La industrializaci¨®n empez¨® en Inglaterra un siglo antes de su Revoluci¨®n Industrial
La recopilaci¨®n de millones de documentos muestra que la agricultura hab¨ªa perdido su hegemon¨ªa frente a la manufactura mucho antes de la m¨¢quina de vapor
Los libros de historia, tambi¨¦n la Wikipedia, datan el inicio de la Revoluci¨®n Industrial en la segunda mitad del siglo XVIII en Inglaterra y Gales. Como hito, ponen en su altar a la m¨¢quina de vapor que ide¨® James Watt entre 1763 y 1775. Pero la acumulaci¨®n de millones de registros de ocupaci¨®n realizada durante dos d¨¦cadas por historiadores de la Universidad de Cambridge (Reino Unido) va a obligar a reescribir manuales y enciclopedia: Ya en el siglo XVII los ingleses dedicados a la agricultura dejaron de ser la mayor¨ªa en favor de otras ocupaciones, como fabricar cosas o en los servicios. Antes de aquella revoluci¨®n de las m¨¢quinas, ya se hab¨ªa producido un cambio revolucionario en la fuerza de trabajo.
La distribuci¨®n cl¨¢sica del trabajo establece un reparto por sectores cuya importancia ha ido cambiando con el tiempo: el primario, para los relacionados con el campo y la pesca, el secundario, centrado en la manufactura, en la fabricaci¨®n, y el terciario, el de los servicios, el que durante mucho tiempo se llam¨® de cuello blanco. Siempre hubo trabajadores en los tres sectores (al que habr¨ªa que a?adir un cuaternario dedicado a la investigaci¨®n y la tecnolog¨ªa). Pero en Inglaterra y Gales se produjo una compleja transici¨®n a finales del siglo XVIII e inicios del XIX cuyo resultado fue que las actividades primarias, que eran las b¨¢sicas de todas las sociedades complejas desde hac¨ªa milenios (desde la Revoluci¨®n Neol¨ªtica), en favor de la manufactura y comercio de lo manufacturado. Esta nueva revoluci¨®n, la industrial, salt¨® despu¨¦s al continente europeo en el siglo siguiente y, desde aqu¨ª, al resto del mundo. Frente a este relato, decenas de historiadores, apoyados en el an¨¢lisis de datos masivos, han dedicado los ¨²ltimos 20 a?os a acumular pruebas para reescribir la historia.
¡°Al catalogar y mapear siglos de datos sobre empleo, vemos que es necesario reescribir la historia que nos hemos contado sobre la historia de Gran Breta?a¡±, dice Leigh Shaw-Taylor, profesor de historia econ¨®mica en Cambridge. ¡°Hemos descubierto un cambio hacia el empleo en la fabricaci¨®n de bienes que sugiere que ya se estaba industrializando m¨¢s de un siglo antes de la Revoluci¨®n Industrial¡±, a?ade el tambi¨¦n l¨ªder del proyecto Economie Past, en cuya web se pueden pasar horas viendo la evoluci¨®n, cronolog¨ªa, distribuci¨®n geogr¨¢fica y demograf¨ªa de la revoluci¨®n. La p¨¢gina, sus mapas y estad¨ªsticas se nutren de 160 millones de documentos de entre inicios del siglo XIV y hasta 1911. Entre ellos, hay archivos parroquiales, municipales, censos, archivos testamentarios, registros de defunciones... de varios millones de personas en los que se concreta a qu¨¦ se dedicaban.
La investigaci¨®n muestra que ya en siglo XVII la fuerza laboral desempe?ando labores agr¨ªcolas experiment¨® una fuerte ca¨ªda, al tiempo que aumentaba el n¨²mero de personas que fabricaban bienes: desde artesanos locales tradicionales, como herreros, zapateros y carreteros, hasta la explosi¨®n de redes de tejedores locales que produc¨ªan telas para la venta al por mayor. En concreto, mientras el resto de Europa, incluidas la poderosa Francia y los reinos y territorios alemanes, segu¨ªa dependiendo de la agricultura de subsistencia, el n¨²mero de trabajadores agr¨ªcolas varones en Gran Breta?a cay¨® en m¨¢s de un tercio (64% a 42%) entre 1600 y 1740. Por comparar, 200 a?os despu¨¦s, en los a?os 30 del siglo pasado, durante la II Rep¨²blica Espa?ola, el 47,3% de los espa?oles trabajaban en el campo. Al mismo tiempo, para finales del siglo XVII, la proporci¨®n de la fuerza laboral masculina que interven¨ªa en la producci¨®n de bienes aument¨® en un 50%, representando tanto como la dedicada al campo (del 28% a 42%).
La realidad es que los cambios en la distribuci¨®n de la fuerza laboral comienzan ya en el siglo XV, con una proporci¨®n de personas dedicadas a la agricultura que no deja de descender hasta que en la primera mitad del XVIII ya hab¨ªa m¨¢s individuos dedicados a la manufactura que a cultivar el campo o cuidar el ganado. De hecho, a principios del siglo XIX, cuando los aires industriales empiezan a contagiar al resto de Europa azuzados por la m¨¢quina de vapor y la mecanizaci¨®n, en Inglaterra, las cifras dedicadas la fabricaci¨®n llevaban ya un tiempo estancadas. En un ejemplo de que la historia no es tan lineal como la cuentan, muchas partes de Gran Breta?a incluso se estaban ¡°desindustrializando¡±, dicen los investigadores en una nota.
En realidad, hubo varios momentos en que la revoluci¨®n pareci¨® ir para atr¨¢s. A mediados del siglo XVIII, en los tiempos en que Watts perfeccionaba la m¨¢quina Newcomen para convertirla en el supuesto motor de la Revoluci¨®n Industrial, gran parte del sur y el este de Inglaterra hab¨ªan perdido sus industrias establecidas desde hac¨ªa mucho tiempo e incluso hab¨ªan regresado al trabajo agr¨ªcola. Por ejemplo, Norfolk fue probablemente el condado m¨¢s industrializado del siglo XVII, con un 63% de hombres adultos en la industria en 1700. La cifra cay¨® al 39% durante el siglo XVIII, mientras que los dedicados a la agricultura pasaron de ser el 28% del total a m¨¢s de la mitad. En general, la proporci¨®n de hombres dedicados a la manufactura se mantuvo plana durante toda la supuesta fase inicial y central de la Revoluci¨®n Industrial, para bajar de forma acusada desde inicios del XX y hasta ahora, cunado apenas el 25% se dedican a fabricar cosas.
La parte de los libros que habla de la emergencia del sector servicios tambi¨¦n habr¨¢ que cambiarlo. Durante milenios, la fuerza laboral del tercer sector se limitaba al personal administrativo y militar y poco m¨¢s. Solo en las fases tard¨ªas de los distintos procesos industriales, los cuellos blancos de banqueros y bancarios, de comerciales, abogados, de agentes de seguros, de educadores y personal sanitario... empezaron a ampliar su base hasta convertirse, en las sociedades actuales, en la mayor¨ªa. En el Reino Unido del presente, casi el 75% del trabajo est¨¢ relacionado con el sector servicios, mientras el porcentaje dedicado al sector primario es residual. Ya en el siglo XIX el sector de servicios casi se duplic¨®.
Trabajo infantil y femenino
Otra de las fortalezas de este proyecto es que han podido segregar y organizar los datos tanto por g¨¦nero como por edades. As¨ª, han observado que el trabajo femenino fue central durante las primeras fases de la revoluci¨®n, pero perdi¨® protagonismo durante el siglo XIX y no lo recuper¨® hasta los tiempos de la II Guerra Mundial. En 1851, Easington, en la cuenca carbon¨ªfera de Durham, ten¨ªa solo el 17% de las mujeres adultas empleadas. Sin embargo, en uno de los centros industriales del sur, el distrito de fabricaci¨®n de sombreros de Luton, lleg¨® al 78%. ¡°Creemos que la participaci¨®n de las mujeres adultas en la fuerza laboral estaba entre el 60% y el 80% en 1760, y volvi¨® a bajar al 43% en 1851¡å, detalla Shaw-Taylor en una nota. ¡°No volvi¨® a esos niveles de mediados del siglo XVIII hasta la d¨¦cada de 1980¡å, a?ade.
Cuando escrib¨ªa aquellas historias de ni?os trabajando en las f¨¢bricas, Charles Dickens solo reflejaba la dura realidad. Economies Past permite rastrear sobre el mapa de Inglaterra y Gales la relevancia del trabajo infantil. En las pr¨®speras f¨¢bricas textiles de Bradford, en el norte del pa¨ªs, m¨¢s del 70% de las ni?as de entre 13 y 14 a?os trabajaban en 1851. Sesenta a?os despu¨¦s, esta cifra todav¨ªa estaba por encima del 60%. Tambi¨¦n, hasta el 40% de las ni?as de la misma zona menores de aquella edad trabajaban en los telares. Solo con la introducci¨®n de legislaci¨®n limitando el trabajo infantil e instaurando la educaci¨®n obligatoria de los ni?os peque?os, se rebaj¨® su papel en la Revoluci¨®n Industrial.
¡°No creo que nuestra historia le quite nada a la Revoluci¨®n Industrial y a la m¨¢quina de vapor¡±, aclara el historiador brit¨¢nico en un correo. ¡°Lo que estamos argumentando no es que la Revoluci¨®n Industrial no tuviera lugar entre 1750 y 1850. Lo que sostenemos es que el cambio estructural en la fuerza laboral que durante mucho tiempo se supuso que tuvo lugar entre 1750 y 1850, de hecho termin¨® en 1700¡å, a?ade. Para Shaw-Taylor, ¡°esta industrializaci¨®n temprana prepar¨® el camino para la Revoluci¨®n Industrial tecnol¨®gicamente intensiva (el cambio a maquinaria impulsada por vapor) que vino despu¨¦s¡±. En una segunda parte del proyecto, ya en marcha, quieren determinar porque este proceso decisivo en la historia empez¨® en Inglaterra y no en otro lugar.
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