron que el culpable hab¨ªa sido un virus humano, en concreto, un metapneumovirus. A nosotros nos suele provocar un simple resfriado, pero Stella no era humana, era una chimpanc¨¦. En 2017, ese brote se la llev¨® por delante a ella y al 12% de su comunidad del Parque Nacional de Kibale, en Uganda. Eso sin contar a los hu¨¦rfanos que no lograron sobrevivir.
Esta no era la primera vez que ocurr¨ªa. En Kibale, las enfermedades respiratorias han sido la principal causa de muerte de los chimpanc¨¦s desde hace m¨¢s de 30 a?os. Y no es el ¨²nico sitio. Tambi¨¦n han sufrido brotes los chimpanc¨¦s del Parque Nacional de Ta?, en Costa de Marfil, los del Parque Nacional de las Monta?as Mahale, en Tanzania, o la delicada poblaci¨®n de gorilas de monta?a de Virunga, en Ruanda. En 2018, una revisi¨®n bibliogr¨¢fica document¨® 33 casos probables o confirmados de transmisi¨®n de pat¨®genos de seres humanos a grandes simios.
La destrucci¨®n de h¨¢bitat ha hecho que estemos cada vez m¨¢s cerca de la vida salvaje, afect¨¢ndola tambi¨¦n con nuestros microorganismos. Incluso ya hay chimpanc¨¦s salvajes con bacterias resistentes a los antibi¨®ticos. Por ejemplo, un estudio publicado en 2021, encontr¨® que en el Parque Nacional de Gombe, en Tanzania, los estos simios tienen bacterias resistentes a las sulfonamidas, un tipo de antibi¨®ticos que utilizan las comunidades humanas de la regi¨®n para tratar la diarrea.
Aun as¨ª, hasta hace poco las enfermedades de los primates no eran consideradas una amenaza grave para su conservaci¨®n. Al inicio del milenio, la comunidad cient¨ªfica pon¨ªa el foco principalmente en la p¨¦rdida de h¨¢bitat y en la caza, que siguen siendo problemas muy graves para los primates. Los humanos modernos tenemos esa tendencia a talar bosques (el h¨¢bitat mayoritario de los primates) y a cazar animales salvajes. En lo que llevamos de siglo, en el mundo se han perdido 600.000 km? de bosque tropical, o sea, una pen¨ªnsula Ib¨¦rica entera. Y solo en ?frica Central se cazan al a?o entre una y cuatro millones de toneladas de carne de animales silvestres.
Veinte a?os despu¨¦s, la transmisi¨®n de pat¨®genos de los humanos a los animales, conocida como zoonosis inversa, ha pasado a considerarse tambi¨¦n una de las amenazas m¨¢s importantes para los primates. Al ser tan parecidos a nosotros, este es un grupo especialmente vulnerable.
Una revisi¨®n de 2022 encontr¨® 97 estudios que documentaban casos de zoonosis inversa en animales salvajes, de los cuales 57 eran primates. Curiosamente, el resto de animales de la lista eran en su mayor¨ªa especies carism¨¢ticas como los elefantes o los loros. ?Qu¨¦ nos indica esto? Seg¨²n los autores de la revisi¨®n, ¡°este sesgo confirma que la observaci¨®n de pat¨®genos humanos en animales depende en gran medida de la atenci¨®n que les prestamos¡±.
Desgraciadamente, esta es otra desventaja para los primates. Lo dice todo el hecho de que haya gente pagando mil d¨®lares para ver gorilas libres en Ruanda. Por eso, no es de extra?ar que el 82% de estas poblaciones de primates infectadas estuviesen en cautividad o siendo visitadas por turistas. Cuando se regula adecuadamente, el ecoturismo proporciona una fuente de ingresos que beneficia a las comunidades locales y puede utilizarse para fomentar los esfuerzos de conservaci¨®n. Pero estos datos nos advierten de que es un arma de doble filo.
En 2015, la Uni¨®n Internacional para la Conservaci¨®n de la Naturaleza (IUCN) public¨® una gu¨ªa para regular el turismo con grandes simios. Recomend¨® el uso de mascarillas, que el n¨²mero m¨¢ximo de turistas por grupo fuese inferior a nueve, que las horas de observaci¨®n se limitasen a una y que se dejase un espacio m¨ªnimo de siete metros entre el turista y el animal.
El problema es que en la pr¨¢ctica, estas medidas no se acatan como deber¨ªan. Eso es lo que puso en evidencia un estudio publicado en 2020. Todos sabemos cu¨¢nto nos gusta presumir en internet. Si viajamos hasta Uganda y pagamos un past¨®n para ver gorilas, queremos que en el v¨ªdeo se nos vea teniendo la mejor de las experiencias. El estudio analiz¨® los v¨ªdeos que se compart¨ªan por redes y encontr¨® que en el 40% los humanos se acercaban a menos de un metro de los gorilas.
En cuanto a los primates en cautividad, la mayor¨ªa de los brotes documentados eran de tuberculosis. Los humanos somos el hospedador natural de la bacteria que causa esta enfermedad, llamada Mycobacterium tuberculosis. Sin embargo, los primates tambi¨¦n son muy vulnerables, por eso llevamos a?os utiliz¨¢ndolos como modelos experimentales para estudiar esta enfermedad.
Se desconoce hasta qu¨¦ punto la tuberculosis puede estar afectando tambi¨¦n a poblaciones salvajes, aunque hay algunos casos confirmados. En el Parque Nacional de Ta?, se hizo una necropsia rutinaria a una chimpanc¨¦ que hab¨ªa sido atacada por un leopardo. Los investigadores encontraron que estaba infectada con tuberculosis, aunque no pudieron determinar si era una cepa nueva espec¨ªfica de los chimpanc¨¦s o hab¨ªa sido transmitida por los humanos.
Hay que decir que los autores de la revisi¨®n de 2022 previamente mencionada, fueron muy conservadores con los casos que incluyeron en su lista. Solo contaron aquellos en los que se pod¨ªa probar que el contagio hab¨ªa sido de humanos a animales. Por ejemplo, decidieron dejar fuera a todas las enfermedades que son transmitidas por mosquitos, como la fiebre amarilla.
La fiebre amarilla evolucion¨® en ?frica hace unos 1.500 a?os, donde los primates han desarrollado resistencia. Por desgracia, hace 300 a?os, esta enfermedad se introdujo en Am¨¦rica con el comercio de esclavos. Y los primates all¨ª no estaban preparados, o eso parecen decirnos los miles de monos que han muerto desde entonces por fiebre amarilla.
Uno de los casos m¨¢s sonados es el del tit¨ª le¨®n dorado. A principios de los a?os 70, este hermoso primate estaba al borde de la extinci¨®n, quedaban apenas 200 individuos. Su suerte empez¨® a cambiar cuando, la Asociaci¨®n Mico Le¨®n Dorado, foment¨® la creaci¨®n de una reserva para protegerlo. Contaron con la colaboraci¨®n de 150 zool¨®gicos de todo el mundo en un programa de cr¨ªa en cautividad para reintroducirlos en la reserva durante la d¨¦cada de los 80. La poblaci¨®n empez¨® a recuperarse y en 2014, hab¨ªa 3.700 individuos. Sin embargo, dos a?os despu¨¦s, hubo en Brasil un brote de fiebre amarilla que en pocos meses mat¨® a un tercio de los tit¨ªes le¨®n dorado. Fue una tragedia. ?Todos los esfuerzos de conservaci¨®n iban a ser en vano por una enfermedad? ?Significa esto que no hay esperanza para los primates? ?Es mejor tirar la toalla?
Por supuesto que no. Cada a?o que pasa, aumentan los esfuerzos por la conservaci¨®n y podemos encontrar esperanza en las peque?as victorias. En los a?os 80, solo quedaban 300 gorilas en las monta?as de Virunga, pero en 2018 se contaron 1063 ejemplares. A su vez, unos cient¨ªficos han adaptado la vacuna humana de la fiebre amarilla y se ha iniciado una campa?a para vacunar a los monos del Nuevo Mundo. Conforme todos adquiramos una mayor comprensi¨®n y conciencia de las problem¨¢ticas, es probable que los incidentes se vuelvan cada vez menos frecuentes.
Como dijo una de las personas que m¨¢s ha luchado por la conservaci¨®n: ¡°El ser humano es una criatura extraordinaria, pero el modo en que lo hayamos conseguido no importa. La evoluci¨®n misma no tiene sentido si no somos capaces de hacer grandes cosas con lo que somos ahora¡± (Jane Goodall).
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