Los restos del ADN de Col¨®n: un espect¨¢culo que exige seriedad y transparencia
Los autores creen que los responsables del estudio del supuesto ADN del navegante deben abrir su investigaci¨®n para que otros cient¨ªficos puedan evaluarla, y devolver los huesos
La bioarqueolog¨ªa es la rama de la arqueolog¨ªa que estudia los indicios biol¨®gicos, y se apoya en diversas disciplinas auxiliares. Entre las t¨¦cnicas utilizadas, algunas no son muy conocidas, como la espectrometr¨ªa de masas para identificar especies animales, o el an¨¢lisis de is¨®topos estables para estudiar la dieta; otras son m¨¢s populares, como el carbono 14 para determinar la antig¨¹edad de un resto biol¨®gico y el an¨¢lisis por biolog¨ªa molecular de ADN antiguo. Con esta ¨²ltima t¨¦cnica, un equipo dirigido por el catedr¨¢tico Jos¨¦ Antonio Lorente ha analizado, desde 2003, los supuestos huesos de Crist¨®bal Col¨®n, su hermano Diego y su hijo Hernando, con el objetivo de responder a varias preguntas sobre los restos y el origen del almirante.
Durante m¨¢s de 20 a?os, los restos en cuesti¨®n han estado bajo la custodia de este grupo de investigaci¨®n, lo que ha impedido que otros especialistas los analicemos. Los resultados no han sido divulgados en revistas cient¨ªficas especializadas ni presentados en congresos. Esta falta de transparencia genera un conflicto de ¨¦tica profesional y patrimonial. Las conclusiones parciales de esta investigaci¨®n se presentaron a trav¨¦s de un documental en Televisi¨®n Espa?ola el pasado 12 de octubre. Dos d¨ªas antes, en una rueda de prensa, Lorente asegur¨® que los restos pertenecen a Crist¨®bal Col¨®n, algo que ya hab¨ªa declarado p¨²blicamente en 2006, pero de lo que no hay prueba fehaciente. En palabras del director de la pel¨ªcula, Regis Francisco L¨®pez, hay que ¡°reescribir la historia¡± tras estas revelaciones. Nada m¨¢s lejos de la realidad.
El proyecto a¨²n no est¨¢ finalizado, seg¨²n Lorente, pero ya ha generado un importante impacto nacional e internacional debido a sus controvertidas conclusiones. Esta forma opaca y poco ortodoxa de presentar una investigaci¨®n, sin hacer p¨²blicos los resultados y m¨¦todos en detalle, ha sorprendido a la comunidad cient¨ªfica, especialmente a los especialistas en gen¨¦tica, arqueolog¨ªa e historia, que mantenemos una postura reservada. La posible publicaci¨®n de resultados en revistas especializadas llevar¨¢ a¨²n meses, pero mientras tanto, esta situaci¨®n sienta un peligroso precedente, lo que compromete la credibilidad de investigaciones pasadas y futuras que s¨ª han seguido los procedimientos adecuados.
M¨¢s all¨¢ de las cuestiones ¨¦ticas, es necesario evaluar la credibilidad de las conclusiones a partir de la metodolog¨ªa empleada, descrita de forma muy vaga en el documental. Aunque se mencionan an¨¢lisis osteol¨®gicos, la investigaci¨®n se ha centrado en el ADN. Seg¨²n el filme, los restos de Col¨®n est¨¢n en mal estado de conservaci¨®n. El an¨¢lisis se enfoc¨® en el cromosoma Y, que fue comparado con el ADN de sus supuestos hijo y hermano. ?nicamente con el uso de estos datos, el grupo de investigaci¨®n deduce que Hernando Col¨®n ten¨ªa ascendencia sefard¨ª, es decir, que pertenec¨ªa a la comunidad jud¨ªa que habit¨® la pen¨ªnsula Ib¨¦rica entre los siglos I y XV, y que su origen geogr¨¢fico se encuentra en el occidente mediterr¨¢neo.
Un ADN con poca preservaci¨®n, como el obtenido de los restos de Col¨®n, complica establecer una clara relaci¨®n biol¨®gica. Incluso si se lograra obtener un genoma completo, es imposible demostrar con absoluta certeza que los restos de Col¨®n tienen ascendencia sefard¨ª o jud¨ªa, ya que los marcadores gen¨¦ticos asociados a esta comunidad tambi¨¦n pueden encontrarse en otras poblaciones mediterr¨¢neas, de Oriente Pr¨®ximo y del norte de ?frica. Cabe mencionar que en los antiguos territorios de la Rep¨²blica de G¨¦nova, como en Savona, s¨ª exist¨ªan comunidades jud¨ªas, lo que agrega m¨¢s complejidad a las conclusiones del documental. Hasta ahora no se ha publicado ning¨²n estudio que incluya muestras de poblaci¨®n sefard¨ª medieval de la pen¨ªnsula Ib¨¦rica, lo que impide hacer comparaciones directas. M¨¢s a¨²n, los genes no saben de religiones, fronteras o nacionalidades: una variante puede estar presente en individuos de cierta filiaci¨®n cultural sin que esto implique su pertenencia a tal grupo.
Es sorprendente que, dado el estado de conservaci¨®n de los restos y la relevancia hist¨®rica de Col¨®n, no se haya realizado una investigaci¨®n m¨¢s amplia que combine varias metodolog¨ªas para complementar los an¨¢lisis de ADN. Si supuestamente se ha esperado tanto tiempo para que mejorasen las t¨¦cnicas gen¨¦ticas, ser¨ªa recomendable haber empleado las ¨²ltimas disponibles y a?adir otras herramientas que podr¨ªan reforzar los resultados.
Es lamentable que este debate no se haya producido dentro del ¨¢mbito cient¨ªfico, sino que se haya trasladado al campo medi¨¢tico. Es fundamental que los autores publiquen sus resultados en revistas revisadas por pares lo antes posible y presenten sus conclusiones en congresos, donde otros especialistas podamos hacer preguntas directas. La controversia generada ahora obliga a los autores a proceder con transparencia, no solo para mantener su credibilidad, sino tambi¨¦n por los efectos que podr¨ªa tener en otras investigaciones.
Es fundamental que los supuestos restos de Col¨®n sean devueltos, no solo por consideraciones ¨¦ticas y legales, sino para garantizar su preservaci¨®n y favorecer futuras investigaciones. Si los resultados actuales no se publican de una manera adecuada o no ofrecen conclusiones definitivas, es esencial que otros especialistas puedan acceder a ellos en el futuro, cuando se disponga de nuevas t¨¦cnicas. Mantener los restos bajo la custodia exclusiva de un solo equipo limita el desarrollo de an¨¢lisis m¨¢s inclusivos y colaborativos. La devoluci¨®n permitir¨ªa un enfoque m¨¢s transparente y respetar¨ªa los derechos de la sociedad, verdadera due?a de este patrimonio, asegurando que la investigaci¨®n contin¨²e de manera rigurosa y abierta.
Divulgar los hallazgos es una forma de devolver a la sociedad lo que, a trav¨¦s de sus impuestos, ha permitido a los investigadores: disfrutar de una posici¨®n privilegiada para estudiar su patrimonio arqueol¨®gico. Tenemos la obligaci¨®n de divulgar los resultados, primero a trav¨¦s de publicaciones cient¨ªficas revisadas por pares, lo que garantiza la validez de la metodolog¨ªa y las interpretaciones, y confiere rigor a sus resultados. Una vez publicados los resultados, se debe hacer accesible la informaci¨®n por otros medios, como prensa, televisi¨®n o redes sociales, lo que permite que la sociedad participe del debate y ejerza su derecho a conocer y decidir sobre su propio patrimonio. Este patrimonio pertenece a toda la sociedad, y los investigadores no somos los ¨²nicos guardianes ni poseedores del derecho a decidir sobre ¨¦l.
Patxi P¨¦rez Ramallo es investigador postdoctoral en osteolog¨ªa, is¨®topos estables y dataciones por radiocarbono en la Universidad de Ciencia y Tecnolog¨ªa de Noruega y el Instituto Max Planck de Geoantropolog¨ªa (Alemania)
Rodrigo Barquera es investigador en el Instituto Max Planck de Antropolog¨ªa Evolutiva (Alemania).
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