?Si pudi¨¦ramos contener miles de millones de a?os en uno solo, d¨®nde estar¨ªamos ahora?
Los numerosos planetas que giran alrededor de las estrellas que componen La V¨ªa L¨¢ctea nos ayudan, no solo a pensar en el futuro, sino tambi¨¦n a pensar en el pasado sin olvidar que nuestro presente es una cuesti¨®n de tiempo.
Ahora, que acabamos de estrenar a?o, se presenta una buena ocasi¨®n para reducir la extensi¨®n del tiempo universal (miles de millones de a?os) a un a?o natural. Eso mismo es lo que nos propone el profesor de astronom¨ªa Jon Willis en su libro Todos estos mundos son vuestros (Alpha Decay) cuando identifica el calendario c¨®smico con el almanaque reci¨¦n estrenado.
De esta manera, podemos tomar el tiempo como un juego, como un ...
Ahora, que acabamos de estrenar a?o, se presenta una buena ocasi¨®n para reducir la extensi¨®n del tiempo universal (miles de millones de a?os) a un a?o natural. Eso mismo es lo que nos propone el profesor de astronom¨ªa Jon Willis en su libro Todos estos mundos son vuestros (Alpha Decay) cuando identifica el calendario c¨®smico con el almanaque reci¨¦n estrenado.
De esta manera, podemos tomar el tiempo como un juego, como un pasatiempo ¡ªnunca mejor dicho¡ª, y hacernos a la idea de lo que sigue tras la ¨²ltima campanada del a?o, pues, de inmediato, ocurre el Big Bang, y con la gran explosi¨®n y la ¨²ltima uva llega el ¡°arrebato c¨®smico¡± de las part¨ªculas fundamentales; ¨¢tomos que van a ser el ingrediente fundamental de la sopa primigenia de donde venimos.
Pero no nos adelantemos, porque primero la sopa ha de enfriarse y eso ocurre en las primeras horas del nuevo a?o, a medida que el universo empieza a expandirse y la materia at¨®mica forma las primeras mol¨¦culas que dan lugar a las nubes de gas. Con ello, nacen las estrellas al final de la primera semana del mes de enero, que se corresponder¨ªan con cientos de millones de a?os despu¨¦s del Big Bang.
La V¨ªa L¨¢ctea se empez¨® a formar m¨¢s de dos meses despu¨¦s, con la primavera. Y la edad del mundo y su dimensi¨®n temporal se completar¨ªa en agosto con la formaci¨®n de los planetas alrededor de su estrella reina. Si seguimos arrancando hojas al almanaque nos encontramos con el mes de noviembre, cuando las c¨¦lulas van haci¨¦ndose cada vez m¨¢s complejas, origin¨¢ndose los primeros organismos multicelulares. A mediados de diciembre, el d¨ªa 16, tenemos la fecha que se corresponder¨ªa con el momento en que ocurri¨® lo que se conoce como explosi¨®n c¨¢mbrica, el Bing Bang biol¨®gico que vino a diversificar los organismos multicelulares debido a la oxigenaci¨®n del agua. Esto ocurri¨® hace unos 540 millones de a?os.
Los miles de millones de planetas que giran alrededor de las estrellas que componen La V¨ªa L¨¢ctea nos ayudan, no solo a elucubrar sobre el futuro sino tambi¨¦n a reflexionar el pasado, sin olvidar que nuestro presente es tan solo una cuesti¨®n de tiempo que se proyecta en el almanaque c¨®smico del universo
Los dinosaurios aparecieron en Nochebuena. Y coincidiendo con el d¨ªa de Navidad vieron la luz nuestros primeros antepasados. Llegando el 31 de diciembre, casi un a?o despu¨¦s del Big Bang, a las diez y cuarto de la ma?ana aparecieron los primeros simios que caminaban a cuatro patas y cuya postura erguida la consiguieron 12 horas m¨¢s tarde. Alrededor de 15 segundos antes de las campanadas de fin de a?o aprendimos a escribir y con ello a interpretar el cielo, y a pensar que tras cada persona que habita la Tierra hay treinta fantasmas y un mundo para cada uno de ellos donde podr¨ªan quedarse a vivir para siempre.
Con esto, los miles de millones de planetas que giran alrededor de las estrellas que componen La V¨ªa L¨¢ctea nos ayudan, no solo a elucubrar sobre el futuro, sino tambi¨¦n a reflexionar el pasado sin olvidar que nuestro presente es tan solo una cuesti¨®n de tiempo que se proyecta en el almanaque c¨®smico del universo.
La gran distancia que nos separa desde el principio de los tiempos hasta hoy, se puede contener en un a?o, tal y como hemos aprendido con Jon Willis en este libro de comprensi¨®n sencilla que es todo un viaje a trav¨¦s del espacio en busca de una segunda Tierra, de un lugar donde se localicen formas de vida parecidas o iguales a las nuestras. Hay libros que son un juguete y este es uno de ellos.
El hacha de piedra es una secci¨®n donde Montero Glez, con voluntad de prosa, ejerce su asedio particular a la realidad cient¨ªfica para manifestar que ciencia y arte son formas complementarias de conocimiento.
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